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Me levante con muchos ánimos, demasiados diría yo, incluso me atrevo a decir que todo fue por el sueño refrescante que tuve, dormí plácidamente como un lindo bebé recién nacido. Rara vez que tengo sueños profundos, soy de esas personas que aunque cante un pequeño grillo no puedo dormir por el ruido. Tengo sueño ligero.
Me duche y al terminar de secar mi cuerpo me arregle, incluso me maquille un poco para verme mejor, usualmente no lo hacía porque no sé hacerlo, soy un asco en eso de "verme bien". Mamá siempre era la que me peinaba o me maquillaba, no aprendí hacerlo porqué casi no tenía tiempo. El tiempo libre que tenía era muy limitado por cuidarla a ella y a Laia, al igual que hacer las actividades hogareñas como limpiar la casa, cocinar, lavar la ropa de todos, etcétera. Laia a comparación de mí, sabe como maquillarse, de hecho fue por un tiempo a trabajar en una estética y ahí aprendió sobre maquillaje y cortes de cabello. Papá le dio permiso de ir a " distraerse" un rato, por ello se iba.
Una vez lista salí para ir al trabajo, estaba caminando cuando vi que Abdel también lo hacía, está al otro lado de la calle, él al verme me regaló una sonrisa que gustosa le devolví. ¿Ya dije que me gusta su sonrisa?

—Buenos días —dijo una vez que camino hacia donde me encontraba. Sí, me quede ahí parada esperando a que llegara a mi lado.

—Muy buenos —devolví, —Me dirigía a la cafetería ¿me acompañas?—pregunte señalando la linda cafetería que amo. Suponía que me diría que si, o al menos eso era lo que esperaba. Él es muy amable así que no creo que se niegue.

—Por supuesto que si —no pude estar más que feliz por su respuesta, sabía que no se negaría. Lo mire, era algo que no se puede evitar, iba con su traje negro de nuevo, se ve guapo. Bueno aunque para mi siempre se veía guapo.

Empezamos a caminar hacia la cafetería mientras íbamos hablando de temas triviales, cosas sencillas. Teníamos demasiado en común, desde la música hasta la comida favorita. En esos momentos confirmé que él es mi alma gemela.

Una vez llegamos a la cafetería nos formamos para que nos atiendan, una de las cajeras se le quedó viendo de más, sentí una pequeña molestia, cuando nos atendió le coqueteó mucho sonreía demasiado, eso hizo que mi molestia creciera. Abdel pago los dos cafés, ya que según él, me lo debía por el incidente del otro día, la muchacha rubia le dio un guiño pero él no le prestó atención lo que me hizo sonreír triunfante eso a ella le molestó porque me volteó los ojos.
Después de eso seguimos caminando y así fue como juntos llegamos a la oficina tomando café y platicando cómodamente.

—Bien, hemos llegado a nuestro destino —indique mientras suspiraba lentamente. No quiero que se aleje de mi, quiero que se quede a mi lado. La pasé muy bien con él en este pequeño rato y ahora no quiero que termine.
Ahora me arrepiento de no haber hecho esto antes.

—Así es, nos vemos al rato —me miro a los ojos y me sentí diminuta.

—Espero así sea — le di un beso en su mejilla y me quite rápido de ahí muriendo de vergüenza, no me iba a quedar a ver su reacción. Que tal si se molestaba, no quería que me hiciera un show y volver a ser el centro de atención de la oficina.

Iba sonriendo tontamente mientras caminaba hacia mi escritorio, hasta que oí mi nombre.

—¡Gemma! —gritó eufórica mi mejor amiga

—¿Qué pasa? —pregunté extrañada por su actitud.

—¿Qué qué pasa? Eso dime tú —me señalo con su dedo índice. Mire su dedo y me gusto el color de sus usas postizas, son rosas con brillos plateado. Muy bonitas, como ella.

—No entiendo, explícate —dije cuando salí de mi pequeño trance. Sus uñas siempre llaman mi atención.

—Me debes explicar qué es lo que está pasando entre el nuevo jefe y tú —me volvió a señalar solo que ésta vez no mire sus uñas.

—No está pasando nada —sentí mis mejillas arder por su insinuación.

—Entonces porque toda la oficina no deja de hablar de ustedes dos —ahora señaló a nuestras compañeras quienes  cuchicheaban entre ellas.

—No tienen que decir nada porque no está pasando nada —conteste segura, bueno mi voz sonó segura.

—¿No hay nada que decir? —repitio, —Qué casualidad que el primer día que llega, a la primera mujer de la oficina que habla es a ti —indicó mientras hacía movimientos raros con sus manos—. Luego se van juntos de la oficina —abrí la boca para hablar pero ella no me dejo ni soltar una letra—. Y no lo niegues porque los vi ayer. Ahora hasta llegan juntos en la mañana y le das un beso en su mejilla.

—Sabes bien que es lo que pasó desde el principio, no se porque te alteras tanto. Y no negaré lo demás, ¿cómo es que sabes todo eso? —pregunte extrañada.

—Es que no me estás contando nada, osea te estás ligando al hombre más guapo de aquí y no me dices, sabes mejor que nadie que aquí los chismes vuelan y más si se trata del nuevo jefe que todas se quieren tirar.

—No me estoy ligando a nadie y mucho menos me lo estoy tirando —hice una mueca de fastidio, aunque técnicamente eso era lo que estaba haciendo, no tan así pero ese era mi plan.

—Bien, tú no mientes así que te creeré —dijo pareciendo rendida y es de esperarse, ella sabe que le cuento todo.

—Es lo mejor que puedes hacer —conteste riendo, empecé a caminar de nuevo hacia mi sitio de trabajo porque si seguía hablando con ella de seguro me atrasaría y quiero llegar temprano a mi casa.

—Recuerda que soy tu mejor amiga y lo que dices no concuerda con tu maquillaje —me gritó mientras se dio la vuelta.

Me reí porque sé que ella está más emocionada que yo y a fuerza quiere emparejarme con Abdel. Sé que ella quiere que sea feliz... Yo también quiero ser feliz y creo que ahora lo estoy logrando.

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