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Amelia...

Siempre he sido una chica grande y estoy consciente de ello, pero todas esas burlas y tontos comentarios de las personas "delgadas" pueden dañarte o simplemente dejarlas pasar. Desde que era pequeña esas críticas que empiezan en reuniones familiares, " Dios, hija estás más gorda", " primita por favor empieza a hacer ejercicio o ya no cabras por esa puerta". Eran algunas de las más comunes y ni hablar de las burlas de los niños de la escuela; " gorda" , " elefante", " hipopótamo", llegan a un punto en el que te sientes a corralada e inútil, te sientes tan fea que prefieres estar en casa todo el tiempo, salir de ella y sentirte observada por todos te aterra.

Pero llega un punto en tu vida que el estar gorda no es algo que te impida seguir adelante y hacer lo que te gusta, puede que sea grande y que los chicos no vean en mi a una chica atractiva, pero si yo lo sé, no importa nada más, soy lo suficientemente fuerte para soportar el peso de las críticas y de los insultos. Llega un momento en tu vida en el que dejas todo de lado y te empiezas a valorar y ese fue mi caso, desperté una mañana, me miré al espejo y me dije a mi misma no más, deja de escucharlos, tú eres tan bella y valiosa como cualquier otra. Desde ese momento mi vida cambió, ya no hubo más burlas, ni palabras hirientes hacia mi.

Me volví una mujer introvertida, sería y poco comunicativa, en mis 22 años de edad, jamás he tenido un romance o algo parecido, todo este tiempo me he concentrado en mis estudios y ahora en mi trabajo, es por eso que a mi corta edad he escalado rápidamente, soy directora de ventas en una empresa de equipos tecnológicos y justo ahora siento que el maldito mundo me odia, porque demonios mi alarma no sonó hoy, estoy a cinco minutos de llegar tarde y el maldito camino se me está haciendo eterno, solo a mi se me ocurre usar tacones un día en el que me despierto tarde.

Cuando estoy a punto de ingresar al ascensor mi teléfono suena...

— Amelia Swam, buenos días  -— dije apenas deslizé mi dedo por la pantalla, tenía tanta prisa que no identique quien era el remitente.

— Srta. Swam, buenos días, habla Richard Owen, el asistente del Sr. Frost -— mierda — sería usted tan amable de presentarse hoy a las 10 de la mañana en su oficina con el informe mensual de ventas.

— Por supuesto, ahí estaré — maldición ni llegó al trabajo y ya me están dando caña.

— Gracias, que tenga buen día — se despidió el lacayo del demonio, no me mal interpreten, el chico es amable y lindo pero su jefe y claro mi jefe por supuesto es un imbécil, pedante, engreído y malditamente guapo, demonios si tan solo fuera menos egocéntrico, pero ya está que más puedo hacer, " trabajar, mi amor o que crees, que las facturas se pagan solas", si hay estaba mi subconciente recordándome porque todos los dias vengo a matarme aquí.

— Buen día, Señorita Swam —saludó mi asistente y yo le sonreí a manera de saludo— en su escritorio están todos los informes de stock y ventas, tal como lo solicito — culminó antes de que yo entreabriera tan siquiera mis labios, amó a esta mujer siempre está un paso adelante en todo lo que yo pudiera necesitar.

— Gracias, Linda — sonreí ampliamente — porfavor no quiero que nadie me interrumpa a menos que sea una emergencia, necesito al menos un par de horas.

— Esta bien, como desee .

Me adentre a mi oficina y luego de colocar mi gran trasero en mi cómoda silla, empezé a redactar el informe para mi " adorado jefecito", nótese el sarcasmo.

Había avanzado la mayor parte de mi informe cuando el teléfono sonó.

— Dime, Linda, ¿Qué sucede?...

— Señorita Swam, disculpe que le interrumpa, pero Owen, acaba de llamar para informarle que el Señor Frost, desea verla ahora en su oficina y que lleve consigo el informe que le ha solicitado previamente.

Maldición, eso ya me lo venía avenir, ese prepotente nunca respeta un plazo dado, todo siempre se hace en el momento que a él se le antoja, envié a imprimir el informe y salí de mi oficina, lo más rápido que mis regordetas piernas me lo permitían, no quería hacer esperar demasiado a Damon Frost o el demonio como yo le llamo de " cariño ".

Subí al ascensor y presione el piso 15, antes de salir de el, alise un poco mi falda, tome la carpeta color salmón que llevaba en mi mano entre mis labios rojos y trate de arreglar un poco mi apariencia, no iba yo a entrar a la oficina de Frost con unas pintas de oficinista en apuros, no definitivamente no.

Cuando tomé nuevamente la carpeta, me fijé en un pequeño y muy rojo detalle, maldición es que hoy es el día en el que todo me sale mal, olvidé por completo, que hoy no usé mi labial mate y había estampado mis labios en la carpeta, que iría a manos del jefe.

MALDITA SEA!!..

Amelia Swam eres un desastre en toda regla. Rogaba que Owen estuviera en su lugar de trabajo y así poder pedirle que me facilitara una de repuesto, pero claro que te pensabas que al menos eso te saldría bien, pues no, al llegar a la oficina del " jefe ", Owen no aparecía por ninguna parte y al fijarme en mi reloj habían pasado ya 15 minutos desde que Linda me dio el mensaje de Owen, en palabras más simples iba tarde.

Aclare mi garganta, tome aire y toque dos veces la puerta.

— Adelante — dijo una voz ronca del otro lado, empuje la puerta y ahí estaba el, con su postura erguida, parado frente al ventanal de su oficina, dándome la espalda.

— Buenos días, Sr. Frost — saludé y este se giró hacia mi con su frío e inesprecivo semblante de siempre, es que acaso nunca sonríe.

— Buen dia, Srta. Swam, siéntese por favor — dijo dirigiéndose a su escritorio frente a mí.

— Aquí está el informe de ventas de este mes — deslizé las carpeta sobre el escritorio y rezé internamente para que no se fijara en la mancha de labial en la carpeta.

Una pequeña y casi imperceptible sonrisa tiró de sus labios y conteniendo un jadeo, observé como con sus largos dedos repasaba la forma de mis labios sobre la carpeta.

— Bien — dijo secamente y me miró fijamente, mis manos empezaron a sudar porque siempre me pone tan nerviosa — Dígame con claridad lo que redacta este informe — por un momento me quedé en blanco, que le redacte verbalmente el informe, acaso enloqueció, si lo quería era joderme la existencia ya lo hizo.

— Sr. Frost, el informe que tiene en sus manos lo detalla perfectamente, no es necesario que yo se lo explique pero si ese es su deseo he de decirle que las ventas han aumentado un 10% este mes, gracias al lanzamiento de los nuevos robots de asistencia doméstica, si eso es todo, me debo retirar aún tengo trabajo pendiente — no espere su respuesta y me levanté de la silla.

En el momento que intentaba dar mi primer paso pasa salir de ahí, un fría mano tomó mi muñeca, mis ojos se dirigieron a mi muñeca y está estaba rodeada por unos pálidos y largos dedos.

— Espere un momento Swam, no tan de prisa — en que momento se había parado justo a mi lado, demonios necesito dormir un poco más, últimamente llevo demasiado trabajo a casa, estoy algo aturdida estos días.

— Sería tan amble de soltarme — dije con mi voz entrecortada, odio el contacto físico, el que alguien se me acerque o roce conmigo, me aterra, inconscientemente empezé a temblar.

Mi jefe pareció notarlo ya que rápidamente me liberó de su agarre y nos sentamos nuevamente.

— Siento mi atrevimiento... — sus palabras de quedaron en el aire, cuando la puerta se abrió abruptamente dejando a la vista a un atractivo sujeto de piel canela con una sonrisa de oreja a oreja.

— Oh Dae, tienes a un bombón por asistente — su sonrisa se borró al vernos  — Oh... Interrumpo algo.

— En lo absoluto, yo tengo trabajo pendiente, permiso -— a pasos ligeros salí de la oficina y entre al caja metálica que me llevaría a mi lugar seguro mi oficina. Mi corazón latía sin parar, no sé si era por la ansiedad o por la rapidez de mi caminar. Y aun faltaba la cereza del pastel, la maldita cosa se quedó trabada y si estoy atrapada, sola en el maldito ascensor, qué día...









Continuará...

Tus curvas, mi perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora