.Capitulo 4.

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.CITA.

Los nervios estaban a flor de piel, la sonrisa nerviosa asomaba por el rostro de Horacio, este esperaba de manera impaciente en la puerta de aquel bar, el ruso estaba por llegar y eso hacía que los nervios aumentara, aún que viera a Volkov en el trabajo y conversará con él, sentía que era por que eran compañeros de trabajo, pero él mismo ahora estaba tomándose la molestia de ir, después de una jornada extensa, exclusivamente para tomar algo con el de la cresta.

Observó por el reflejo de un vehículo su maquillaje, consistía en un delineador y un poco de rimen, quería estar perfecto, aún más, claro esta.

Observó por el reflejo que alguien alto se posaba junto a él —. Le queda bien lo que se hizo en los ojos —murmuró.

Las manos de Horacio temblaron, se rio de manera nerviosa girándose —. ¿A si? —exclamó dándose la vuelta apoyándose en el coche, el ruso le miró.

—Si, le resalta.

Horacio repasó la mirada por el más alto, su camisa abotonada perfectamente, su gabardina negra, su mirada azulada, su...

—¿Entramos? Necesito una copa —dijo el ruso interrumpiendo sus pensamientos poco amistosos, el de cresta asintió repetidas veces seguido de seguir al ruso.

Una vez entraron se sentaron en una mesa, era un bar sencillo, mientras esperaban a la comanda pidieron un vodka para nuestro querido ruso y una Fanta de limón para el de cresta rosada.

—¿Qué tal le fue comisario bombón? —se interesó Horacio jugando con la pajita, este movía los hielos.

El de ojos azules le miró unos segundos —. Volkov —corrigió —. No estamos de servicio Horacio.

Horacio sonrió levemente —. De acuerdo Volkofff —pronunció mal a propósito sacándole una sonrisa.

—¿Cómo le fue a usted? —inquirió apoyando los brazos cruzados en la mesa observándole con sumo interés.

—Papeleo —dijo con desgana —. Mucho papeleo.

—En cierta parte me alegra, en el entrenamiento lo dio todo —el más bajo alzó la mirada observando al ruso como le miraba, enrojeció. —. Es decir...

—Le... Te he entendido, te he entendido —exclamó nervioso tapando su rostro unos segundos. El ruso sonrió al ver la escena, el chico ocultaba su rostro con sus manos, dejando ver las uñas cada una pintada de un color diferente, era en cierta parte, tierno.

El camarero comenzó a caminar en dirección a la mesa de ambos, este una vez llegó se detuvo, tenía una gran sonrisa —. Buenas noches, ¿Qué van a pedir?

El de cresta salió de su escondite y observó la carta —. Eh si... espere... —comenzó a leer.

—Lo que el chef prefiera —dijo con tono desinteresado y frío dándole la carta sin siquiera mirarle.

—Lo mismo digo —dijo dándole la carta y sonriéndole amablemente, el camarero asintió.

—Enseguida les traigo.

El silencio cayó en ambos...

—¿Quiére decirme algo? —preguntó al fin el ruso, el de cresta se puso aún más nervioso.

—¿Q...Qué insinúa? —exclamó.

–De normal no es tan nervioso usted —dice tomando el vaso de vodka —. Dígame, le escucho.

Horacio tiro de sus mangas mirando a sus brazos —. Volkov... —le llamo, este asintió en modo que podía continuar mientras llevaba el vaso a sus labios —. Sin rodeos ¿me gustas, te gusto?

El ruso se sorprendió ante lo dicho atragantándose de manera leve con la bebida, dejó el vaso de manera lenta en la mesa —. ¿Disculpe? —preguntó con voz ahogada.

—Pues que me gustas muchísimo —dijo como un niño pequeño sin mirarle —. Soy muy enamoradizo, lo admito, pero ninguna persona me ha hecho sentirme como tú me haces sentir, sin siquiera tocarme haces que haga cualquier cosa, sin decirme nada se lo que quieres y hago lo que sea por dárselo. No se pero...

—Horacio... —le llamo, tomo una pausa —. Escucha yo...

—Y aquí está, carne asada, la especialidad de la casa —sonrió el camarero dejándoles el plato a cada uno —. ¿Quiéren algo más?

—Si, que le largue —dijo serio el ruso, el camarero asintió marchándose. El ruso observó como Horacio no apartaba la mirada de sus manos, las cuales estaban sobre su regazo, no alzó la mirada —. No es momento para sentimientos... Están matando a cada uno de nuestros agentes, no es momento...

—Pero yo te quiero —reprochó alzando la mirada.

El ruso vio el dolor en los ojos del chico, su corazón se encogió —. No es momento —repitió con cautela —. Lo sien...

El labio del chico tembló lentamente, este le sonrió a pesar de que sus lágrimas asomarán —. ¿Te disculpas por no quererme o por romperme el corazón? —el ruso tomó silencio, las lágrimas de Horacio cayeron hasta su mano, sonrió limpiándose las lágrimas, se levantó del asiento con la atenta mirada.

—¿A donde...?

—Te mentiría diciendo que tengo cosas que hacer, pero la verdad, me marcho, es demasiado incómodo y humillante, disfrute la cena...

[nuevo\editado]

Moriría .1. INTENDENTEPLAY. VOLKACIO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora