LA NIÑA DE LA CARRETERA

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Esta historia me la contó un hombre joven, al que apenas conocí, pero cuyas palabras se me han de quedar grabadas toda la vida, pues nunca dude de su sinceridad, ni el tampoco tenía ningún motivo para mentirme.
Cada cierto tiempo recibo en mi trabajo a gente interesada en realizar prácticas de campo, estudiantes que están por terminar sus estudios, también en ocasiones y cuando es necesario, entrevisto a gente que cubrirá alguna vacante dentro de la empresa.
El otro día, realice una de estas entrevistas, se trataba de un muchacho de 27 años casado y con 2 hijos; lo primero que me sorprendió, es que en su currículo marcaba como único trabajo realizado hasta entonces la actividad de trailero.
Le realice las preguntas de rutina, para saber si tenía el potencial necesario, así como la disponibilidad requerida y entonces le pregunte por el sueldo. Para mi resultaba obvio que como trailero debía ganar mucho más de lo que le estábamos ofreciendo, y eso me hacía desconfiar un poco de su historial personal.
Lo vi reacio a hablar sobre los motivos por los cuales había abandonado su anterior empleo, así que medio en broma le comente que si no era porque hubiese visto algún muerto en la carretera, o hasta a la misma llorona.
Por supuesto mi comentario fue de lo más inocente, ya que a cualquiera que le gusten las historias de terror, habrá escuchado alguna vez de apariciones en las carreteras, pero el hombre que estaba frente a mí no lo tomo a broma.
Se puso pálido y secándose el sudor frio de las manos, comenzó a confesar lo que ahora les relato.
"He sido trailero durante 6 años, y como usted dice estamos acostumbrados a escuchar todo tipo de leyendas y cosas que pasan en las carreteras, pero jamás viví nada en carne propia, hasta hace un par de semanas.
Me encontraba yo, camino a entregar una carga al municipio de Cholula, eran alrededor de las 2 o 3 de la madrugada, e iba yo solo, porque a última hora mi chalan no había podido hacer el viaje. No había tenido mayor problema hasta ese momento, y no realice ninguna parada hasta el kilómetro donde paso lo que le cuento.
Por fuerza había tenido que tomar el rumbo federal, ya que los patrones no habían querido darme para las casetas, y la verdad si iba un poco sugestionado, porque por esos caminos casi no tránsito y es más probable que a uno lo atraquen.
En eso voy llegando a un tramo, donde se suele atravesar la gente y los animales para llegar a su pueblito, lleno de topes cada 100 metros, y reduzco la velocidad. Al tercer tope distingo en la distancia a una persona parada a un costado de la carretera.
Avanzo con el camión y ya más cerca distingo con los faros, que se trata de una niña vestida de blanco, con los pelos todos enmarañados y enjugándose el llanto con sus faldas.
Mi reacción fue de puro instinto supongo, pues frene el vehículo y me baje de la cabina para ver a la pobre niña. Al acercarme veo que es como de unos 7 u 8 años, de piel morena y descalza; noto también que su vestido es parecido a los de primera comunión, pero está salpicado en varias partes de manchas rojas como de sangre seca,
Me acerco aún más y le pregunto
- Niña, niña, no llores, cómo te llamas, que haces en la carretera a estas horas, donde están tus papas.
La niña llorando me mueve la cabeza como respondiéndome con un no silencioso, para inmediatamente después decirme.
"Señor por favor ayude a mi mama"
Sentí que me hervía la sangre, por la sorpresa de encontrarme aquello, y por mil y un cosas terribles que ya me imaginaba respecto a esa pobre niña y a su madre.
- Niña claro que te ayudo solo dime donde está tu mama
Siguió llorando la inocente, y entonces con un gesto me señalo a un sembradío de mazorcas y echo a correr, yo la seguí ansioso por prestarle ayuda, olvidándome de pedir cualquier auxilio, o de la carga que llevaba.
Atravesamos medio maizal así en plena carrera, pero en algún momento empecé a pensar en lo extraño de aquello y mi mente se despejo de una especie de bruma que hasta entonces la envolvía.
Distinguí con más claridad la extraña luz que tenia la niña, una luz que la hacía perfectamente visible aun en medio de la noche y de aquel maizal. Y también supongo que por instinto, un temor profundo me empezó a llenar las tripas y un calambre me recorrió el cuerpo.
Me pare en seco, tratando de recomponer mis ideas y al gritar para que la infante también se detuviera me percate de un detalle escalofriante "La niña ya no tenía pies", su vestido revoloteaba con el viento y ella seguía corriendo, pero como jalada al interior de aquel maizal por una fuerza invisible, y entonces me pareció más como una marioneta.
Supe entonces que me tenía que largar, algo en lo más profundo me advertía que si no me apuraba no regresaría vivo al camión. Corrí de regreso hasta casi desfallecer, me trepe como pude a la cabina y arranque la maquina con todos sus caballos.
La carga llego toda rota a su destino, mis patrones me corrieron tomándome por un borracho después de escuchar mi historia y aquí me tiene ahora necesitado por mi esposa y por mis hijos"
Hasta aquí se acaba su relato, el cual yo escuche fascinado y con espanto a la vez, al hombre no lo volví a ver, pues preferí hablarle con la verdad y decirle que en ese puesto aunque trabajase de sol a sol no ganaría lo necesario para mantener a 4 personas.
Días después se me ocurrió buscar en Internet noticias sobre aquel tramo de la carretera Federal, y lo que encontré me ha llenado de inquietud y horror, pues en los últimos años se han encontrado allí al menos 6 vehículos abandonados en el asfalto, las pesquisas judiciales dicen que podría tratarse de bandidos o secuestradores; aunque jamás se hayan encontrado cuerpos o pedido rescates, pero ahora pienso que quizás se trate de otra cosa mucho más

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