Ahora me deslumbra tu luz en movimiento

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Casi un mes después de haber acordado vivir juntas, ambas jóvenes encuentran cada vez más fácil el sumergirse en la rutina diaria.

Las reuniones con Maxwell Lord se vuelven cada vez más largas y pronto, Kara se encuentra sin tiempo libre, entre el trabajo del herpetario y el trabajo de la administración. Lena procura apoyarla, tomando responsabilidades nuevas y alimentando, incluso, a algunos animales (nunca a Ofelia, claro está).

Aunque su tiempo en compañía en el herpetario se reduce, procuran pasar su tiempo libre juntas en el departamento de Lena, entre sesiones de besos cada vez más profundos y estudiando para sus aplicaciones a Metropolis University.

Cada día, la semana de admisiones se siente más cerca, y aunque está feliz de que Kara está más cerca de su objetivo, Lena no puede evitar sentir, a veces, algo de presión por su propio futuro.

La joven mira a su alrededor, recostada en su cama. Los últimos rayos del sol entran por la ventana a su habitación y a su lado, echada sobre su cama boca abajo, Kara hojea tranquilamente un libro. Lena suspira. Si Lillian no se apura con una respuesta, Kara se irá sin ella y, ugh, Metropolis debe estar lleno de chicas mil veces más interesantes, será sólo cuestión de tiempo para que la rubia la abandone...

—¿Sabías que las chinches acuáticas macho ofrecen sus secreciones nutrimentales a las hembras para iniciar el proceso reproductivo? —comenta entonces Kara emocionada, separando el rostro del libro, y Lena abandona su línea patética de pensamiento: No, Kara no le haría eso.

—Ugh, ¿por qué no pueden ser como los pingüinos y recolectar piedras y ramas o algo adorable? —comenta y Kara ríe— Imagina que los humanos hiciéramos lo mismo —comenta entonces y Kara sonríe, pensativa.

—Yo recolectaría piedritas brillantes por ti —le dice y se recorre, para acercarse a Lena, quien sonríe tomándola del cuello para besarla.

—Yo sé —dice ésta entre sus labios y lo que parece un beso dulce, de pronto se convierte en un frenesí, donde dos pares de manos parecen incapaces de quedarse quietos. Las manos de Kara recorren suavemente la espalda de Lena y sus costados. Ésta, por su parte se aferra, primero, al cuello de la rubia, luego a su nuca. Ambas forcejean un poco, reacomodándose en la cama, hasta que Lena se levanta un poco y se acomoda sobre el regazo de Kara sin dejar de besarla. Suspiros, gemidos quedos y la fricción de la tela son el único sonido en el departamento, hasta que...

—Lee... —Kara murmura, apenas.

—¿Hm?

—Eliza me espera hoy.

—Ah... —la voz de Lena suena decepcionada cuando se separa de la rubia— ¿Tan pronto? —dice tras mirar la hora en su reloj de muñeca: no son más de las 7 de la tarde y Kara suele irse a su casa bien pasadas las 10.

—Le prometí que la ayudaría con la limpieza del garage... —explica Kara, haciendo un pequeño puchero— Tiene tantas cajas apiladas... —Lena se echa a reír enternecida.

—Te quiero —suelta sin más y luego se muerde el labio, algo mortificada por su comentario, pero Kara sonríe inmediatamente.

—Y yo te quiero a ti —murmura y planta un besito en la nariz de la heredera— Y te extraño mucho.

Lena asiente, coincidiendo con ella, y empieza a repartir besos en el cuello de Kara, como recuperando desesperada el tiempo perdido por las largas capacitaciones que LuthorPlanet hace sufrir a la rubia. Ésta se estremece un poco y sonríe, posando sus manos sobre la cintura de Lena, y atrayéndola hacia ella con firmeza.

—¿Por qué no te quedas a dormir? —dice entonces Lena, entre besos cada vez más húmedos.

—¿Hoy? —Kara ladea la cabeza un poco y Lena aprovecha para besar su mentón.

El momento más felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora