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Después de esperar, al fin iba a comprar mi vestido de novia. Lo que quise desde que Abdel me pidió matrimonio, solo que mi sueño se hubiera cumplido si mi mamá estuviera aquí conmigo. Al menos tengo a mi hermana.
Laia me iba a acompañar a escogerlo porque según ella no tengo buen gusto, como dije, somos diferentes. Estoy emocionada y, a la vez, nerviosa.

—¿A dónde vas? —le pregunté a Abdel cuando observé que salió del baño arreglado con su típico traje de negro. No sé en que momento se arregló.

—Tengo que salir, lo siento cariño —se empezó a peinar con rapidez.

—Hoy saldré con Laia a comprar el vestido de novia —dije con emoción. El no sabía que tenía planeado salir.

—Que bueno cariño —se miró por el espejo arreglándose el traje. ¿Por qué es tan guapo?

—No sé a qué hora voy a volver —solté porque tenía miedo de que él llegará y nosotras aún no.

—Está bien.

—Supongo que nos vemos al rato —hablé triste por su reacción.

—Así es, en la noche te daré una sorpresa —eso me hizo sonreír. Me gustan sus sorpresas. Siempre le gusta sorprenderme.

Él siempre tan considerado.

—Si cariño nos vemos —se acercó y me dio un beso en la cabeza para salir de la habitación.

Por mientras me arreglé para ir a comprar el desayuno. Me puse un pantalón de mezclilla y una blusa de tirantes negra, luego me cepille los dientes y me hice un moño todo mal hecho.
Dejaré a Laia dormir porque ayer en la noche recibió una tarea que tenía que entregar hoy a medio día. La pobre se durmió hasta las 4 de la madrugada y eso porqué Abdel se quedó despierto con ella ayudándola a hacer su tarea. Prácticamente no durmieron nada esos dos, yo los hubiera ayudado pero el arte no es lo mío, de hecho me sorprendió tanto que Abdel sepa tanto del tema para ser un empresario.

Una vez lista agarré dinero y las llaves y empecé caminar a la cafetería.
No tarde mucho como otras veces, extrañamente no había casi nadie en la cafetería y eso es raro ya que los fines de semana se suele llenar más el local. Cuando regresé a casa me asome a la habitación en donde se estaba quedando Laia y me di cuenta que todavía dormía. No la desperté, se ve que está disfrutando su sueño.

Desayune mi café y mis donas de chocolate sola mientras veo la televisión.
Estaba viendo una película de terror cuando Laia me asustó.

—¿Gemma? —habló ella, eso me haciendo que diera un brinco.

—Hola, ¿como amaneciste? —dije rogando que no se haya dado cuenta del brinco que pegue.

—Lo siento no fue mi intención asustarte —si lo vio, que vergüenza—. Y bien, ¿ya nos vamos?

—Tienes que desayunar —le hice una seña de que se sentara.

—Desayuno en el camino, vamos que será un largo día —dijo chillando emocionada.

Creo que ella está más emocionada que yo.

Asentí. Ella ya estaba arreglada al igual que yo solo que ella lleva unos shorts negros y una sudadera blanca con rojo, así que solo agarré la bolsa con sus donas y su café, aunque esté frío. No la iba a dejar sin desayunar.

Tuvimos que agarrar un taxi para ir a las tiendas, en el camino Laia devoraba todo.
Abdel me había dado su tarjeta de crédito para comprar todo con respecto a la boda.
Así que cuándo llegamos, recorrimos varias tiendas hasta entrar en alguna que nos llamara la atención
A la primera tienda que entramos no escogí ningún vestido por qué Laia dijo que son "anticuados".

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