El único momento en el que podía amarla,el único momento en el que podía acariciar su rostro, la suavidad de su piel y perderme en esos hermosos ojos verdes, era cuando me llamaba por la madrugada pero no para reclamar un poco de mi sexo, sino para que le hiciera compañía en sus largas noches de insomnio. Y yo accedía, porque estaba profundamente enamorado de ella, de sus largas piernas y del brillo de sus tatuajes. Antonella era una obra de arte, Antonella era de esas mujeres que llaman la atención entre la multitud, no por su cuerpo sino por su forma de caminar. Tan segura de sí misma, tan inteligente; se notaba a kilómetros la cantidad de libros que había estudiado en su vida. La noche en que la conocí, como olvidarlo, estaba demasiado drogado, mi novia sentada en mi regazo besando mi cuello, el tiempo se detuvo cuando entró por la puerta principal, no escuchaba el sonido de la música ni la gente hablando a mi alrededor, un ángel en medio del infierno. Vestido corto, piernas largas y firmes, cabello corto platinado, una sonrisa que podría causar la muerte de cualquier ser humano. Allí estaba, tan cerca y tan lejos de mi, bailando al compás de la música, riendo y tomando cerveza de una botella pequeña. Por primera vez en mi vida tuve miedo, nervios de no poder conquistarla. No me importó que mi novia fuera la modelo más hermosa de Victoria Secrets, yo la quería a ella. Necesitaba conocerla, invitarla a cenar, porque a primera vista, Antonella era de esas mujeres que no se conforman solamente con una cena en un lujoso restaurante, tendría que esforzarme para llamar su atención. Me acerqué, hablaba con mi productor de números que no entendí muy bien, me regaló una sonrisa y siguió ignorándome. Intenté tomar su mano y eso no pareció gustarle, me miró de manera repulsiva y siguió hablando con mis productores ¿Acaso no sabía quién demonios era? The Weeknd el maldito dueño de la casa y de la compañía, millonario, exitoso ¿Qué más necesitaba para llamar su atención? No era una persona común y corriente y ella me hacía parecerlo. Mientras la rabia corría a toda velocidad por mi sangre, ella se dio media vuelta y desapareció entre la gente. A la mañana siguiente la encontré con un maletín repleto de papeles en mi oficina.
— Señor Tesfaye ¿Tiene un segundo para responder algunas preguntas?
— Adelante.— Levanté la mirada, vestía una camisa blanca y una falda al cuerpo color gris perla, unos anteojos blancos y la cara perfectamente maquillada.
— Señor me presento, mi nombre es Antonella Gonzales, seré la nueva economista de la compañía.
— Tu estuviste anoche en la fiesta.
— ¿Disculpe señor Tesfaye?
— Quise tomar tu mano y me miraste como si fuera una mierda.
— Necesito que firme unos documentos y que me de unas claves para empezar a trabajar con los bancos señor Tesfaye.
— Abel, llámame Abel ¿Por qué me rechazaste?
— No estuve anoche en ninguna fiesta señor ¿Sería tan amable de brindarme la información que necesito?
— Si... Claro— Se acercó a mi asiento detrás del escritorio y su perfume importado llegó a mis fosas nasales, teletransportandome al espacio. Quise tocar sus piernas, iniciar un recorrido de besos que concluyera en su sexo. Un segundo más tarde ya estaba fuera de mi oficina, desapareció dejándome lleno de deseo por explorar su cuerpo, ¿Por qué me había mentido? ¿Por qué me había rechazado? Esa mujer era un enigma para mi. A la mañana siguiente toqué la puerta, de la oficina que le habían asignado, y le alcance un cafe de Starbucks. Con una sonrisa en su rostro me agradeció diciendo que era su favorito. Se levantó de su asiento, acomodó su vestido al cuerpo y me dio un cálido abrazo. Besó mi mejilla llenándola de labial rojo, otra vez ese irresistible aroma llego a mi nariz.
— ¿Quiere hacerme compañía señor Tesfaye?— Como negarme a semejante pedido, me senté y la vi teclear a toda velocidad su ordenador, con cara de concentración, sin molestarle mi presencia. La miré por largos minutos, cada tanto me preguntaba sobre mis próximas canciones, le hablaba de música y parecía encantarle. No entendía muy bien su trabajo pero ella parecía entender a la perfección el mio.
— Abel ¿Qué haces aquí? Hola Anto, ¿Terminaste el análisis de mercado que te pedi esta mañana?
— Si Patrick, ya te lo envié por mail hace una hora.
— Perfecto, ¿Y tú? Más te vale que no fastidies a nuestra nueva licenciada.
— Vete al demonio, no te olvides que yo soy el que llena de dinero tu billetera.— Antonella se reía en voz baja y seguía con la mirada perdida en su ordenador. Su risa era un ringtone del cielo. Si hubiera sido por mi, habría cancelado toda mi agenda con tal de pasar todo el día viéndola escribir, pero el estudio me llamaba, las canciones no iban a terminarse sin su superestrella. Me despedí dándole un beso en la mano, con el rostro ruborizado me dedicó una sonrisa y siguió en su mundo. Al anochecer llegué a mi casa, Bella discutía por teléfono con su representante, no quería que sus gritos arruinaran mi estado de felicidad, así que subí directamente a mi alcoba y me acosté a mirar una película de terror de los años 60. Quería que el día terminará lo más rápido posible para volver a verla.
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Where you belong | The Weeknd
Fanfic-¿Cómo durmió señor Tesyafe? - Este es el lugar donde perteneces.- Mis labios se acercaron a su cuello, inhale su indiscutible perfume y dejé un dulce beso que erizo su piel.- Se lo que piensas, ya no la amo, desde que te conocí no he dejado de pens...