𝚂𝚝𝚘𝚛𝚢 𝚘𝚏 𝚊𝚗𝚘𝚝𝚑𝚎𝚛 𝚞𝚜 - JJ Maybank (EN PAUSA)

Huracán Agatha

Capítulo editado definitivo♥

Se oía un sonido distante que al pasar los segundos se hacía cada vez más intenso, Brooke abrió sus ojos con pesadez y observó a su alrededor. Lo que escuchaba era nada más, ni nada menos, que su celular haciendo sonar su tono de llamada característico. Con pereza estiró su brazo volcando todo lo que se encontraba en su cómoda en un intento de tomar el celular. Cuando por fin lo logró, lo acercó a su oído sin observar en la pantalla previamente el nombre de la persona que la llamaba.

-¿Si?- preguntó con la mayor voz de dormida. Odiaba que la despertaran de esa forma, pero no podía no contestar, ya que si era algo importante su padre la regañaría.

-Brooke, soy Karen.- al escuchar la voz de su "jefa" o más bien, tía postiza, abrió los ojos al tope enderezándose en su cama, intentando eliminar todo tipo de cansancio o sueño para lograr prestar atención. O al menos, intentarlo – Perdón por despertarte – se rió.- Necesito tu ayuda en la cafetería, parece que todos intentan disfrutar de una bebida antes de que llegue el huracán Agatha, ¿Te encuentras disponible?-

-Claro, seguro. Estaré allí en 15 minutos – contestó al mismo tiempo que se levantaba de la comodidad de su cama, para ir en busca de su uniforme.

-Genial, muchas gracias Brooke. Te espero.- fueron las últimas palabras de Karen para cortar la llamada.

La castaña dejó el móvil sobre su escrito y se encaminó al baño para asearse lo más rápido posible para no hacer esperar a Karen. Una vez que finalizó, se vistió con su uniforme de siempre junto con sus converse blancas que eran un código de vestimenta de la cafetería. Guardó todas sus pertenencias en un bolso y fue hacia su auto en el garaje para emprender camino a su trabajo ocasional. Sabía que su padre no se encontraba en su hogar ya que él iba a primera hora de la mañana a abrir el local, dónde seguramente se encontraba realizando todas las precauciones necesarias y tapando ventanas para que el huracán no generara daños irreparables. Si, se acercaba un huracán a la costa Oeste y según los noticiarios, no sería algo tranquilo cómo veces anteriores.

Sus pensamientos quedaron completamente interrumpidos al llegar a la cafetería. Karen corrió a saludarla con un gran abrazo. Brooke sonrió, ella era como una figura materna para la castaña, aquella figura que le faltó toda su infancia e incluso adolescencia. Ella era la mejor amiga de su padre desde el primer momento que se mudaron a Outer Banks y Brooke agradecía eso, ya que sabía que su padre necesitaba a alguien cómo Karen, la cual lograba sacarlo de su sillón y lo motivaba a hacer cosas por su bien. Realmente, era un ángel.

-Muchas, pero muchas gracias por venir.- comentó mientras por su parte, la castaña se dirigía a su puesto de trabajo cómo cajera

-No tienes que agradecer, para eso estoy, ¿Cierto?- contestó al mismo tiempo que comenzaba a tomar los pedidos de la gran fila que se había formado para esperar a ser atendidos. Karen tenía razón, la cafetería explotaba de gente y no podía evitar pensar en cómo en vez de quedarse en sus casas tranquilos, ellos decidían tentar a su suerte contra un posible huracán. Aún le sorprendía a Brooke, pero sabía muy dentro suyo, que después de tantos años era algo normal para la gente de la ciudad, definitivamente algo que ya tenían completamente normalizado.

Dos horas pasaron desde la llegada de la castaña a la cafetería, por fin había logrado atender a todos los clientes que esperaban su pedido. En ese momento exacto, mientras terminaba de contar el dinero de la caja, se escuchó la alarma que avisaba que el huracán estaba por llegar a su peor estadio. Con sus compañeras comenzaron a ayudar a su tía a tapar las ventanas con tablones de madera y además guardar todo en su lugar. Cuando terminaron todo, cada uno emprendió su camino a su hogar. Brooke se despidió de Karen y llamó a su padre para preguntarle si necesitaba ayuda en el local de surf o si debía irse directo a su casa a preparar las provisiones para pasar la noche, ya que era algo como un "ritual" las noches o días de huracán armar una especie de "fogata" de mentira dentro de casa lleno de cosas dulces y juegos de mesa. Eran su parte favorita de esos fenómenos meteorológicos ya que de por sí, les tenía pánico. La señal ya comenzaba a funcionar defectuosa por lo que solo pudo hablar con su padre lo justo y necesario para que lograra avisarle que ya se encontraba en su hogar y que la estaba esperando.