「21」

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» Kyungmi.

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— Oh, hola Taehyunnie. — sonrió dándole un rápido vistazo mientras regaba las abundantes plantas que crecían en el inmenso y alegre jardín, él le observó con los ojos abiertos y un puchero formándose en sus labios

— Ya te he dicho que no me gusta que me llames así... — reclamó el chiquillo cruzándose de brazos fingiendo su indignación 

— Uhm, de acuerdo, V. — respondió excusándose — Pero ¿Por qué "V"? — preguntó mientras dejaba la regadera a un lado del césped

— Por nada especial. — mostró dos de sus deditos — Y también me gusta hacer esto. — sonrió enormemente haciendo ese gesto peculiar con las manos, Kyungmi rió enternecida.

Después de varias conversaciones triviales entre ambos, el pequeño Taehyung se retiró a su habitación para dormir una pequeña siesta como solía hacer diariamente, en algunas mañanas amanecía algo adormecido y aun así no le quería decir a Kyungmi la razón por mucho que ésta insistiese.

La señora Kim observaba desde su ventana cada uno de los movimientos de los dos, de vez en cuando la falsa sonrisa desaparecía de su rostro al ver que Kyungmi y su hijo resultaban ser demasiado cercanos, ese no era el propósito.

Ella quería, deseaba ver sufrir a Taehyung.

Unos meses atrás le comunicaron que su otro hijo estaría posiblemente perdido en medio de la nada y ya le habían advertido sobre que había muchas probabilidades de que éste hubiese fallecido, por lo que acudió a la última de sus opciones; la magia.

Ésta estaba demasiado desesperada buscando una manera de recuperar a su hijo, por lo que se conformó con aquello aunque no tuviese mucha esperanza de que el resultado sería milagroso.

Así fue cómo conoció a Kyungmi, una hechicera a la que le ordenó que hiciese algo para poder recuperar a su hijo.

Sin embargo, las cosas no salieron como ella tenía pensado.

⭒⭒⭒⭒⭒⭒

Con el paso de los años, el hechizo se completó en su totalidad y ahora era el momento para ponerlo a prueba y entregárselo a su dueño.

— Taehyung me dijo que le gustaba el color azul... — observó la pequeña semilla cobáltica que había entre sus manos, sosteniéndola con delicadeza a pesar de que fuese indestructible — Sé que si hago esto no saldré viva, pero valdrá la pena. — afirmó.

Ella sabía que la señora Kim anhelaba el poder recuperar a su otro hijo, pero el destino quiso separarlo de su lado por alguna razón. 

— La señora no sabe que lo que ella desea ya está frente a sus ojos, pero está cegada por la furia que consume su mentalidad. — sonrió apenada — Tan solo quiero que Taehyung sea feliz, porque se lo merece. 

 » Llegará un día donde el hechizo se hará realidad, llegará alguien que le hará saber que él es más importante de lo que cree. Ese alguien no seré yo, será alguien igual de especial para Taehyung.

Aquella misma noche, se coló en la gran casa sin mucha dificultad y acudió al jardín sabiendo que ahí estaría el único capaz de hacer florecer la hermosa flor que engendró con todo su corazón.

— Nos veremos de nuevo, lo prometo. — aseguró con dolor en sus palabras, pero aun así sonrió porque quería brindarle esperanzas a Taehyung, esa era clave de todo, tener esperanzas.

Lo que pasó sucedió tan rápido que no se había ni dado cuenta de que yacía en el césped oscurecido del jardín, con un objeto punzante clavado en su torso.

Ni se inmutó a pelear, tan solo suspiró rendida mientras la señora Kim la observaba con desprecio y lloraba silenciosamente del coraje

— Eres una... — murmuró ésta, Kyungmi cerró los ojos sin darle mucha importancia a lo que decía la mujer, porque "a palabras necias, oídos sordos".

Lo único que le importaba era que al fin descansaría en paz junto a su difunto pequeño.

Muchos años antes de que sucediese aquél momento, Kyungmi tenía un hijo, el mismo fue diagnosticado con Sida. Él no entendía con claridad lo que era aquella enfermedad, pero se lo tomaba como algo que podría hacerle mucho daño si no encontraban una cura antes de que fuese demasiado tarde.

Todos los días rogaba con todas sus fuerzas que él consiguiese salir de todo aquél dolor que lo abrumaba, intentó un hechizo que lo ayudaría.

Por las mañanas se quedaba junto a su hijo, contándole historias con finales felices y fingiendo estar alegre, diciéndole que todo saldría bien y que no debía preocuparse, al parecer aquellas palabras animaban al chiquillo. 

Sin embargo, las noches lloraba cuando no estaba junto a éste, se sentía sola en su hogar sin su compañía y temía por la vida del único ser amado que le quedaba; su hijo era la fuente de su motivación para superar cada día y cada noche, porque ella sabía que su hijo sufría más que ella y debía mostrarle el significado de ser fuerte.

Con el paso de los días, parecía que la salud del chiquillo mejoró y eso le brindó motivos para seguir con el hechizo y luchar, tal vez eso solo fue cuestión de un pequeño momento de prosperidad, ya que tan solo pocos días después de ese inexplicable milagro, todo volvió a derrumbarse por mucho que ellos luchasen juntos.

Lamentablemente, su hijo no lo logró.

Kyungmi se sintió culpable, ya que desde que todo comenzó ella nunca creyó que un milagro lograría salvarlo por mucho que ella intentase ser positiva. Todos afirmaban que él no lo conseguiría y aquello la entristecía cada vez más, hasta el punto en el que ya no confiaba en absolutamente nada y se dedicaba a mantener una falsa sonrisa frente al chiquillo, que aseguraba que aquella sonrisa significaba que todo iba a salir bien.

Tan solo observó cómo su pequeño se iba derrumbando cada día más, hasta llegar al final de su corto camino.

Pero ahora volvería junto a él y aquello le brindaba felicidad, mucha felicidad.

Observó la ventana que daba al cuarto de Taehyung, las luces se encontraban apagadas y las cortinas se movían con la leve brisa de la noche.

De alguna manera Taehyung le recordó a su hijo, él le había devuelto ese cariñoso sentimiento del que careció desde que su pequeño se fue del mundo y llegó a otro mejor. 

Sonrió de nuevo, una última vez. Y pronunció en un débil susurro las siguientes palabras;

Taehyung, lo lograrás.

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- R.



my shadow † kth † #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora