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Antes que nada me tengo que presentar, así que con gusto lo haré.
Soy Gemma Arce y tengo 25 años, soy una joven de cabello castaño largo pero no exageradamente, soy muy delgada y de piel morena. No soy el prototipo de chica perfecta, claro que no pero eso es lo que me tocó ser por lo que no tengo de otra más que aceptar.
No me considero una persona hermosa pero tampoco soy fea, me se defender aunque mamá siempre dice que yo soy perfecta, es lógico que lo diga al ser su hija. Una madre siempre verá perfectos a sus hijos.
Mi vida no es emocionante como me gustaría que lo sea, ahora que recuerdo nada ha sido emocionante, nunca lo fue. En mi adolescencia tuve que cuidar de mamá porque enfermó, igual tenía que estar al pendiente de mi hermana pequeña, bueno no tan pequeña ya que solo es dos años menor que yo.
Como dije, nada emocionante.
Siempre he querido y soñado que alguien se enamore perdida mente de mí y me saque de la monotonía para sentir emoción en mi vida, ahora solo trabajo para darle dinero a mis padres y ayudarlos en lo que pueda. Mis padres deben ser mi prioridad, debo devolverles todo lo que me dieron.

¿No es aburrido hacer lo mismo todos los días? Bueno, así me siento yo. Salgo al trabajo, regreso del trabajo y a dormir, la misma rutina de lunes a viernes. Aunque de igual forma no puedo hacer nada porque soy demasiado perezosa como para salir con amigos, empezando porque no tengo amigos. Sí, suena triste pero esa es mi triste realidad.

Ahora me encuentro de camino al trabajo, como mencioné mi rutina de todos los días, casi todos.
Estoy caminando ya que la oficina queda cerca de mi casa, de hecho no son ni 10 cuadras que camino. En estos momentos agradezco a ver buscado una casa cerca.
Tengo tiempo de sobra, así que pase a la cafetería de siempre para poder desayunar algo porque como dije soy muy floja para prepararme algo de comer. Debo de empezar a cambiar eso... Naa será otro día. Por mientras sobreviviré con lo que hay.

Estoy formada para que puedan atenderme cuando, de la nada, me empujaron. Sentí que algo líquido había caído en mi blusa, mire mi blusa justamente color blanca y en efecto una horrible mancha de café yace ahí. Lo que se me hizo raro es que no esté caliente ni tampoco frío, aunque ese no es el punto ahora.

¡Un estúpido me ha tirado café encima!

Alce la mirada molesta para ver al responsable de esto y lo vi a él, me quedé viéndolo por un rato. Es muy guapo. Su color cabellos azabache brilla demasiado como si tuviera vida propia y gritara "¡hey! ¡Mirame!". Es alto, me sentí diminuta al tenerlo enfrente.

—Perdón, de verdad que no ha sido mi intención —dijo él en lo que busca algo en su saco.

—Lo siento mucho, fue sin querer, lo lamento en serio —habló el causante de todo esto, un niño de aproximadamente 10 años. Lo mire con mucha molestia y él fue bajando el tono de su voz con miedo.

—Toma puede limpiar se con esto —él me tendió una servilleta, que aún embobada acepté. Me miro confundido para luego regalarme una diminuta sonrisa. Sus ojos son claros... Son bonitos, no que mis ojos son más oscuros que el mismísimo color negro.

El niño no dejaba de pedir perdón, "que lo sentía, que no había sido su culpa" y no sé qué tanto más, e irritada por su presencia le dije, creo que más bien le grité, que estaba todo bien, que me dejara en paz y sin más que decir o hacer me fui del lugar. Me desesperó más el hecho del que el niño hablara mucho a la mancha que se encuentra en mi bonita blusa.

Genial había empezado muy bien el día. Muy bien Gemma, así se enpieza.
¡Ni siquiera había desayunado! Tengo mucha hambre.
Ya ni tiempo para desayunar me queda así que mejor camino a la oficina.

Aunque si le veía el lado bueno a esto, vi a alguien. A alguien guapo. Y esos pensamientos me hicieron dar cuenta de que si estoy muy urgida por encontrar a alguien.
Es joder, era realmente guapo, y no hice nada más que quedar como una pesada y boba delante de él, qué vergüenza. Vergüenza es mi segundo nombre, por si no sabían.
Siempre tengo que estar haciendo el oso en todos lados.

Llegue a la oficina sin darme cuenta, así que me dirigí al baño para poder limpiar tan siquiera un poco mi blusa o hacer el intento de que no se note tanto, una vez que entré me encontré con Aina maquillándose, lo que no se me hizo nada raro.
Aina es mi mejor amiga que casualmente también trabajaba conmigo en la oficina. A ella la conocí cuando recién me mudé aquí, yo era una muchacha de pueblo, no de cuidad. Por lo que se me dificulto el conocer la cuidad. Un día estaba en el parque y vi que a ella se le cayeron sus compras por lo que corrí a ayudarla. Desde ese día somos inseparables. Aún sigo analizando el como somos mejores amigas.

—¿Pero qué te pasó? —exclamó rápidamente cuando me miro a través del gran espejo que cubre casi toda la pared.

—Un idiota me ha tirado café encima por culpa de un niñito —exprese de mala manera. No es que me moleste lo que pasó, más bien me molesta que no comí nada.
Y la comida es algo sagrado para mi.

Agarre una servilleta y camine para remojarla en agua, la pase fuertemente en mi blusa para poder reducir la mancha.

—Ay que barbaridad y justo hoy que debemos estar más presentables que nunca —dijo con falsa tristeza mientras se miraba al espejo y se acomodaba su largo cabello color rojo. Que envidia le tengo a su cabello, no que el mío a veces se pone indomable.

—¿Por qué lo dices? —detuve mi acción y la miré sin entender de lo que habla.

—¿Qué no te avisaron? —negué con la cabeza cuando me miró sorprendida. ¿Y ahora qué?

—Pues resulta que hoy viene uno de los directivos de la empresa, escuche que el más joven y dicen por ahí que es muy guapo —explica mientras se pintaba los labios de un color rojo intenso haciendo juego con su cabello y su vestimenta. Ese color le favorece mucho a su piel morena, de hecho es su color favorito. Igual el negro es otro de sus colores favoritos, por eso cuando hay ocasiones especiales se pone un vestido negro que se ciñe a su esbelta figura.

—Genial, lo que me faltaba —puse la servilleta en el bote de basura mientras negaba con la cabeza completamente frustrada.

—Cálmate mi amor, no creo que se fije en los empleados —me lanzo un beso una vez terminó de maquillarse. Claro para ella fácil porque esta presentable, no que por mientras yo seré la burla.

—Que ayuda, eso no me sirve de nada —me dirigí a la puerta para salir de una vez.

—Tranquila todo estará bien —trató de darme ánimos.

No respondí, realmente estaba de mal humor, mi mañana no había empezado nada bien.

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