10| Caos

7.7K 864 415
                                    

Desde el encuentro con Mitsuki, Menma se aseguró de no volver a ser atrapado a solas por él, asegurándose de no salir solo. Pasando de día en los entrenamientos con Sasuke y en sus ratos libres saliendo con Sarada, quien le pedía algunos consejos sobre kenjutsu o simplemente se enfrascaban en una plática casual.

La chica era agradable y tenía una convicción firme.

De alguna forma, Sasuke se había enterado de su lapsus de debilidad y había ideado una nueva forma de entrenamiento para él. La cual consistía en sumirlo en un genjutsu en el cual debía mantenerse firme a pesar de lo que pudiese ver o escuchar. Esto siempre era en la hora en la que Boruto aún no aparecía.

En aquella ocasión Sasuke lo había introducido en una ilusión en la que Raurava se aparecía ante él. A pesar de las veces que lo intentaron la rabia que lo llenaba al ver aquel maligno rostro era tal que el Uchiha debía dejarlo inconsciente para evitar que su chakra se saliera de control. Era frustrante.

Para cuando Boruto al fin llegaba al entrenamiento, él siempre estaba agotado, por lo que Sasuke le ordenó ir a descansar.

Sudado, por el esfuerzo hecho, al llegar a la residencia Uzumaki se dejó caer en la tina a medio llenar. Cuando el agua envolvió su cuerpo se sintió más refrescado, pero aún seguía teniendo demasiadas cosas en la cabeza. Luego de comer algo regresaría a entrenar, necesitaba seguir, hacerse más fuerte o no podría proteger a su hermano ni a sus padres.

chico necesitas darte un respiro, te estas exigiendo demasiado – escuchó la voz de Kurama en su cabeza.

– Necesito aprender a controlarlo o no podré ayudarlos cuando sea necesario – contestó con la mirada perdida en el agua.

Entonces una bruma rojiza comenzó a surgir del agua, aglomerándose en una de las esquinas. Menma retrocedió por inercia pensando que una vez más estaba descontrolándose. Pero cuando la bruma comenzó a comprimirse en una pequeña figura su miedo se volvió confusión, hasta que "pop" un pequeño Kurama de cuarenta centímetros estaba sentado al borde de la bañera mirándolo.

Su rostro se volvió gradualmente más y más rojo hasta que soltó un grito muy masculino mientras cubría su intimidad con sus dos manos. Una gotita apareció en la frente del zorro demoniaco.

– ¡¿Q–Qué es lo que haces zorro pervertido?!

– niño, primero te conozco desde que literalmente eras un cigoto, segundo puedo ver todo lo que tú a través de tus ojos, no hay nada que tengas que no haya visto antes y tercero, soy un zorro demoniaco, un humano desnudo no es más raro para mí que los animales que ves todos los días.

– ¡aun así esto es raro! Regresa a donde estabas – se quejó el azabache avergonzado.

– no, pienso asegurarme que en cuanto salgas de aquí no hagas una estupidez, así tenga que poseer tu cuerpo contra tu voluntad, lo voy a hacer – Kurama lo miró con sus ojos con determinación y Menma supo que no mentía – así que o te relajas o te dejare inconsciente.

– Eres cruel, Kurama – dijo Menma hundiéndose hasta la nariz.

Entonces las orejas de Kurama se alzaron y de un salto dejó atrás la bañera ante la mirada confusa del azabache. Al girar vio al zorro correr hacia la puerta y abalanzarse sobre está emitiendo un gruñido antes de que el sonido de huesos rompiéndose hizo eco en la habitación.

– ¿Kurama? – con cuidado de no resbalar, el niño se levantó avanzando lentamente hacia el zorro, distinguiendo la sangre que goteaba bajo este.

El kyubi escupió a su piel el origen de esa sangre. Era una pequeña serpiente blanca que no tardó en reconocer como una de las mensajeras que Mitsuki usaba para comunicarse con ellos o espiar al enemigo.

Como un espejo DistorsionadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora