{𝟏𝟕}

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Jimin estaba muy lejos de encontrarse en la velada perfecta. Había logrado llegar al postre sin que el padre de Chaeyoung le atacara como solía hacer cada vez que compartían una misma habitación. Pero la tensión le había impedido tragar con facilidad.

Y más que eso, los nervios.

Sentía su estómago revolviéndose miserablemente una y otra vez por el pánico mientras esperaba a que la madre de Chaeyoung sirviera la tarta. Sólo debía comer su porción, despedirse y salir de la casa sin cruzar miradas con el otro hombre.

Podía hacerlo. Era sencillo. Levantarse y salir por la puerta sin mirar atrás. Fácil.

Excepto por que sus piernas no dejaban de temblar. El pánico se había expandido por cada fibra muscular, y tener los fríos ojos del padre de Chaeyoung azotándole en toda la cara no era de ayuda. Si tan sólo el viejo cascarrabias dejara de taladrarlo en cada mínimo movimiento que hacía...

—Bueno, Jimin —habló de pronto el hombre con una voz tan cruel como su mirada—. ¿Tienes planes para Navidad?

Los tenía, pero no quería compartirlos con él. Aunque evitar la pregunta nunca era una buena opción cuando se trataba de ese hombre.

—Como todos, señor. Pasar el día en buena compañía —respondió Jimin obligándose a sonreír.

—Oh, en ese caso, tú y mi hija podrías pasar aquí las Navidades.

Ni loco, pensó al instante y tuvo que hacer un gran esfuerzo por no decirlo en voz alta.

—No quisiera molestar la comodidad de su hogar, señor.

Cruzando los dedos mentalmente, Jimin rezó para que el hombre no insistiera más.

—No es molestia, muchacho. Estas fechas son para estar en familia, y esta es tu familia, hijo. —El tipo casi escupió bilis al pronunciar tales palabras—. Hay confianza.

Una sonrisa torcida se asomó en la boca del hombre mientras Jimin trataba de no gimotear asustado. No había nada más mordaz que la mirada de ese hombre. Definitivamente, no volvería a pisar esa casa aunque tuviera el cañón de una pistola presionando su frente.

De repente, notó una mano sobre su pierna y sintió el apoyo de Chaeyoung en suaves caricias. Sólo logró sentirse peor por la culpabilidad.

Era demasiada presión contenida. De alguna forma, debía relajarse y la única que se le ocurrió fue echar la silla hacia atrás para ponerse en pie, ganándose las miradas de todos.

—No quiero sonar desagradecido, pero realmente no puedo venir aquí por Navidad —se disculpó abotonándose su saco azul—. Y ahora, sintiéndolo mucho, debo irme. Disculpe lo del postre, señora —dijo cuando la madre de Chaeyoung regresó a la mesa con la tarta cortada.

Había felicitado a Chaeyoung, la había acompañado gran parte de la noche y estuvo con ella cuando apagó las velas. Había cumplido, tal y como se lo prometió. No le había fallado. Estaba hecho.

Jimin suspiró más tranquilo con ese pensamiento en la cabeza. Ni la dura mirada del hombre consiguió revolverlo de nuevo. Ya se había quitado el peso de encima.

A su lado, otra silla retrocedió al tiempo que Chaeyoung se ponía en pie dedicándole una de sus mejores sonrisas.

—Bien, si te tienes que ir, no podemos retenerte. Vamos, te acompaño a la puerta.

—Buenas noches. —Jimin se inclinó frente a los padres de la chica—. Feliz Navidad.

La mujer le devolvió las felicitaciones y le dedicó una amplia sonrisa mientras su esposo seguía a Jimin con la mirada hasta que desapareció con su hija en el recibidor de la entrada.

#𝟎𝟏: 𝐓𝐞𝐚𝐜𝐡 𝐦𝐞 ➳ ᴠᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora