15| En cada paso, nos alejamos

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– ...Y así termina la reunión de hoy – con esas palabras, los distintos líderes del consejo shinobi se levantaron de sus asientos y luego de darle una pequeña reverencia al hombre de cabellos rubios, se retiraron de la habitación, todos a excepción de uno.

Shikamaru observó a su viejo amigo suspirar con pesadez mientras se recargaba en su asiento. Ser el líder de una metrópolis no era sencillo, pero desde hacía poco tiempo el líder del clan Nara había comenzado a notar que la aldea no era lo único que preocupaba al rubio.

– Deberías ir a casa a descansar – comentó el azabache – no servirá de nada que continúes trabajando si no puedes concentrarte.

– ¿de qué hablas Shikamaru? Estoy perfectamente – rodó los ojos ante la negación de su compañero y le arrebató los papeles de la mano con tanta facilidad que incluso un gennin podría haberlo hecho – ¡Hey!

– Naruto, ¿has dormido últimamente? – El rubio tragó saliva y el Nara pudo ver el nerviosismo reflejado en esos ojos azules que tanto lo caracterizaban – me preocupa tu salud, a este paso no llegaras ni siquiera a los cincuenta.

– estoy bien, perfectamente bien – decía, pero Naruto siempre había sido malo mintiendo y ni siquiera el pasar de los años lo habían curtido en ese ámbito. Y él lo sabía. Por eso ante la mirada fija de Shikamaru no tuvo más remedio que suspirar y admitir la verdad – si he dormido, unas dos horas ayer... – susurró lo más bajo que pudo, pero el silencio y la cercanía jugó en su contra, permitiéndole a Shikamaru escucharlo.

– Ve a tu casa, yo me hare cargo del papeleo.

– no tienes que hacerlo, soy el Hokage y es mi deber...

– Y yo soy tu consejero, y mi consejo es que vayas a dormir – agregó Shikamaru.

– Pero es solo un consejo y puedo ignorarlo, ya que no es necesario – dijo Naruto haciendo su alarde de su terquedad.

– Naruto – Shikamaru supo que algo estaba sucediendo en el hogar de su amigo – ¿tuve una discusión con Hinata?

– ¡no! ¡¿Qué te hace pensar eso?! Hina y yo estamos perfectamente – el de ojos azules arrebató los papeles de la mano de su compañero – no pasa nada malo Shikamaru. Ve a casa con Temari y descansa.

– bien, pero vendré a verte más tarde y más te vale no estar desmayado o me encargare de que todos los lideres firmen un convenio para que te manden al país de la Nieve de vacaciones, sin que puedas negarte – amenazó y Naruto asintió sabiendo que la amenaza era en serio.

Cuando Shikamaru se retiró, el séptimo Hokage tomó los papeles y se dirigió a su propia oficina a paso lento. Cualquiera que lo hubiese visto diría que lo estaba haciendo a propósito y, si revisaran la mente del rubio sabrían que en efecto era así. Pero ¿Por qué el Hokage no querría entrar a su propia oficina? El motivo se hizo claro en cuanto la puerta se abrió.

Junto a su escritorio y resaltando entre las pilas de papel blanco, había un ramo de rosas rojas como la sangre, con la peculiaridad de que las puntas de sus pétalos eran blancas, como si estuviesen cubiertas de nieve. Cualquiera que las viese, no podría evitar pensar que eran hermosas.

Muchos podrían pensar en que eran de algún admirador o de alguno de los miembros de la familia del Hokage, pero lo para los más cercanos al rubio era bien sabido que Hinata regalaba girasoles y lirios, pero esto solamente en el cumpleaños del rubio y todos los regalos de admiradores eran interceptados por sus asistentes en la entrada del edificio para que no molestasen al hombre.

Aquellas flores habían sido dejadas en su oficina directamente por otra persona, una lo suficientemente hábil para colarse en su oficina sin ser visto ni siquiera por los ANBU.

Como un espejo DistorsionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora