Mi corazón palpitaba cada vez más fuerte. Y no era necesario sobre pensar el por qué.
Eras tú del otro lado de la calle, asomabas tu silueta con seguridad y arrogancia. Eso mismo que hizo enamorarme de tí.No sabes cuanto extraba verte tan cerca pero a la vez tan lejos.
En frente de mis ojos pasabas sin darte cuenta de mi presencia.
Te perseguí con el sentimiento de culpa en mi pecho. Pero era inolvidable cuanto deseaba verte después de tanto tiempo.
Tus pasos largos me recordaban nuestras caminatas en el campo nublado de aquel invierno de 1976.
No pasó mucho tiempo de cuando cruzamos el bosque donde recuerdo tus palabras cuando me declaraste tus sentimientos. Con tu bella voz me dijiste aquellas palabras que anhelaba escuchar desde que nos volvimos amigos e íntimos.
- Te quiero, me gustas, las dos o una de ellas, no importa - decías mientras te alejabas de mí con cautela.
-Espera, ¿Por qué te vas luego de decirlo? - buscaba tus ojos mientras tomaba tu mano, pero era imposible.
- Ya está, solo necesito que me rechaces.
Y sin dudarlo mucho te abracé, no hallaba las palabras correctas para describir la emoción que sentía al escuchar todo lo que decías con tu arrogante personalidad.
Te alejaste y temí por tu seguridad. Estabas tan lejos de mí que sentí estar desapareciendo por un momento.
Tomaste un autobús, mientras desde el asiento de atrás pude contemplar de nuevo tu silueta. ¿Era tu cabello o tu mirada lo que tanto me cautivaba?. No recordaba el motivo, solo recordaba el sentimiento.
Bajabas los escalones y te seguí. La parada era bastante curiosa, y te veías bastante emocionada. ¿Una nueva pareja?. Y dudé.
No quiero ver esto, pero verte feliz es lo mejor que puedo hacer, aunque mis sentimientos sigan siendo fugaces, y no quiera dejarte ir.Tu cuerpo y manos temblaban, y ya no sabía diferenciar si era por el frío de la tarde o el nerviosismo de aquel encuentro. Caminabas despacio y parabas, pero retomabas tus pasos con un pequeño salto. ¿Alegría?.
Dudé nuevamente y di unos pasos hacia atrás.No puedo, de verdad no puedo.
Entonces volteaste hacia mi dirección, y mi mente solo quería correr a tus brazos, pero mi corazón solo quiso salir corriendo y dejarte ser feliz. Tus delgados brazos temblaron, tus ojos se humedecieron. Y me odié por hacerte sentir esa tristeza.
Entonces sonreí, de lejos te dí un leve saludo. Y corriste. Corriste como si tus pies pudieran alcanzarme. Pero no duró mucho tiempo.
Dejaste de correr al atravesar mi cuerpo.
Desde aquel día, ya no eres la misma y siento haberte provocado ese sentimiento. Debe ser difícil, prometo no volver a mirarte.
- Junio, 2019 -
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WORLDMIND
Short StorySi alguna vez tu mente se ilumina, no desperdicies el momento, es tu hora de brillar. Genera conocimiento, palabras llenas de emoción dignas de ser compartidas. No temas. La imaginación es una vía llena de oportunidades que al ser aprovechada pued...