Target 7: Corda allentata

140 19 4
                                    

No fue difícil para nadie explicar lo que pasó después de que la lluvia de aplausos cesó. Inmediatamente se hizo el silencio, uno de los jueces tomó la palabra para decir que el acto del chico estaba aprobado. Los demás jueces vitorearon la decisión y le pidieron que tocara un poco más. El joven pianista los deleitó con lo mejor de su repertorio y terminó ovacionado de pie por el auditorio presente. Cuando Gokudera terminó de tocar, sus amigos fueron a recibirlo al pie del escenario. Hayato estaba realmente feliz y Tsuna se dio cuenta porque vio sus ojos color esmeralda brillar como pocas veces lo hacían. Extrañaba esos ojos posándose en él, con esa ternura cálida. Cuando el chico bajó del escenario, Yamamoto lo abrazó efusivo y aunque duró escasos segundos, a Tsuna le parecieron eternas horas las que duró el abrazo. Él también quiso acercarse y abrazarlo, pero por temor a ser rechazado sólo se unió a las felicitaciones colectivas.

Después de toda la fiesta montada en la escuela de Haru, estaban todos comiendo en el restaurant del papá de Yamamoto, celebrando un logro de la familia... aunque Gokudera ya no se sintiera parte de ella.

– Hakodera es un gran pianista... ¡pero Lambo será aún mejor! – y dicho lo propio, el pequeño bebé vestido de vaca comenzó a canturrear un par de tonadas que aprendió del recital mientras movía sus dedos en el aire como si estuviera tocando. Kyoko le sonrió a Lambo y Bianchi previno que se subiera la mesa a bailotear como acostumbraba.

– ¡Nunca, Vaca estúpida! Primero tienes que aprender.

– ¿Pero cómo va Lambo a aprender si Gokudera tiene dos días sin ir a casa de Mamá? – Las palabras de Lambo golpearon a Tsuna, quién quiso hacerse el desentendido bebiendo un poco de té.

–Puedes venir a casa de Hayato por las tardes... si Mamá te deja, yo puedo enseñarte. – Bianchi le contestó a Lambo, dándole un poco de sushi.

–Pero yo quería que Hakodera me enseñara porque quiero ser mejor que él. – Dijo con la boca llena de comida.

–Pero yo no quiero – Gokudera aparentó una molestia inexistente. – Además, yo tengo que ensayar para el evento.

– ¡Pues eres muy bueno, Cabeza de Pulpo! Tu talento sí que es extremo. – Ryohei le dio un codazo leve de forma cariñosa para resaltar el cumplido.

– Allá arriba parecía todo un profesional y que vistiera de gala lo hizo ver como todo un artista reconocido. – Kyoko lo elogió voz alta mientras el pianista en cuestión se ruborizó sin saber qué decir. De pronto el celular de Tsuna sonó y el chico se levantó de la mesa. Gokudera lo siguió con la mirada, celoso y expectante porque no importaba que ya no fuera su mano derecha, lo que sentía por él lo mantenía alerta por cualquier peligro. En ese momento, Yamamoto salió de la cocina con un una tarta que había preparado para todos, pero al ver a Tsuna hablando por teléfono decidió esperarlo hasta que su amigo colgó.

– ¿Quién era, eh?

– Dino. Vendrá a Japón a ver a la familia y me preguntó si tenía idea de lo que Reborn planeaba. – Yamamoto lo miró sin mostrar emoción alguna. ¿Qué era eso que el bebé planeaba?, ¿Tendría algo que ver con Gokudera y Tsuna?

– ¡Es genial! Tal vez quiera entrenarnos.

–Sí, yo también pensé en eso – Tsuna se dejó llevar por la plática y dio un paso en dirección hacia donde estaban los demás, pero se detuvo al escuchar a Yamamoto de nuevo.

– ¿Y ya sabes cómo decirle que no tienes una mano derecha? – Tsuna lo miró con ojos retadores. La pregunta lo había incomodado y avivó ese fuego verde de coraje que tuvo desde que lo vio abrazar a Gokudera cuando terminó su recital. Se aclaró la voz y se dejó llevar por el sentimiento.

El secreto de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora