Me senté a la mesa con un latte y una tortilla delante de Eros que coqueteaba con una mujer de unos treinta casi cuarenta. Negué con la cabeza mientras bebía mi café, oí la risita nerviosa de la mujer rubia de la otra mesa y poco después, le dio su número al dios. Comí mi tortilla, viendo a mi hermanastro leer con cierta dificultad el papel, lo tiré de sus manos para leerlo y sonreí.
-Es un hotel, ya debiste saberlo-le dije devolviéndole la servilleta con el número.
-¿Hotel? Eso es muy rápido.
-¿Qué esperabas? ...Dios del amor y sexo.
-Ten cuidado, Bettencourt-me advirtió él, seguí comiendo- ¿Cómo está padre?
-Se durmió después de comer-le dije tragando mi comida- ¿Va a estar bien en un hospital de mortales?
Eros sonrió ampliamente, como si mi inocencia fuera un chiste para él. Lo fulminé con la mirada, termine de comer lo último y bebí el latte. Hubo una pausa entre nosotros, cuando la mujer rubia paso por nuestro lado acariciando el hombro de Eros, que le siguió con la mirada y un guiño. Suspiré, no me gustaba cómo miraba a las mujeres, ni lo que provoco en Nora en la fiesta, que por cierto, ella lo olvidó sin volver a mencionarlo.
-¿Cómo estás?-pregunto el hombre rubio, peinándose.
-Confundida.
-¿Puedo ayudarte? Podría responderte algunas dudas.
-Es que, no sé qué quiero ahora-le dije algo desconfiada de mis propias decisiones- ¿Vendrán monstruos a intentar matarme?
-Sí, no hay duda.
-¿Cuándo?
-Pronto.
Dejé mi cena a un lado, apoyó mis codos sobre la mesa y escondí mi rostro entre mis manos, suspirando con cansancio. Mi vida había comenzado a ser discreta, algo de mala suerte y fracasos, logros. Me arrellané en la silla, mirando a mi hermanastro buscar a otra mujer por la cafetería, rodee los ojos. Giré mi cabeza, notando a una familia de rubios sentados a dos mesas, estaban callados y ocupándose de sus cenas improvisadas. Uno de ellos llamó mi atención. Vestía de negro, con una cazadora caqui y cadenas en sus pantalones, era el único que estaba algo lejos de los demás, como si no quisiera estar aquí, perdido en su mundo.
-¿Quieres que te lleve a tu casa?-interrumpió Eros mis pensamientos, lo miré confundida.
-Creí que estabas interesado en ir al hotel-le dije, esté sonrió con poca gracia.
-Primero la familia, ¿no?
-Sí, vamos. Necesito dormir-le dije. Los hospitales me estresaban mucho.
Nos reincorporamos. Tomé mi bandeja, donde pasamos por un cubo y tiré la basura, dejé la charola encima. Seguimos fuera de la cafetería, estuvimos caminando en silencio y cada tanto, Eros se ganaba una sonrisa arrebatadora de enfermeras o familiares. No me sorprendió que un hombre lo mirara con deseo. Llegamos al estacionamiento, donde caminamos un poco hacia un Audi plateado.
-¿Creí que vinieron en ambulancia?-dije, Eros quitó la alarma y me indicó que subiera.
-Veras,-dijo el dios encendiendo el auto-la ambulancia llegó primero, Ares me llamó antes pero estaba en medio de una reunión y tuve que camuflarme con un conserje para salir. Cuando llegué, pude hablar con los paramédicos y los seguí.
-Lo siento, fue mi culpa.
-¿Culpa?-dijo Eros extrañado, salimos al tráfico y seguimos la carretera hacia mi barrio- ¿De qué hablas?
-Mira, si no hubiera confiado en Ares...Tal vez, no tendría su idea de enfrentarse a Hades y ser expulsado de sus tierras por corajudo.
-Padre, hace muchas tonterías y Hades jugo sucio, mando dos pelotones a interceptarlo.
-Igual, me siento culpable por cómo terminó esto.
Sentí una mano sobre mi rodilla, Eros apretó con consuelo y siguió conduciendo hacia la avenida cerca de casa. Apoyé mi cabeza sobre la ventanilla, observando la calle pasar rápidamente delante de nosotros. Eros puso música, cambiando la tensión en mí. Le agradecí, acurrucándome en el asiento y suspire, pronto llegamos. Me despedí de Eros, bajando del auto y entré a mi casa. El departamento de Lara estaba a oscuras, ya todos estaban durmiendo y serían como las once pasadas de la noche. Ingresé a mi casa, sin hacer mucho ruido y pasé a mi dormitorio para poder dormir.
***
Hola! Otra vez por aquí...
No recuerdo si mostré a Eros como forma mortal, pero aquí está...Onda surfista australiano ajajaja
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Georgia
FantasiNadie cree en ellos, han dejado pasos y hechos que reconocemos como mitos. Georgia se cruza con uno de ellos, desde ese momento, ya todo comienza a ser sospechoso y todo recobra un giro inesperado. "Encuentra la verdad detrás de los secretos y fals...