28| A través de las grietas

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Konoha despertó con un gran estruendo que sacudió la aldea hasta los cimientos, luego fue la luz y al final un terremoto que hizo sentir a las personas como si estuvieran en el fin del mundo. Pero entonces, de la misma forma súbita en la que comenzó, terminó. La aldea se sumió en silencio, incluso los animales estaban demasiado confundidos como para hacer algún sonido.

Pocas personas sacaron la cabeza de forma recelosa por el umbral de sus casas, en busca de cualquier cosa que pudiese dar respuesta a lo que había pasado.

Por otro lado, los ninjas que habían estado de guardia esa noche, recorrieron los alrededores en busca de alguna anomalía, ya sean vestigios de explosivos o alguna evidencia del uso de algún jutsu.

Fuese lo que fuese, nada más sucedió esa noche y pronto todos volvieron a dormir.

Mientras tanto, en el cielo, la luna devoraba la pequeña estrella azul.

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La mañana llegó sin más irregularidades. Los primeros rayos de sol comenzaron a aparecen desde el horizonte, tiñendo el cielo de un color rosado que se mezclaba con el índigo y el anaranjado.

Los sirvientes de la residencia Hyuga ya estaban de pie, listos para comenzar un nuevo día. El primer paso era comenzar a preparar las bañeras para el baño matutino de sus amos y luego, un buen y nutritivo desayuno. Tampoco había que olvidarse el orden, esa era parte fundamental de sus trabajos y a decir verdad, ellos también se sentían bien al ver cómo incluso los rincones más discretos de la mansión brillaban de limpios.

Mamoru era uno de los encargados de cuidar de los jardines y pensaba que sería un día normal, barriendo hojas y podando el césped. Cuando algo inusual llamó su atención. Sobre la hierba verde había manchas de un líquido rojo que atravesaban el camino hasta uno de los viejos cobertizos.

Habiendo vivido en una aldea ninja durante años, pudo reconocer fácilmente que aquel liquido era sangre y eso le hizo fruncir el ceño. Tal vez un zorro o un mapache herido se había colado en la residencia buscando refugio. Pronto se puso en marcha para seguir el rastro del animal, quien sabe si no estaba muerto ya, con la cantidad de sangre que podía verse bordeando la puerta es imposible que algo tan pequeño siga vivo. No quería pensar en todo el trabajo que le costaría quitar el olor a cadáver del cobertizo.

Abrió la puerta esperando toparse con un animal moribundo, pero lo que vio lo dejó sin habla.

Recostado en el suelo, en medio de un charco de sangre, había un niño de piel blanca y cabello negro, su ropa estaba destrozada, manchada de sangre y tierra, además de estar cubierto de múltiples heridas. Pero lo más sorprendente, es que aun respiraba.

Mamoru se acercó para comprobar los signos vitales del menor, su pulso era débil, pero definitivamente estaba vivo.

Entonces hubo un tintineo metálico cuando dos objetos cayeron del cuerpo del niño. El primero era una banda de la aldea cuyas cintas habían sido rasgadas hasta solo dejar la placa metálica; el segundo era un objeto extraño, parecía ser un tubo de metal común y corriente, pero había un extraño patrón grabado en su superficie.

Sus gritos de auxilio pronto alertaron a sus compañeros, quienes se acercaron a ver lo sucedido. Todos se sorprendieron al ver al niño en tal estado y rápidamente fueron tras el medico que residía dentro de los terrenos de la mansión.

El bullicio fue tal que incluso los ancianos del clan se enteraron de la noticia. Hiashi se apresuró a ver al niño desconocido que había aparecido en su residencia con docenas de preguntas revoloteando por su cabeza.

¿Cómo había entrado ese niño a su residencia? ¿Por qué esta tan herido? ¿Acaso era el preámbulo antes de un ataque a gran escala de un grupo criminal?

Como un espejo DistorsionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora