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Damon...

—¿ Por qué demonios actúe de esa forma? Jamás pierdo los estribos.

— Mm... No lo sé, talvez lo hiciste porque es Amelia y estás loquito por ella.

— Me puse en evidencia como un principiante.

— Vamos Damon no creo que ella se haya dado cuenta, solo debes tener cuidado y esperar el momento adecuado para decirle quien eres.

— No se yo si eso llegará a suceder, no creo que ella y yo vayamos a funcionar.

— ¿ Y eso a que viene?, ¿ Acaso vas a dejarle el camino libre a otro idiota?

— No...¡¡me llamaste idiota!! — le lanzé mi teléfono que estaba cerca de mi mano — Aquí el único imbécil eres tú.

Lo atrapó en el aire y se carcajeo — Está bien, está bien....lo que tú digas. Habló enserio Amelia es una chica muy bella y eso algunos idiotas lo notamos.

Me quedé pensando un momento, Drake tiene razón he estado esperando por mucho tiempo por alguien como ella y ahora no debo dejar todo en nada por un simple desliz. Hace tiempo que la observo y me he percatado que a varios hombres ella les llama la atención y alguno de esos imbéciles se me puede adelantar y perder la oportunidad de que ella sea mía.

Sin decir palabra salí de mi oficina a buscar a Amelia, debo hablar con ella y terminar con esta tortura, no descansaré hasta que ella acepte salir conmigo y hacerla mía.

Baje rápidamente las escaleras, aún el ascensor estaba en reparación, su olor  se sentía cerca. Al girar en el descansillo del onceavo piso me pareció escuchar su voz.

— Frederic, por favor — se escuchaba algo molesta — He sido muy clara contigo, no tengo interes en salir con alguien.

Vaya eso no me lo esperaba, ella estaba rechazado a Owen otra vez, no es novedad que Amelia lo evita la mayoría del tiempo, pero de eso a una negativa tan tajante, el hombre está demasiado interesado en ella. Y eso no me gusta nada.

— Solo una cena — me están entrando ganas de arrancarle los ojos, ¡ YA DEJALA EN PAZ! — como amigos, solo eso te pido.

Mi furia estaba creciendo rápidamente y no tenía de otra que interferir en la conversación barra súplica con mi papel de jefe y no como un hombre celoso que le quiere romper la cara a golpes por posar sus sucios ojos en su chica.

Aclaré mi garganta y giraron hacia mi dirección — ¿ Acaso debería enviarlos temprano a casa para que delimiten los detalles de su cita? — Amelia palideció y pude notar su nerviosismo.

— Eh... Cla-claro que no, Owen y yo solo estábamos hablando de trabajo...si eso — hermosa porque te pones nerviosa si este piltrafo es el acosador, tenía muchas ganas de abrazarla otra vez.

— Estamos en nuestro tiempo de descanso señor y no estamos desarreglando ninguna regla — pero qué se cree este insensato, como hombres sabemos cuándo nuestra chica está en la mira de otro y eso nos hace poner en modo ataque.

Lo comprendo hasta cierto punto, pero yo tengo un haz bajo la manga, soy nada más y nada menos que el jefe y lo usaré a mi favor.

— Bien, si en esas estamos, venga conmigo Swam, luego le dará su respuesta a Owen, tenemos un asunto que finiquitar usted y yo.

Me giré dejándolo con la palabra en la boca, sabía perfectamente que Swan estaba siguiendome, podía percibir su aroma muy cerca y sus pasos a la par de los míos, cuando llegamos a mi oficina la hice pasar primero y cerré la puerta con seguro ahora nadie se atrevería a interrumpir o hoy ardería Troya.

Me acerque lentamente hasta ella podía sentir su calor y aroma, solo nos separaban unos pocos centímetros y sentía mi cuerpo hervir.

— Amelia — mi voz me traicionó, salió tan ronca, que sentí como su cuerpo tembló — Necesito hablar contigo, ahora que me he armado de valor.

Se giró lentamente, sus pupilas estaban dilatadas, sus labios semiabiertos y su piel mostraba un pequeño rastro de sudor. MALDICIÓN, la hipnotizé con mi voz. Solo he experimentado esto un par de veces y no precisamente con solo un susurro, siempre sucede con una mirada o un chasquido.

— D-damon...mng — sus brazos se erroscaron en mi cuello y su olor nubló mi mente, por Dios está gimiendo y alguien se puso derechito como un soldado.

— A-ame-lia — sus labios rozaban mi cuello — E-espera — retiré sus brazos de mi cuello y la aleje un poco. Me tomó por sorpresa y casi pierdo los estribos.

Me miró con los ojos brillosos, se acercó nuevamente a mis labios y el momento que sus labios rozaron los mios, ocurrió lo inevitable....SE DESMAYÓ...

Su cuerpo se desplomó entre mis brazos, la cargué y llevé al sofá. Se ve tan hermosa dormida, que no me pude resistir y le robe un pequeño beso. Sus labios son tan suaves y dulces como me los imaginé.

— Me tienes hecho un idiota — dije acariciando sus sedosos cabellos — y lo más increíble, es que ni siquiera te das cuenta.

— D-demonio.... diota... — balbuceaba dormida.

— Así que sueñas conmigo — Rei — Se que así te refieres a mi, Amelia, Amelia.

Seguí acariciando su rostro y mientras lo hacía tomó mi mano y la abrazo contra su pecho, podía sentir sus esponjosos pechos contra mi mano y mi respiración se aceleró.

Si antes me era difícil aguantar el dolor de mi erección, ahora necesito liberarme, mis pantalones están demasiado ajustados de mi entrepierna y no puedo ir por la vida con una erección al aire.

Me aleje de ella o la atacaría, esto me sobrepasa, es tan bella y caliente que me tiene al límite. Entre al baño, baje rápidamente mis pantalones y bóxer, agarré mi miembro con una mano y la otra la lleve a mi boca para callar mis gemidos y clavar mis colmillos. Los vampiros por naturaleza, cuando tenemos sexo dejamos expuestos nuestros colmillos para dar mordidas a nuestra pareja durante el coito o masturbación en este caso.

— A-ahg...mng..A-amm-melia...mng — solo podía pensar en ella y en su hermoso y curvilíneo cuerpo. Mi mano se movía rápidamente sobre mi miembro— Ahg!...Hermosa...!! — imaginar que sus suaves manos son las que me están tocando ahora, mis dientes se enterraron en mi puño, el sabor metálico de mi sangre inundó mi boca, si eres un vampiro el sabor a sangre y el placer del sexo son como la vida misma. Con fuerte gemido estallé, siempre es así si pienso en ella un orgasmo arrasador me invade, me tiene jodido.






Continuará...

Tus curvas, mi perdición ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora