05

33.7K 1.8K 167
                                    

Estoy tan caliente, acabo de tener un orgasmo arrasador y aún así estoy duro, Amelia, Amelia ¿Que me has hecho?, Solo con pensar en ti, mi cuerpo reacciona. Estoy jodido hasta la médula.

Agarré mis pantalones y bóxer, me los coloque nuevamente, por mucho que me masturbe, mi erección no bajará. Llegó al clímax pero siempre me quedo con las ganas de ella. De sus pequeñas manos, de esos labios carnosos. 

— Ah! Amelia, no puedo mas, debes ser mía ya! o moriré de calentura....— Lavé mi cara y manos.

Una vez en la oficina, me dediqué a seguir trabajando, pero me era muy difícil su aroma estaba en toda la estancia y mi cuerpo temblaba de tensión.

Mi intercomunicador sonó, era Richard— Señor Frost, la señorita Rose desea que usted la reciba. — bufé, ¿Es que no se cansa de insistir?, Fui muy claro con ella, solo nos enredamos una noche, pero ella insiste en buscarme.

— Dejala pasar Richard gracias — ya estoy cansado de repetir lo mismo, esto se acaba hoy.

— Enseguida, señor.

Una esbelta pelinegra entró contoneándose a la oficina, sentí mi erección bajar de inmediato, un suspiro de satisfacción salió de mis labios, dejo su bolso en el escritorio y se sentó en mi regazo. No quería que pensará que solo con verla me ponía duro, no, no ,no, este soldadito solo se pone firmes por una hermosa mujer que está a pocos metros descansando.

— Rose, porfavor bájate..— la empuje y ella se aferró a mi cuello, restregandome sus operados senos. No quiero hacer demasiado escándalo o Amelia despertará en menos de lo que canta un gallo.

— Mm..Dae, ¿Por qué eres así conmigo mi amor? — hizo un intento de mohín — ¿ Acaso no me extrañas en tu cama? — que fastidio de mujer, su perfume dulce me está mareando — Yo si lo hago.

— Basta, Rose, no estoy de humor para tus coqueteos.... — la empujé una vez más y logré que se desplegará de mi solo un poco, pareces un pulpo, Rose tus ventosas están adheriendose a mi de forma asfixiante. Odio a las mujeres empalagosas.

Escuche un gemido y mi corazón se detuvo, mis ojos viajaron hacia el sillón dónde estaba Amelia. Ella había despertado, levantó suavemente su cuerpo y acarició su cabeza con su mano estaba algo desorientada, mi corazón se paralizó por completo cuando su mirada inspeccionó el lugar y dio conmigo en esta incómoda situación.

Sus ojos se agrandaron por la situación y como no, si estaba viendo a su jefe con una mujer en su regazo.

Se levantó de un salto — D-dis-culpen...me re-etiro — se veía muy pálida, mi reacción fue aventar a Rose de mi regazo e intentar acercarme a ella.

— Espera, Ameli...— mis palabras se quedaron en el aire pues sin tan siquiera escucharme salió sin más. Dejándome parado como un idiota en medio de mi oficina, mirando hacia la puerta. MALDITA SEA!!!

—¿Quien era esa y que hacía en tu oficina?. — preguntó mientras se levantaba del piso, su ajustado vestido no le ayudaba en nada, solo hacia más difícil el que se pusiera de pie.

Por cortesía le ofrecí mi mano para que de levantará, pero en cuanto lo hizo me aleje de sus garras. Estaba como alma que lleve el diablo — Alguien que no te interesa — le solté toscamente ¿ Quien se cree que es para pedirme explicaciones?— Escúchame con atención Rose, no lo volveré a repetir, tu y yo no somos nada — su cara se transformó — me parece que te lo he dejado muy claro las veces anteriores, así que no quiero volver a verte más por aquí o cerca mío. ¿A quedado claro?.

Se veía bastante sorprendida por mis palabras y al borde del llanto.

— P-por-que..y-yo...t-te...quier-o — y se quebró en llanto.

— No Rose, esta vez no funcionará, toma tus cosas y vete no quiero verte más — su escenita de mujer afligida ya me la sé de memoria, así que no voy a doblegarme.

Lanzó una risa sin gracia y se limpió las falsas lágrimas — No!, Esa es mi repuesta, no te librarás tan fácil de mi. — tomó su bolso y camino hacia la puerta, pero antes de salir se giró — Ah y cuídate la espalda....mi amor — salió finalmente, está mujer es un dolor de huevos. ¿ Y ahora como habló con Amelia?...

Amelia...

Mi cabeza iba a estallar, la superficie en donde me encontraba era cómoda y suave, pero me parecía escuchar voces a lo lejos, mis ojos se abrieron lentamente y al no reconocer la estancia, me levanté de golpe. Un mareo vino hacia por me brusco movimiento.

Repase la habitación buscando orientarme un poco y me topé con una situación algo incómoda para mi, ¿ Qué carajos hacia en la oficina de mi jefe? y más aún ¿ Por qué están restregándose mi jefe y una pelinegra a pocos metros de donde yo estoy?, Dios que vergüenza, váyanse a un hotel, soy un ser humano no un cojín, merezco un respeto por favor.

Me levanté del sofá como un resorte —D-dis-culpen...me re-etiro — vaya al parecer todo lo que hago últimamente es tartamudear. Salí de ahí más rápido que Flash.

Oh vaya, al parecer no acabo de presenciar escenas exhibicionistas. Frente a mis ojos estaban Drake Frost y Richard devorándose a besos. ¿ Dios, enserio que es lo que hice mal?, No me interesa ver este tipo de actos. Se que soy virgen, pero eso no quiere decir que quiera tomar nota de las escenas prácticas que me están mostrando de a gratis.

Al pisar mi oficina lo único que encontré fue una pila enorme de trabajo, mi cuerpo se desplomó en mi cómodo asiento, cerré mis ojos y dejé que mi mente viajará lejos de este mundo, a sido demasiado por un día. Arranque mi día con un percance con el ascensor, luego le mostré las bragas a mi jefe, más tarde mi disputa con Owen y.....

— Santa mierda!!!...¿ Qué demonios pasó después de entrar a la oficina de mi jefe? — mi mente trató de recordar, pero a partir de atravesar la puerta nada mas, nada venía a mi mente.

Se acabó, necesito un maldito baño caliente y dejar todo atrás. Tome mis cosas y salí de mi oficina, por el trabajo ya me haré cargo mañana hoy estoy hecha polvo.

— Nos vemos mañana, Linda — me despedí de mi asistente y no espere a recibir su respuesta, lo único que quería era salir de ese infierno lo antes posible.

Giré mi llave en la cerradura y mi hermoso departamento me dió la bienvenida. Mi lugar seguro, siento que es mi fortaleza, donde puedo ser yo y nada más amenaza mi tranquilidad.

No espere a llegar mi dormitorio, me desvesti en la sala y me dirigí a mi adorado baño. Llené la bañera y le agregué sales de baño,mientras el agua llegaba a nivel adecuado para mi gusto, fui a la cocina por algo de vino, necesito algo de tiempo para mi.

Dos horas después estaba lista para ponerme la pijama y al fin dormir, dando por terminado este horroroso día.

Damon...

Intenté salir tras Amelia luego que Rose se fuera, pero mi teléfono sonó. Uno de mis socios está algo inquieto, al parecer alguna  de las inversiones no están teniendo el curso que debería. Traté de dar por terminada la llamada lo antes posible, pero este hombre nunca se calla.

Cuando al fin pude ir a hablar con Amelia, su asistente me informó que ya se había ido, algo muy inusual en ella siempre es una de las últimas en abandonar la empresa.

Al parecer hoy no podré explicarle lo sucedido y una vez más mi oportunidad con ella se me va de las manos.







Continuará...

Tus curvas, mi perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora