A pesar del infernal calor del desierto y del dolor de pies, Chapel se sintió eufórico. Lo había logrado: un puesto entre los más altos cargos del complejo. No solo había logrado informar al gobierno de cada movimiento de los rebeldes, sino que además había conseguido lar de la Ciudadela y llevarse consigo a casi ciento cincuenta incautos dispuestos a seguirle hasta el mismísimo fin del mundo.
Chapel repasó de nuevo las órdenes saltado para asegurar de que no se había ninguna: primero, convencer al pueblo de la Ciudadela; segundo, irrumpir en un almacén de artillería rebelde y entregar aturdidores y armas de fuego entre sus hombres; y finalmente, dirigirse en línea recta al sur, sin detenerse hasta llegar a las dos colinas que en esos momentos veía en la distancia.
El murmullo de las conversaciones a su espalda le confirmaba que nadie sospechaba nada. Se los veía asustados, pero emocionados. Muchos suficientes para acabar con la seguridad del complejo, algo que él mismo se había encargado de incentivar en las múltiples reuniones clandestinas que mantenidas, convenciéndolos de venganza que han ido acumulando a lo largo de los años en la Ciudadela. que no podrían repeler su ataque sorpresa. ¡Ingenuos!
Sus vecinos estaban tan desesperados por creerle que apenas lo dudaron.
Aparte de los espías infiltrados, entre sus seguidores no había ni centinelas ni soldados, ni ningún hombre o mujer con preparación alguna en la guerra. Sí, algunos estado estado envueltos en peleas callejeras y otros altercados que, en alguna ocasión, entrada con la vida de alguien, pero eso era todo. Aun así, creían que no lo necesitaban, que el factor sorpresa, los aturdidores que robado y su deseo de libertad eran suficientes.
-Chapel, ¿a qué distancia se encuentra el complejo?
Supo quién le había hecho la pregunta antes de girarse siquiera: Sonia, la madre de Theodoro, una de sus bazas más importantes a la hora de convencer a los demás de que lo siguieran. Por eso redujo el paso y esperó a que ella lo alcanzara para responderle.
-¿Ves aquellas colinas del fondo? Una vez las atravesemos, estaremos a un par de días de distancia, según los mapas.
La mujer asintió y se pasó de una mano a otra el aturdidor que le había entregado. A diferencia del resto, no lo había soltado durante todo el camino que llevaban recorrido.
-¿Estás cansada?.--se interesó falsamente.
Ella negó en silencio, sin variar el gesto.
-Solo quiero llegar y acabar de una vez con todo.--respondió.
Rondaba los sesenta años, aunque era de las pocas personas allí que parecía más joven. Desde que la conoció, su brazalete siempre se había mantenido en ámbar porque prefería compartir parte de su energía con Theodoro que gastarla en ella. Ahora, por primera vez en años, la luz verde destellaba sobre el metal desgastado.
Chapel apartó la mirada del brazo de la mujer y la fijó en el horizonte. En el fondo se sintió un poco incómodo por aquella situación.
Aún guardaba la invitación que había recibido hacía ya casi un año para reunirse con la junta del complejo en las zonas negras. Por aquel entonces Chapel no sabía ni lo que era la Ciudadela, ni de la existencia de los clones electro, hasta que los propios Bloodworth, Kurtzman y el ya fallecido Bob le contaron la verdad. Se reunieron en una de las enormes salas de juntas de las oficinas gubernamentales.
Chapel siembre había pasado desapercibido entre los habitantes de la ciudad subterránea; tenía un discreto trabajo dentro del Departamento de Corrección. Sin embargo, su fuerte interés por la política le animó a postularse para formar parte del gabinete gubernamental del complejo.
ESTÁS LEYENDO
REVENGE
FanfictionDesde la desaparición de ______, Billie no ha vuelto a ser la misma y la sed de venganza es lo único que la motiva a seguir adelante. Encerrada en lo alto de la Torre, observa cómo la Ciudadela se desmorona mientras los rebeldes intentan controlar...