8. Silencio

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No esperaba menos del día de hoy, caminando tranquilamente sobre la arena húmeda y bastante despreciable a la vista. Las piedrecillas se metían a mis zapatos sin intención de salir de allí, queriendo llenar el vacío de alguna forma que me atormentaba cada mañana.

Eran las 9am y no era necesario estar mirando el reloj mientras mis pasos seguían un camino que de a poco empecé a desconocer. Una avenida larga y silenciosa, que al parecer desaparecía a los automóviles en una especie de portal. Mis oídos solo captaban el sonido de algunos pájaros alrededor tratando de avisar sobre algún peligro próximo. Paredes rayadas, pero sin rastro humano.

¿Qué sucede con esta sensación de soledad?

El sol cada vez se hacía más fuerte y no podía aguantar mucho la mezcla de humedad y calor proveniente del pavimento. No era necesario ser especialista para saber que de algún momento a otro mi cara chocaría contra el suelo mientras mi cuerpo sedería hacia el abismo. Pero mi corazón latía fuerte, y me sentía más vivo que nunca.

Mis pies lentamente recobraran la poca fuerza que trataba de generar con cada bocanada de aire que tomaba en cada cuadra. No era necesario fluir rápido si mi cuerpo cede ántes de llegar al final.

Una puerta roja próxima a mí, se abrió lentamente.

- Por fin llegaste, por favor adelante - Me da su mano y accedo ante el cansancio.

Entro y lo primero que veo son diferentes esculturas de animales a tamaño real alrededor del salón.

- Bueno y ¿Qué te trae por acá nuevamente? - Asiente como si le estuviera hablando, mi boca se mueve pero no escucho ninguna palabra.

Me da alguna especie de papel en mis manos, estaba doblado en varias partes, parecía algún tipo de medicina en polvo porque me hizo sostenerlo con cuidado entre mis manos.

- No lo muevas tanto, trata de mantenerlo en un lugar sin humedad, sin excesos - Se despide mientras me abre la puerta y la cierra rapidamente cuando salgo.

Observo el papel nuevamente y no coincido recobrar mi propia movilidad corporal. Mis manos se movían solas mientras hacían que el polvo cayera sobre mi lengua como si se tratase de algún tipo de dulce.

Pero no sentía nada, mis pies se movían en dirección opuesta, pero no notaba cansancio, ningún síntoma anterior.

Y me dejé llevar lentamente.

Los grillos se hacían presentes, unos arboles hacían sentir su presencia gracias al viento del atardecer, los pájaros ya no cantaban. Gruñidos de gatos y ladridos de perros. Autos aparecían y desaparecían de las calles.

¿De verdad estuve solo todo este tiempo?

- Junio, 2020 -

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