Target 8: Inaspettato

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Dino Cavallone llevaba el brazo vendado por culpa de una herida después de una batalla imprevista hacía tres noches atrás. Al instante recordó cómo Romario mandó traer a un enfermero para que le curara la herida. Nada grave, una herida con un arma punzocortante durante su caminata nocturna después de cenar. Lo tomaron por sorpresa y sin sus subordinados; bien era sabido por todos que Dino sin su ejército era sólo un italiano más, vulnerable y frágil. Sin embargo, no era débil. La herida del brazo había sido apenas un rozón y aunque estaba desarmado, su oponente no se había ido limpio. Un par de golpes a puño cerrado fueron suficientes para deshacerse de su enemigo. Al no ser de gravedad, no habría necesidad de posponer el viaje que tenía planeado a Japón para ver a Tsuna y a sus amigos.

– ¿Se encuentra bien, Señor? Una molestia en la herida le rompió el recuerdo e hizo que Romario se acercara a auxiliarlo.

– ¿Cuándo volamos? – Le preguntó a su mayordomo para que éste no se preocupara.

– En dos días nos vamos, Señor. – Dino se levantó de la silla y tomó su chaqueta, pero antes de ponérsela se dio cuenta que tenía una nota dentro del bolsillo. La abrió y la leyó en silencio. Romario se veía preocupado. – ¿Qué dice, Amo Dino? –

– Nada grave, firma un tal Luciferio... esto se pondrá interesante: parece que Tsuna tendrá nuevo enemigo y sabe que vamos a Japón. Comunícame con Reborn, por favor, hay que ponerlo al tanto. – Al instante el mayordomo se acercó al teléfono que estaba en la sala de estar.

– Señor, su llamada con Reborn está lista. –

– Gracias, Romario. – Se comunicó con el arcobaleno de inmediato y le relató sin rodeos el ataque de la noche anterior. Ambos estaban intrigados y aunque Dino no se mostraba preocupado, Reborn sí encendió una alerta mental: si la familia estuviera enfocada y al 100%, el tal Luciferio sólo necesitaría toparse con Hibari o Mukuro para erradicarlo, pero ante estas circunstancias donde Mukuro y Hibari llevaban meses desaparecidos, Yamamoto siendo cómplice del tutor, una Mano derecha faltante y un líder descabezado, no podrían hacer mucho. Sólo Ryohei podría hacerle frente y aunque con eso sería suficiente, no podría asegurar que saldría victorioso de algún ataque si es que ya llevaba una estrategia contra los Vongola. ¿Cómo saberlo?

–Gracias por mantenerme informado, Dino. Nosotros nos haremos cargo. Arivederci. – Reborn colgó la llamada y se quedó pensativo. Lo último que le faltaba a Tsuna era un enemigo en estos momentos. Con la familia un tanto fragmentada, pensó en cancelar su plan y forzarlos a cerrar filas, aunque... también sería la oportunidad perfecta de terminar de reunir a Tsuna con Gokudera. Optó por la segunda opción porque sabía que su protegido era un poco lento para entender muchas cosas y necesitaba vivir ciertas emociones fuertes que le moldearan el carácter. Reborn sabía que Tsuna no era débil, pero sí era lento. –Parece que tendrás que sentir una angustia inquietante para darte cuenta, Dame-Tsuna. – Y dicho esto sacó una bomba de mano para dejársela caer al durmiente estudiante que despertó al instante que ésta explotó.

– ¡Reborn! ¿Quieres decirme por qué demonios me despiertas así? – Se sobaba el hombro derecho porque la detonación lo había hecho saltar de la cama y caer al suelo estrepitosamente.

–Porque estabas distraído. Ahora que no tienes mano derecha tienes que estar mucho más alerta. – Tsuna le devolvió una mirada asesina que Reborn atesoró en sus recuerdos. Sabía que no se había equivocado al elegirlo como jefe de la mafia.

–Tú te lo estás llevando.

– ¿Por qué no aceptas que Gokudera se va de tu lado porque tú lo echaste?

–No es verdad... – Reborn decidió acelerar un poco su plan. Así podría estar prevenido en caso de que un enemigo se presentara.

– Si no quieres que se vaya, díselo, idiota.

El secreto de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora