quince.

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Jungkook no es un amante de la nieve, pero admite que admira las noches de invierno, los copos cayendo, las farolas encendidas llenando la calle de luz, el frío viento y la tranquilidad que inspira, es bonito simplemente pasear mientras escucha el sonido crujiente de sus botas sobre la fina capa blanca que cubre la acera.

Su bufanda púrpura le cubre hasta la nariz, su madre le imploró llevarla, bueno, en realidad se la enredó en el cuello y le advirtió que sí se la sacaba no se haría cargo de él después cuando estuviese en cama, enfermo y susceptible, aunque en realidad sabe que lo hará, más prefiere no desobedecerla.

Ha caminado sin rumbo por varias calles, solo observando lo que se halla a su alrededor, de todas formas, ¿a dónde podría ir?, cuando salió de su casa no tenía nada en mente, esta en blanco de hecho.

Desde hace días no puede concentrarse correctamente, su mente se desvía y como siempre termina en otro lugar, su padre le repite que esta en las nubes entre risas, pero él sabe que no es cierto, no cuando un par de ojos cálidos se asoman en el rincón de su mente, sabiendo bien a quién pertenecen.

Esta tan confundido, y no para de repetirse, ¿por qué ahora?

Los recuerdos lo bombardean y le causan tantas emociones que ya no puede señalar lo que cada una significa y por más vueltas que de, se encuentra parado en el mismo sitio, el mismo lugar que sigue fresco en sus memorias porque no ha dejado de reprocharse.

"Jungkook, lamento si suena demasiado repentino, pero mi madre siempre me ha dicho que es mejor enfrentar las situaciones y no guardarlas hasta que sea demasiado tarde" juguetea con sus dedos, hay una mueca tímida colgando de su boca, pero sus ojos continúan dulces y desbordando de luz. "Me gustas"

Su voz, no puede olvidarla, era tan baja y suave, le cala hasta los huesos recordarla tan vívida.

"L-lo lamento, Hoseok-ah, no puedo... no puedo corresponderte" sonrió en disculpa, pero está consciente de lo rojo que está.

Hubo silencio, un inusual silencio que no era propio de Hoseok, ese chico bromista y alegre que no para de moverse alrededor de la sala, ese amable muchacho que siempre tiene algo que decir.

"¡Está bien!, no te preocupes, me alegra que seas sincero, ¡disfruta las vacaciones!" Oh, allí estaba, había un atisbo de algo en su voz que no podía reconocer, mezclado con comprensión y algo parecido al alivio.

Entonces se marchó y Jungkook creyó que todo marcharía igual a partir de allí, más no lo fue.

Y no lo era, Hoseok nunca le fue indiferente, desde que empezó el año lo tuvo en su radar, observando sus movimientos, escuchando de él. Entonces apareció Namjoon, aquel chico alto, fresco y gentil, sus hoyuelos, su mirada y su elocuencia, Jungkook se sintió tan cautivado, hipnotizado por su presencia, pero su corazón nunca llego a latir tan fuerte como cuando Hoseok rozaba sus dedos contra los suyos por error, cuando lo veía entrar como los primeros rayos del sol en la mañana, irradiando esa calidez suya que transmite sin esfuerzo, que te sacude la cabeza y te hacen cuestionarte si es real.

Pero te sonríe y lo sabes, es real, te reconforta que él exista, que este allí incluso cuando son kilómetros, lo recuerdas y te hace sonreír, un efecto digno de su personalidad.

Y Namjoon, él es increíble, pero nunca le hizo sentir algo más que admiración y fascinación.

Porque él siempre lucía tan seguro y Jungkook quería impresionarlo, una de las razones por las que no podía acercársele, estaba apenado por soltar algún comentario tonto y no poder crear una buena conversación.

A él no le gustaba Namjoon, no de esa forma, lo veía como un referente, no como a ese alguien a quién espera ver cada día con ansias.

¿Podría ser?, el que se haya confundido todos esos meses mezclando la admiración con los sentimientos que no sabía como sobrellevar, porque era más fácil gustar de alguien que no conocía, alguien que no lo conocía.

Porque cuando Hoseok se confesó ante él sintió tantas cosas que se asustó de ello y corrió antes de caer un poco más, era tonto, lo sabe y lo acepta.

Ese día en la tienda, viendo a Namjoon con aquel chico, se sintió mal, lo hizo por supuesto, pero no porque quisiera estar en el lugar de ese muchacho, lo descubrió en ese instante cuando Hoseok se aventuró a animarlo contándole sus divertidas anécdotas, haciendo aegyo dulcemente para luego terminar riendo de forma estrepitosa, llenando su barriguita de mariposas de nuevo.

Porque mientras veía a la pareja de Namjoon, se visualizaba con Hoseok, haciendo todo eso; riendo de cosas que solo ellos entienden, llamándose por apodos solo suyos, jugueteando el uno con el otro como si nada más existiera, mirándose con amor y cariño.

Pero nunca le dijo y nunca lo aceptó el mismo, porque aún no podía, porque continuaba asustado. Vamos, nunca se había sentido así, es tan peculiar, es tan Hoseok.

Y es por eso que al verlo en la tienda después de semanas sin hacerlo se sintió abrumado, los sentimientos lo atacaron de vuelta, de nuevo más fuerte analizando esa cabellera rubia, las mejillas rechonchas viéndose igual de suaves, sus ojos, sus bonitos ojos como luceros brillando en la noche más fría, su corazón aún latía fiero contra su pecho mientras enumera cada una de sus características.

Él, su día de verano en medio del invierno, su compañero, su amigo y el muchacho que ha hecho de sus latidos una canción dedicada a la forma en que sus ojos se arrugan mientras ríe, acompañado de las melodías de los suspiros sonoros que brotan de su boca, versos que pululan sobre sus labios color cereza y el coro de su dulce voz llenando cada rincón de regocijo.

Hay tantas cosas en su mente, en su pecho, palabras atoradas en su garganta y en el fondo de todo eso, hay una frase, algo que siempre supo, a lo que quiso negarse, pero que ya no puede hacerlo más:

Estoy enamorado de Jung Hoseok.

Y tal como una casualidad del destino, cuando levanta su mirada que yacía perdida en el camino él lo ve allí, con su uniforme de la tienda en que trabaja viéndose tan hermoso como siempre lo ha sido.

𝘮𝘶𝘴𝘪𝘤 𝘴𝘩𝘰𝘱 𖥻𝗸𝗼𝗼𝗯𝗶Donde viven las historias. Descúbrelo ahora