-Ya le dije que lo daré todo, por la malla, por ti, daré mi vida, se lo jure Conway y sabes perfectamente que soy de palabra -tomo una pausa observándole -. Si tu hablas, yo hablo, si tú te caes, yo caigo, contigo, siempre contigo, tenlo claro. Por...
Gustabo puso rumbo por las calles de Los Santos, patrullar era relativamente más divertido, ponían música a todo volumen mientras hablaban de chorradas y paseaban por las calles, una que otra vez tenían que perseguir un coche robado, pero por lo demás, era un chollo patrullar.
Horacio miraba por la ventanilla las calles con suma tristeza, divagaba entre sus pensamientos mientras la música por muy animada que sonara, y lo mucho que Gustabo le estuviera hablando y contando chistes, se sentía triste, se sentía completamente abatido. Horacio pensaba que no le dolería tanto una desilusión amorosa, como los anteriores que había tenido, que error había cometido al pensar eso.
Entonces como si la vida le odiase el teléfono vibro notificando un nuevo mensaje.
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-Hay un atraco en badulaque, Volkov nos pide que vayamos -dije desinteresado dejando de manera brusca el teléfono donde se posan las bebidas.
-Joder -gruño Gustabo dando la vuelta en dirección a la ubicación del comisario —. Que puto pesado el niño asustado.
Una vez llegaron Gustabo puso el coche estratégicamente para salir si había una persecución, Horacio bajo del coche acompañado de Gustabo y cambiaron hasta el comisario, este estaba de brazos cruzados con cara de pocos amigos.
-Todo indica a qué solo quieres armar un tiroteo -dijo seguido de soltar un gruñido -. Nos ha tocado el gilipollas que cree que puede con todo –pensó en voz alta.
-¿Solo quiere tiroteo si o si? -pregunto ahora Gustabo, Horacio se limitaba a sacar el arma y ver cuántas balas le quedaban, mordió su labio, no se lo podía creer ¿¡Por qué no había llevado cargadores!? ¡Son gratis en la comisaría!
-¿Y esa cara agente Pérez? -pregunto el comisario con frialdad, quería cerrar la boca e irse, pero si se armaba un tiroteo y no tenía balas era consciente que sería el primero en caer.
-¿Pérez? -preguntó aguantado la risa, a Gustabo la situación le había gracia, ¿Desde cuándo le nombraba por su apellido?
-No tengo ni una sola bala, ¿Tiene...?
-¿¡Qué!? -grito el ruso mirando a la puerta del badulaque, estos estaban listos para salir, se puso nervioso de manera automática.
-Y tampoco trae chaleco -contribuyo a la conversación Gustabo.
La mirada llena de furia callo sobre Horacio -. Ve y dile a Torrente o Leonidas que te den unos cargadores -dijo mirando a Gustabo, este asintió alejándose del dúo, Volkov agarro del codo a Horacio y lo alejó un poco -. ¿¡Pero usted es subnormal o cómo va la cosa!? -pregunto, el ruso realmente estaba cabreado -. ¿¡Como se le ocurre venir sin balas ni chaleco!?
