Capitulo 18

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Frente a mí, había una patrulla de militares esperando un ataque, quien comandaba se trataba de una mujer de piel pálida, su cabello estaba recogido y cubierto por su casco, sus ropas al igual que todos, era camuflaje. No sé qué pasaba ni dónde estaba. Era una guerra, había neblina y escombros donde mirará. En el momento, que la patrulla salió del fuerte, caminando un poco rápido hacia uno de los edificios. Quería acercarme para ver qué pasaba, dónde estaba. Pero, alguien saltó a mi derecha y su rostro pintado, sus ojos fríos me recordaron a alguien.

-¿Qué haces, Bettencourt?-dijo él, lo miré confundida- ¡Ve con ellos! Necesitamos todo tipo de vigilancia.

-¿Yo? ¿Vigilar?

-Sí, esas bombas van a volar toda la cuadra y ellos necesitan de ti.

Sin más, algo estalló y el chico desapareció de mi lado. Cuando vi toda una ráfaga de fuego tocarme...

Me desperté con sudor resbalando de mi frente, casi sin respirar y asegurándome que aun estuviera viva. Estaba en mi casa. Nada más, fue un sueño y estaba segura aquí. Bajé de la cama, yendo al baño para refrescarme la cara y quitar el sudor. Respire hondo, preguntándome qué tipo de sueño era ese, parecía tan real como el fragmento de una memoria, también podría ser una señal. Miré la hora, eran las cuatro y media. Ya no podía dormir. Me hice café negro, sentándome a la mesa. Sentí algo de frío, de a poco fui calmándome y disfrutando de mi bebida caliente. Encendí la calefacción, decidí buscar algo de información sobre sueños y tal vez, algo de Ares.

Creo que pase casi toda el resto de la mañana descubriendo sobre sueños, también pensé tirar el nombre del dios Morfeo. Solo por tontear. Cuando mi teléfono sonó informándome que tenía una llamada de Jordan, era extraño que estuviera despierto tan temprano. Atendí.

-¿Jordan?-dije, oí sirenas y voces gritando- ¿Qué es ese ruido?

-Unas vándalos quemaron mi tienda

-¡¿Qué?!

-Sí, eso es-dijo algo frustrado-. Nada mejor podía suceder, desde que apareció Ares por aquí.

-¿A qué te refieres? ¿También, crea caos?

-No importa-dijo restándole importancia a ese tema-. Tengo que hacer muchas cosas. Lo siento, pero creo que...¿Estás despedida? No es por mí, la tienda quedará en reparación por unos años.

Me quedé callada, pero viendo la situación era lógico que no pudiera trabajar ya. Jordan se despidió cuando alguien se acercó a él. Dejé el teléfono a un lado de mi laptop, pase mis manos por mi cara para tranquilizarme. No encontraría un trabajo en estos momentos, estábamos casi a fin de año. Tomé la taza para servirme más café, volví a sentarme y busqué páginas de trabajo. No podía tener mejor día, ¿no?

Más tarde, me dediqué a la limpieza del baño y la cocina como lo principal, por lo menos no quería pensar en nada más que ese sueño de militares y una bomba que terminaba con la existencia de todos. El timbre me sacó de mis pensamientos, dejé el trapo con lavandina y limpie con otro la humedad de mis manos. Salí al corredor exterior, para ver que Ares venía acompañado de Eros, quien se veía relajado con una sonrisa seductora aunque era normal en él.

-¿Qué quieren?

-¿Te enteraste lo que paso en la tienda?-pregunto Ares, asentí sin ganas-. Me alegra que estés bien.

-Sí, bueno...-dije, deje que entraran a la casa, estaba frío y tenía una remera corta. Entramos, cerré la puerta detrás de Eros- Póngase cómodos, ¿quieren tomar algo?

-¿Nos estás invitando qué?-dijo extrañado Eros.

-Así me criaron-le dije, yendo a la cocina para enjuagar el trapo de la mesada donde estaba limpiando-. Mi mamá dice que los invitados deben sentirse bienvenidos con las acciones, ser amable y servicial.

-Es un buen concepto de comodidad y respeto-opino Ares, quien estaba sentado a la mesa, Eros miraba unas fotos de mis hermanos-¿Cómo estás?

-Bien-dije cortante, dejé el trapo a un lado y lavé mis manos con bastante jabón-¿Van a decirme que quieren ahora?

-¿Permites que te hable así? ¡A mí me das patadas!-se quejo Eros, rodee los ojos. Me giré a ellos, mirándolos un momento y tenía sus ropas diferentes pero estilos únicos en ellos. Eros tenía algo informal, pero seductor y Ares iba casual, despreocupado.

-Primero, siéntate. No queremos que te desmayes y te dañes-dijo Eros, lo miré confundida pero obedecí y me senté delante de Ares. El otro se quedó parado detrás de mí como espectador-Ya dile.

Ares se relajó la tensión de sus hombros, su mirada se volvió algo suave casi dulce. Era extraño, ambos dioses con cierto parentesco entre ellos estaban en mi casa y por darme una noticia. Esperaba que no fuera nada malo. Había un silencio, Ares se tomo el tiempo de pensar sus palabras, seguro que lo estuvo haciendo todo el camino. Eros se acercó a nosotros, decidiendo sentarse a mi lado.

-Soy tu padre-dijo Ares después de tanto suspenso-. Marcelle Mark fue tu madre.

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