Me encontraba dando vueltas por el parque, deseando tener una buena idea de qué hacer lo que quedaba de espera. Sentía una urgencia por salir de ese estado inexplicable e indeseable.
Me latía el corazón con fuerza, por lo que mi cuerpo empezó a reaccionar de manera descontrolable. Inconscientemente mis pies se movían al banco más cercano para retomar mi pulso y respiración. Sin espera de una mejora próxima, saqué de mi bolsillo un dulce que no sé cuanto tiempo ha estado en ese lugar, pero debido a la falta de energía, encontraba necesario consumirlo. Sin más preámbulo deposité el azúcar en mi cuerpo para esperar una respuesta favorable a mi estado. Logrando salir de aquella ansiedad, colocándome de pie me dispuse a caminar hacia mi hogar.
Un pequeño cachorro se atravesó en mi camino dándome un tanto de aliento con su colita al compás del viento de otoño. En cuclillas le acaricié la cabeza y reincorporándome me dispuse a tomar mi camino, pero sentí un grito desgarrador desde mis espaldas pidiendo por ayuda. Me volteé esperando ver lo peor, sin embargo, eran un grupo de niños jugando al pillarse y gritando por una ayuda que nunca llegaría. Tranquilizando mi mente por tal reacción di unos cuantos pasos hacia el pasaje que me acercaba un poco más a mi destino.
Abrí la reja y luego la puerta delantera. Sentía el silencio inundar el interior. Coloqué las llaves en su lugar y me preparé para lo que venía. La puerta se abrió prontamente, entró una sombra la cuál he visto repetidamente durante los días del pasado mes. Se dirigió a mí veloz, para ocultar su rostro supongo, y colocándome una venda en los ojos me toma los brazos por detrás y empiezan a pesar mis ojos debido al hedor que desprendía un paño que el desconocido colocaba en mi rostro. Sentí mi cuerpo caer en su complexión debilucha pero aquel estado era un poco desviado de la realidad misma.
Ya no podía más.
Todo lo veía negro, no obstante, mis otros sentidos deseaban indudablemente en hacerme reaccionar. El sujeto, como podía, me arrastraba hacia un lugar que conocíamos muy bien, mi habitación. Me levantó y me colocó en la cama. No era una nueva sensación, ya estaba muy acostumbrada a su compañía. El silencio de nuevo inundó el lugar. Sentía que eran solo minutos de espera por su regreso, pero la costumbre me anunciaba que tal vez habrían pasado horas. Sus pasos por el pasillo eran pesados, e incluso podría decir que podría estar exhausto. Remeció mi lecho al sentarse y sus manos cálidas trataban de reincorporarme. Despierta, decía mientras se colocaba de pie. Cuando logré adaptarme a la luz del amanecer, su voz titubeante y lejana agregó: Llegarás tarde al colegio.
- Abril 2018 -

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WORLDMIND
Short StorySi alguna vez tu mente se ilumina, no desperdicies el momento, es tu hora de brillar. Genera conocimiento, palabras llenas de emoción dignas de ser compartidas. No temas. La imaginación es una vía llena de oportunidades que al ser aprovechada pued...