El atardecer pintaba de naranja la ciudad, anunciando que pronto el sol se escondería en las montañas, y la luna traviesa saldría a hacer de las suyas.
Un día como otro en la vida de Taehyung, monótona, pero reconfortante, sin preocuoaciones, hasta ahora.
Taehyung preparaba su mochila para su trabajo en el bar, asegurándose de llevar su cargador y un cambio de ropa nuevo, porque nunca falta un pendejo que beba más de lo que puede y lo termine salpicando.
Sí, él a veces odiaba esas noches.
Su espejo reflejaba lo mismo de todos los días, un jóven alto, de buen parecer, con su cabello decolorado en espera de un retoque, su camisa blanca bien planchada, sobre ella un chaleco negro haciendo juego con sus pantalones de vestir, zapatos de charol bien pulidos y su corbata gris.
Su uniforme no era lo único que necesitaba color, su vida era toda una pintura en blanco y negro.
—¡Tae, cariño! —llamó la mujer desde afuera de su habitación. —¡Jimin vino por ti!
Taehyung rápidamente tomó su mochila y la colgó en uno de sus hombros, bajó las escaleras y se encontró con su abuela junto a Jimin, quien se encontraba chismeando, nada nuevo.
—¡Jimin! —saludó el menor, ambos se saludaron con un choque de puños, uno muy inusual, por cierto.
—Dejen de cotorrear y ya váyanse a trabajar, shu shu. —dijo la señora empujando a ambos fuera de la casa.
Los más jóvenes rieron y se despidieron con un cálido abrazo de la mujer de mayor edad. Para Hyunseok, ambos chicos son como sus hijos.
Al final ambos jóvenes se subieron al automóvil de Jimin, un Hyundai última generación. Taehyung puso música haciendo que ambos amigos comenzaran a cantar y bailar, bueno, Jimin no podía bailar, ya que estaba conduciendo y podrían estrellarse.
De pronto una luz de advertencia del carro comenzó a parpadear indicando que se habían quedado sin gasolina, Jimin condujo hasta la gasolinera más cercana.
—Veré si las llantas necesitan aire. —avisó Jimin, Tae asintió, el pelimorado se bajó del auto para revisar las llantas.
Una vibración inusual provino de su bolso trasero, Taehyung saco su celular y miro con una ceja alzada el número desconocido que le llamaba.
Decidió responder, ¿Que tal si es una de esas empresas de idols que quiere contratarlo?
No sabía bailar muy bien, pero aseguraba que deslumbrará a todos con su increíble rostro.
— Kim Taehyung, ¿En qué puedo ayudarlo? —respondió con tranquilidad mirando a Jimin a través de la ventana, al parecer estaba discutiendo con un empleado.
—¡Taehyung, hijo! Es un gusto poderte escuchar. —respondió con un tono cálido la voz al otro lado de la línea.
—¿Con quién hablo? —preguntó lo más calmado que pudo, aunque por dentro no sabía cómo reaccionar.
—Ah, Taehyung, me duele el pecho con tu frialdad, aunque admito que la merezco. — Seokjin soltó una pequeña risa. —Soy Kim Seokjin, dueño de Jin's products, y tú eres Kim Taehyung, mi hijo.
Aquellas palabras lo dejaron helado, su respiración se contuvo y ningún sonido pudo salir de su boca.
—No me cuelges, por favor. —suplicó Seokjin. —Comprendo perfectamente que ahora estés muy impactado, yo lo estaría. —rió nervioso. —quiero que sepas que nunca nos olvidamos de ti, tu madre y yo, lamentamos no poderte cuidar correctamente, y nos encantaría que regresaras con nosotros a Seúl, y poder recuperar todo el tiempo perdido, oí que tienes estudios para administrar empresas, ¡Sería una alegría que te unas a Jin's products!
Taehyung abrió y cerró la boca, no encontraba como expresarse, todo iba muy rápido para él.
—Taehyung, tú eres el heredero original, vuelve con nosotros junto a tu pareja y todo será tuyo.
¿Pareja? ¿Espera esto es una broma?
—¿Q-qué? —fue lo único que pudo decir, no lo juzguen.
—Sí, Jin's products es una empresa familiar, la manejaras junto a tu pareja, esas son las reglas, haz que me sienta orgulloso de ti. —guardó silencio unos segundos. —Buenas noches, hijo.
La llamada se cortó, sin embargo Taehyung sostenía aún su celular cerca de su oreja, luciendo como una estatua. Su rostro era una combinación de asombro, confusión, tristeza, alegría, ira... Su rostro reflejaba mucho y él no podía decir nada.
—Recuerdame no volver a venir esta gasolinera. —gruñó Jimin subiéndose al auto muy enojado e indignado por el trato tan irrespetuoso que había tenido, ¿Cómo lo iban a confundir con un prostituto por ser mesero de un bar? Eso es estúpido y grosero, le daban ganas de cometer crímenes de odio.
Su enojo se desvaneció al ver el rostro atónito de su compañero. —¿Estas bien? —preguntó con preocupación.
El menor lo miró unos breves segundos, seguía procesando todo lo que le había dicho el tal Seokjin.
¿Debería aceptarlo?
¡¿Estás loco?! ¡Claro que no! ¿Que no recuerdas como te abandonaron esos señores?
Se oía arrepentido...
¡¿Eso qué?!
Además, él estaba interesado en mí, parecía suplicar por que me fuera con ellos, tal vez ellos me necesiten...
Entonces yo podría cumplir mi sueño.
Mi sueño...
Analizó a Jimin, es apuesto, tiene con carácter agradable y sin duda es alguien de confianza, tal vez él podría hacerse pasar por su pareja, pero tan rápido como apareció así de rápido desapareció, pues la última vez que le había pedido eso las cosas no terminaron para nada bien.
Digamos que su nivel de maldad es muy grande como para alguien tan pequeño.
Entonces, una vaga imagen de su compañero de barra le pasó por la mente, y el enamoramiento que tenía con su mejor amigo, eso lo hizo sonreír.
—Sí, hay que apurarnos. —le dedicó una sonrisa algo extraña para el mayor, pero la dejó pasar y encendió el auto.
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Novios Falsos | ᵗᵃᵉᵍⁱ |
FanfictionSer el primogénito de una pareja de empresarios millonarios puede ser fenomenal, ¿No es así? Digo, puedes tener todo lo que quieras, el dinero no es una preocupación para nada. Lástima que para nuestro protagonista no es así. Abandonado desde niño e...