Capitulo 07

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*Imagen de Georgia Bettencourt*

La casa de Jordan Mark de 67 años estaba cerca de un parque Berczy, algunos recuerdos con Bill pasaban por mi mente. Seguía lloviendo y venía acompañada de Ares, no pudo hacer que desistiera de venir conmigo. Toqué timbre, donde logré oírlo desde el exterior. Miré a Ares que estaba observando el barrio, las otras casas. Creo que conocía el lugar. La puerta se abrió enseñando a Jordan, cansado y perdido en sí mismo, nos permitió entrar de momento. Las miradas frías y cortantes de ambos hombres me daban algo de miedo quedarme para ver el final, sin embargo tenía que quedarme para ser un interceptora de golpes asesinos por Ares.

-Diste tu palabra de no regresar a Canadá-hablo Jordan.

-Supongo que no puedo cumplir muchas palabras a todos.

-Ajá-dijo mi jefe, le entregué el dinero antes que la furia estallará a más no poder que palabras chocantes- Eres mejor combatiendo las guerras que ya conoces, asique vuelve al Olimpo. No permaneces aquí.

-Oh, en serio-dijo Ares con intención de lastimarlo- Tú, no pudiste quedarte con tu madre y te recuerdo qué tienes suerte de no vivir en el Olimpo.

-¡Eres un bastardo!-siseo Jordan. No sabía qué pasaba con ellos. Hablaban como si realmente el Olimpo y todos los dioses existieran- Ya pueden irse, estaré bien.

Asentí, esperando que los ojos verdes de Ares dejaran de atravesar la mirada oscura de Jordan. Realmente, se odiaban. Tiré de la manga del chico, alejándolo de mi jefe. No quería ver sangre correr, ni ser testigo. Salimos a la calle, donde comenzamos a caminar de vuelta a la estación de tren. Tenía dudas de lo ocurrido, mi cabeza tenía miles de teorías. Por ejemplo, estos dos usaban metáforas para demostrar una situación.

Miré a Ares que iba prestando atención al camino. Su perfil marcaba las líneas expresivas de sus ojos, de sus comisuras y la mandíbula le daba un aspecto más varonil. Era atractivo, por primera vez, observándolo con atención.

-¿Ya terminaste?-dijo él, salí de mis pensamientos automáticamente.

-¿De qué?

-Contemplarme como la primera vez que miras algo único y perfecto.

Solté una carcajada, comenzaba con su egocentrismo y era gracioso que se creyera tal cual. Es decir, no todos somos perfectos o únicos, existen más cosas que esas características en una persona, sumando las virtudes más vistas. A penas, conocía a Ares para definirlo como tal, no estaba segura. Finalmente, llegamos a la estación. Pagué mi boleto, Ares se quedó a un lado y lo miré confundida.

-¿No vienes?

-¿A dónde?

-No lo sé-dije hundiéndome de hombros-. Pero, no creas que dejaré a Jordan contigo.

-Sí quiera matarlo, lo habría hecho hace años.

Algo hizo que mi piel se estremeciera con esa frase, recordaba que alguien lo dijo pero preferí desistir de ese pensamiento. Pegué media vuelta, pasando los molinetes y fui caminando hacia el andén. Desde que conocí a Ares, algunas cosas estaban regresando a mi cabeza, como batallas pendientes y sentía el deseo de acabar con ellas. Era una sensación extraña. El tren llegó tras dos minutos, subí con otros pasajeros y me quede perdida, el movimiento del tren hizo que perdiera un poco el equilibrio y caí sobre un chico con su bici, él me ayudo a sostenerme, le agradecí con una sonrisa.

Llegué a mi casa. Oí unas voces en el departamento de mi hermana, Lara, de veintiocho años y los caprichos de las niñas. Seguí mi camino sin darle mucha importancia, cuando oí la puerta cerrarse con fuerza. Me giré sorprendida viendo a mi cuñado lleno de confusión. Hace tiempo que mi hermana tenía dificultades con él, esperaba que pudieran resolverlo pronto. Entré a mi casa, donde deje mi mochila y abrigo sobre la sofá, cuando recibí un llamado de Nora. Atendí.

-Intente localizarte todo el día, no devolviste las llamadas-se preocupo la chica.

-Lo siento, estaba ocupada acomodando cosas en la tienda-me justifique, fui a la nevera para ver que podría cocinar o pediría delivery-. Dime que ocurre.

-Quería saber si tienes el día libre para acompañarme a ver el departamento del centro.

- El viernes cerraré al mediodía-le comenté, aquellos días que me tomaba un descanso. Creo que Jordan ni siquiera se molestaba en ocasiones así, todavía tenía fe en su negocio. Nora aceptó, nos quedamos hablando sobre nuestro día. Saqué la caja de huevos, jamón y queso. Luego, me despedí de mi amiga.

Inicie a cocinar, mientras algunos recuerdos de Bill ayudándome a cocinar entre risas y seducción aparecían en mi mente. Algunas lágrimas recorrieron mis ojos. Fue todo un año con mentiras escondidas, cosas que quedaban a mi alrededor y no podía más. Borré esas gotas de tristeza y impotencia de mi rostro. Aunque quisiera recuperar algo con Bill, sabría que no lo soportaría. Él eligió mal, me enamoré de él cuando su sonrisa era honesta, ahora sabía que todo fue una traición que él mismo no supo limitarse.

GeorgiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora