capítulo 18.

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Después de tanto tiempo soñando con ella, le costaba creer que volvía a estar a su lado. Billie dormía junto a ______ con el brazo apoyado sobre su cintura y una paz absoluta reflejada en su rostro. ______, no. Pero tampoco se movía. Disfrutaba sintiendo el calor de Billie a su lado, acompasando su respiración a la de la chica, que a veces mascullaba algo en sueños para volverse a quedar en silencio.

Ojalá se hubieran conocido en otro lugar. En otro tiempo. En aquel que Billie recordaba sin haberlo vivido, donde cada día no era una nueva prueba de supervivencia. Donde aquellos momentos de paz, abrazadas la una junta a la otra, no hubieran sido la excepción, sino la regla.

______ había abandonado los laboratorios del complejo, pero los laboratorios no la habían abandonado a ella. La pesadilla de la aguja, el miedo a que le extirparan su esencia o el recuerdo de lo débil e impotente que se había sentido ahí dentro no la dejaban descansar. Madame Battery le había recetado unos tranquilizantes, pero aún tenía el bote intacto. Temía que, si se acostumbraba a dormir a base de medicamentos, tendría dificultades para volver a hacerlo de manera natural.

Billie musitó algo en sueños de nuevo y acercó su cabeza al cuello de ______. Aunque la joven le sacaba unos cuantos centímetros de altura, cuando dormía, Billie se acurrucaba con las piernas dobladas y al final acababa siempre dormida sobre ella. «Estás a salvo, estamos a salvo», parecía decirle ______ con cada caricia sobre su cabeza.

Había pasado toda su vida equivocada. El amor no debilitaba a las personas. El amor las hacía más fuertes y valientes. Les otorgaba esperanza. Sin Billie, sin las ganas de volver a verla, ______ estaba segura de que no habría sido capaz de sobrevivir a la tortura del complejo. Y si no hubiera sido por ella, Billie jamás se hubiera atrevido a confiar en la heroína que llevaba dentro.

De repente, la chica, como si hubiera sentido que ______ estaba pensando en ella, abrió los ojos levemente y parpadeó antes de estirar el cuello y darle un fugaz beso en el cuello. El cabello despeinado le tocó suavemente la piel y le hizo cosquillas.

-Buenos días.--le dijo.

Ella, por respuesta, soltó un gruñido y se acurrucó aún más sobre ______.

-¿No quieres despertarte todavía?

-Cinco minutos más...--pidió Billie.

-Está bien, pero que conste que nos vamos a quedar sin desayuno.

-Me da igual.--contestó Billie, sin abrir los ojos.--Aquí tengo todo lo que necesito...

______ soltó una risita.

-Me parece que exageras un poco.--dijo ella.

Billie negó en silencio y le dio un nuevo beso en el cuello y otro más cerca de la oreja. ______ cerró los ojos y se dejó hacer.

Era difícil concentrarse cuando la tenía tan cerca. Cuando sus labios recorrían su piel y sentía su respiración. A diferencia de los besos de Diego, los de Billie eran más tímidos, y al mismo tiempo mucho más seguros, más sinceros. Eran los besos de alguien que no había besado en su vida, pero que precisamente por eso los valoraba más. Eran besos que poco a poco iban volviéndose más apremiantes, más enérgicos, más intensos. Besos que demandaban su atención, que ella no dudaba en ofrecérsela.

Sus manos se enredaron debajo de la manta antes de comenzar a recorrer el cuerpo de la otra. Los dedos de ______ acariciaban la piel de Billie mientras ella abrazaba sus caderas y su estómago. Con los ojos cerrados, notó cómo el calor la embargaba por dentro y cómo sus respiraciones se aceleraban y se mezclaban hasta volverse una.

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