Especial Semana de Miel

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"Sexto día con la razón de mi vida, hoy vamos a entrar en pánico"


Feliz San Valentín. ¿Les he dicho ya que los amo? Porque lo hago, gracias por ser pacientes conmigo.

Advertencia del capítulo: +18. Angustia.

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No sucedió de inmediato, o al menos no me lo pareció.

Note el distanciamiento de Edward durante la noche cuando nos acurrucamos para hablar susurrando de ida y vuelta en la comodidad de el resplandor post orgásmico esperando a que me quedara dormido, Edward no se había visto mal de ninguna manera y aun así algo en la forma en que se comportó me pareció... distante, como si su mente estuviera en otra parte.

Solo entendí que algo estaba realmente mal cuando desperté la mañana siguiente. Para empezar Edward no estaba junto a mí en la cama y aunque lo correcto era pensar que estaba preparando el desayuno para mi o algo así, había algo que se sentía incorrecto en el aire, una especie de premonición que habitaba solo en mi mente.

Me apoye en la cama con un codo mirando a mi alrededor con ojos borrosos por el sueño y un nudo desagradable en la garganta. No sabía que me despertó, pero se sentía muy parecido a abrir los ojos después de una pesadilla.

—¿Edward? —Mi voz salió rasposa, demasiado dolorosa para ser usada en mi garganta seca.

No hubo respuesta. Me senté en la cama por completo observando las mantas arrugadas, las pocas almohadas tiradas al azar en el suelo de la habitación y el sol apenas asomando sobre el mar. Todo era pacífico, idílico casi, pero todavía no podía ver ningún rastro de mi esposo.

—Edward—Llame de nuevo y espere el susurro de sus pasos dirigiéndose a la habitación o su grito desde la cocina para avisarme que estaría aquí en un minuto, pero después de un momento sin nada me empuje fuera de la cama buscando mis calzoncillos.

La sensación de malestar se intensificó. Algo estaba mal.

—¡Ed! —Grite un poco más alto por si está demasiado lejos para escucharme (aunque eso significará que no está en la casa en absoluto).

Salí de la habitación medianamente vestido buscando habitación por habitación sin resultados. Tendría sentido que no estuviera en la casa porque me hubiera contestado de ser así, el oído de Edward era prácticamente perfecto.

Distraídamente me frote el pecho sintiendo como si el nudo en mi garganta se hubiera trasladado a mi corazón en algún momento y estuviera haciendo que la incomodidad se volviera un dolor sordo imposible de ignorar. Vuelvo a la habitación con el ceño fruncido y pasos inestables buscando una nota que no existe, conforme los minutos avanzan siento como si el tiempo se me agotará. Observo el sol alzarse sobre el océano a través de los ventanales, escaneo la playa buscando el distintivo brillo de la piel de mi esposo resaltando con el sol.

Él no está en ninguna parte.

No entro en pánico, no me lo permito.

Edward podría haberse ido a correr por la mañana y se le paso el tiempo o tal vez salió a la ciudad por alguna razón y creyó que volvería a tiempo para que yo despertara... No puedo convencerme de eso ultimo ni por un segundo simplemente no suena correcto.

Si Edward no está en la casa ni la playa entonces ¿Dónde está mi esposo?

Mi cerebro trabaja a toda velocidad, miro sin ver la casa a mi alrededor concentrándome sobre todo en el dolor que hay en mi pecho, eso tiene algo que ver con Edward, lo sé.

A veces te odio (EdwardxJacob)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora