Capitulo 10

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Nora me ayudo a maquillarme, no tenía ni idea como combinar las sombras de ojos con mi piel pálida, o el tono gris de mis ojos. Tampoco, me gustaba maquillarme demasiado. Algo que no pude ganarle en la discusión a mi amiga. Tenía una corona de trenzas, después de salir del salón de belleza con manos perfectas y cabello sedoso. Nora eligió hacerse unos reflejos rojos en su pelo castaño lacio, ahora lo tenía rizado y el nuevo color resaltaba su piel trigueña. Ya estábamos vestidas, mientras lo último era el maquillaje. Cole había llegado con su auto, no pensaba beber alcohol porque mañana entraba a su trabajo y no quería dar una mala apariencia a su jefe. Nos esperaba en el salón de mi casa, sentado y con el teléfono en la mano.

-¿Bordo o rojo pasión?-pregunto mi amiga con ambos labiales en las manos.

-Bordo-le respondí-. No pienso enamorar a Ares.

-Pues, cómo vas vestida sacaras más miradas que rechazos, Geo.

-Dame eso-le dije, quitándole el labial y lo pase por mis gruesos labios, dándole forma.

-Ey-apareció Cole en el umbral del dormitorio-¿Están listas, o necesitan un spa?

-Tranquilo, man-dijo Nora, guardando sus cosas- Ya podemos irnos.

Salimos de la casa, cerré con llave y pasamos por el pasillo exterior hacia la calle. Cole tenía una camioneta roja que usaba para su empleo como carpintero. Subí quedándome en medio de ambos. La camioneta dio un gruñido, era un motor algo viejo y sacaba humo gris del escape. Muchas veces, intente que Cole revisará estos daños en su camioneta pero era algo terco, como siempre dice; Está todo bien, déjalo así. 

Mientras íbamos de camino al centro, miraba a nuestro alrededor. Nací en Toronto, conozco la mitad de la ciudad. Exactamente, decidí quedarme en Queens Park, grandes parques y hermosas edificaciones. Creo que todos tenemos un lugar en el mundo, y esté era el mío, me sentía protegida y cómoda en él. Las luces iluminaban el camino, donde las tiendas gastronomicas estaban abiertas al público, otros estaban cerradas. Eran las ocho y media, teníamos tiempo. Nora hablaba sobre la comida que presentarían en la dichosa fiesta cual íbamos. Y, salió con lo griego. Estaba pareciéndome algo estúpido, pero cuando Nora tenía algo en la cabeza no lograba sacarlo por nada. Cerré mis ojos, tirándome hacia atrás tratando de no despeinarme y desee que se callará por unos momentos. Iba a explotar con sus deducciones a futuro.

Cuando llegamos al gran hotel con miles de luces doradas en la estructura, en ventanas y la decoración parecía de esos hoteles de Las Vegas, solo que estaba algo lejos de la urbanización. El GPS de Nora no se equivoco, destacándolo como el mejor de la ciudad con todas las estrellas. Aquí, vendría nuestro presidente para conferencias o famosos antes de sus giras ¡Demonios! ¡Era bestial! Un chico uniformado se acercó para llevarse la camioneta al estacionamiento, a Cole le costó un poco confiar en las manos del chico, pero cedió tras las quejas de Nora. Adentro, la gente iba vestida con grandes trajes y vestidos, se paseaban por el lugar. Fuimos a la recepción, donde mostré la tarjeta de invitación a la mujer rubia con un moño perfecto, nos indicó que era el salón de eventos, claro. Cole tomó el camino para guiarnos como si supiera dónde íbamos, intercambie una mirada con Nora pero no dijimos nada. Seguimos a mi amigo a la sala, donde varias personas ya estaban allí. Una joven de cabellera tan larga, tocando sus caderas y de un rubio plata se plantó delante de nosotros con los brazos cruzados.

-¿Se perdieron?-dijo ella.

-No, somos invitados-le respondió Cole, le enseñó la tarjeta y ella bufó.

-No puedo creerlo...

Mi amigo tenía una traje negro estilo berlín, con una camisa roja y una corbata moño le daba un aspecto dulce pero varonil. Seguimos por el salón buscando a Ares, cuando unas carcajadas nos sacaron de nuestro camino. Nos giramos a esas personas riendo, donde vino a Eros con una copa y rodeado de hermosas mujeres. Sentí el gruñido de Nora a mi derecha, era previsto que el guapo hombre tendría mujeres para elegir en esta noche. 

-Llegaron-oímos una voz a nuestras espaldas, me giré viendo a Ares con un vestimenta peculiar.

Ares vestía un traje militar, de esos que muestran tus insignias de honor y demás. Solo, que los colores eran blancos y dorados como todo el lugar. Su cabello azabache estaba revuelto, pero no estaba mal. Sonreí, al verme por unos segundos, note un rubor en su rostro casi impresionado por mi vestido y toda mi imagen. Giré a mis amigos, pero no estaban más a mi lado. Estaban en el grupo de Eros, riéndose con los demás.

-Bien...-dije, regresando mi atención a Ares que tenía dos copas de burbujeantes en sus manos.

-¿Te gusta el vino? Son especiales de Dionisio.

-Sí, no tanto-admití. Bebí de la copa, saboreando la intensidad del alcohol. Era bastante bueno.

-Cosecha del '72, en Argentina. Uno de los países con mejor vino-interrumpió una tercera voz, era un hombre alto, de cabello gris y una mirada desganada. Sonrió al verme- ¿Cómo te llamas?

-Georgia Bettencourt.

Ares fulmino con la mirada al nuevo hombre, como si su presencia no fuera pedida por nada. Pero, no veía lo malo. Nos quedamos hablando sobre los vinos de Italia y Argentina, otros de California y Grecia. Empecé a  creer que era un empresario de vinos, porque sabía muy bien sobre la producción y el tipo de tierra de esos países para tener una buena cosecha. Su nombre era Dionisio, ya estaba confundida. Ares no dijo nada en nuestra charla, hasta se alejo  cuando vi que Dionisio no desistía de sus conocimientos y me dio una nueva copa de vino de '90 de Italia.

GeorgiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora