Capitulo 14

238 8 1
                                    

Fui débil, caí ante la tentación del demonio de tacones altos, estaba en mi oficina mirando unas noticias de economía internacional cuando tocó la puerta. Llevaba un saco negro largo hasta sus rodillas. Cerró la puerta con seguro y me mostró lo que había debajo. Estaba completamente desnuda, la piel brillante y sin rastros de vello alguno. 

— ¿Qué demonios estas haciendo?

— Nadie se enterara de que estuve aqui.— Se acerco y se abrió de piernas para que mirara su vagina. Quería que la toque, quería que la follara encima de la mesa y como soy demasiado estúpido me deje llevar por su pecado. Sus manos acariciaron mi pecho por debajo de mi camiseta, se sentó en mi regazo provocándome una erección. Extrañaba su cuerpo, ella sin duda era mi amante preferida y era jodidamente hermosa. Su boca se apodero de la totalidad de mi miembro, llenandolo de saliva. Me la chupaba tan rico, que me hizo recordar las veces que tuvimos sexo en lugares públicos, mientras aspiraba cocaína de su cuerpo, mientras nadaba entre mis millones de dólares.  En ese momento me olvide de todo, el libido me hizo equivocarme y destrozar todo lo bueno de mi nueva vida en sólo un segundo. Bajó mi pantalón, estaba dispuesto a cogermela sin preservativos sobre la mesa, hasta que alguien toco la puerta. La corri rápidamente de mi regazo, acomode mi ropa y desnuda abrió la puerta, le dedicó una mirada complice a mi secretaria y desapareció de mi oficina sin vestirse. 

— Parece que vine en mal momento. 

— No Jess... Espera... Yo no...

— Antonella es una buena mujer, no merece que la engañes.

— Es que no es lo que crees. Por favor déjame explicarte...

— No hay nada que explicar señor Tesfaye. — Antonella había llegado a mi oficina, con su móvil al oido y sus zapatos en su mano libre.

— ¿Qué sucede? Hola amor, tenemos que irnos a la  reu.... ¿Qué le paso a tu pantalón?

— Ah me olvidaba de mi ropa, siempre es un placer coger contigo... Adios Abel. Tu hombre siempre será mío perra.— Bella entro en el momento justo a recoger su abrigo,  Antonella se petrifico, su móvil cayo al suelo y sus ojos se llenaron de lágrimas. 

— Mi amor déjame explicarte. 

— Jess... Dime que...

— Cuando llegue ella estaba aqui dentro y sin ropa. No me importa señor Tesfaye si quiere despedirme pero me parece que es lo correcto que Antonella sepa la verdad. 

— Te la cogiste, se nota en tus pantalones.

— No, Jamás lo haría... No es lo que crees cariño.

— Cuando vuelva de la reunion quiero todas tus cosas fuera de mi casa.

— No... Amor no puedes dejarme. 

— Apúrate a sacar tu mierda de mi casa. Tienes 3 horas.

— No me iré a ningún lado sin ti, amor tienes que creerme.

— ¿Jess tienes el informe que te pedí del mes pasado?— Ambas mujeres desaparecieron de mi oficina, el miembro se me bajo y las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas, la había cagado.

No quería irme, este departamento era lo más cercano al hogar que jamás había tenido. No quería despertarme en una cama sin su calor, no quería prepararme el desayuno para mí solo. Mi proyecto de vida con ella se había ido al demonio, todo por la culpa de la hija de perra de Bella. El anillo de compromiso aún descansaba en mi bolsillo, con los ojos llenos de lágrimas empaque mi ropa y algunos objetos de valor, necesitaba recuperarla. Necesitaba demostrarle que era el hombre que ella merecía en su vida. La perfección había estado en la palma de mi mano y no supe cuidarla, el pecado y los restos de una erección sin amor, arruinaron mi idilio. 

— ¿Todavía sigues aquí?
— No pienso irme a ningún sitio sin ti.
— Junta tu mierda y lárgate de mi apartamento.
— Antonella yo te amo, ella entró desnuda a mi oficina, tienes que creerme.
— ¿Y por qué no llamaste a seguridad para que la saquen? Tu no haz cambiado.
— Porque fui un idiota, pero no me la cogí, jamás te engañaría, tu eres el ángel que me dió la entrada al paraíso.
— Por eso no quería enamorarme de ti, porque no somos compatibles. Ella tenía razón, tu siempre serás suyo, eres un maldito puerco y drogadicto.
— Por ti llevo dos meses limpio, por ti he cambiado.
— No quiero volver a verte Abel.
— Fui débil, pero tú eres perfecta y si me perdonas seré capaz de ser el hombre que tú mereces.
— Junta tu mierda y vete de mi vida.— Se llevó el teléfono celular al oído y se encerró en la habitación. Seguro cambiaría de trabajo y mi última chance por recuperarla se habría ido al demonio. Miré las maletas repleta de ropa que no quería, me aterraba la idea de encontrarme solo en una mañana sin sentido. Dejé mi juego de llaves encima de la mesa, miré por última vez aquellas cuatro pareces que tanto amaba y volví a mi antigua vida.

La primera semana fue más aterradora de lo que jamás habría imaginado, la barba me había crecido al igual que las marcas en mis ojos, sólo comía comida chatarra, no me preocupaba por asearme o realizar actividad física. Hacía una semana que no salía de mi alcoba, Bethy se encargaba de traerme la comida a la cama y de escucharme llorar, me arropaba como si fuera mi madre y me consolaba diciendo que el amor es capaz de perdonar cualquier cosa. Pero en el fondo sabía que eso no era cierto, ella jamás merecería a un maldito hijo de perra como yo. Algunas noches la imaginaba con otro hombre, uno de negocios, alto y con los  abdominales marcados, todo lo contrario a mi persona. Un hombre libre de vicios y capas de hacerla sonreír. Estaba cansado, con el corazón roto y con muchas ganas de que contestara mis llamadas. Todos los días le enviaba flores y sus bombones preferidos, jamás obtuve respuesta, algunas tardes la esperaba en la puerta de la compañía a qué terminará de trabajar pero ni aún frecuentando nuestros lugares preferidos lograba encontrarla.

El primer mes sin ella fue terrible, lo único positivo es que escribí las canciones que me faltaban para terminar mi próximo disco. Pero mis canciones no tenían alma si ella no las escuchaba, si ella no me besaba como antes.
Durante el día, soñaba y por las noches los demonios acechaban mi cabeza, el mundo empezaba a perder sentido. Miraba el anillo de compromiso una y otra vez, imaginaba su cuerpo abrazando al mío, besando cada parte de su rostro, no quería acostumbrarme a esta soledad, a esta vida sin ella.

—  ¿Jamás te darás por vencido? — Su voz al teléfono me llenó de esperanzas. 

— Tenía la esperanza de que en algún momento contestarias mis llamadas. Te extraño, estos meses sin ti...

— No sigas Abel, eres un maldito mentiroso que me ha roto el corazon. 

— Tienes que creerme, jamás te engañaría, eres todo lo que amo. 

— Vi las fotografías que subió tu novia a instagram. 

— ¿De qué hablas? 

— Bella hace una hora subió fotos de ustedes juntos, ¿Tan rapido te olvidaste de mi?

— ¡Qué! ¿De qué hablas? A Bella no la veo hace meses y tampoco tengo intenciones de hacerlo. 

— Pero las fotos...

— ¿Confías en mi? ¿Hola? ¿Anto? Se que estas del otro lado, lo siento la cagué contigo, intenté ser un mejor hombre y aún asi no fue suficiente pero quiero que sepas que te amo y te seguiré esperando. Moriría por ti, viviría por ti, porque eres perfecta, eres mi canción preferida... Eres...

— ¿Abel estas llorando?

— No he dejado de hacerlo desde que no estamos juntos. Quería llevarte de vacaciones a Brasil, como tanto lo habías soñado, quería verte escribir tu proximo libro de economia, quería proponerte matrimonio, por Dios quería una vida contigo. Dejame recuperarte, prometo esta vez no volver a equivo... 

— Abel me mudaré a Nueva York, ya no tengo nada que hacer en Toronto. 

— Vamos juntos, escapemos de esta maldita ciudad. 

— No Abel, ire sola, necesito olvidarte. 

— Yo no quiero olvidarte, eres lo mejor que jamás he tenido en esta vida. Por favor dame una segunda oportunidad ¿Anto? ¿Sigues ahi?

***

Where you belong | The WeekndDonde viven las historias. Descúbrelo ahora