Target 10: Preludio all'agonia

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Tsuna y Yamamoto iban caminando en silencio. El jefe Vongola sabía que su fiel espadachín trataría de atacarlo con alguna pregunta sobre lo que había ocurrido con Gokudera y sentía que era imposible esconderle la verdad porque Gokudera era demasiado expresivo y transparente. Estaba seguro que algo intuía, pero ¿qué contestarle?

–Dime, Tsuna. ¿Alguna vez te has enamorado de verdad? – Tsuna escuchó a Yamamoto y supo que era innecesario postergar esa conversación.

–Sí, de Kyoko. Todos lo saben.

– ¿Qué se siente, eh? – Tsuna se sonrojó de forma inocente al escuchar esa pregunta que no esperó. Era obvio que sentía algo por ella, pero jamás había tratado de explicarlo.

–Pues... sientes como una especie de tranquilidad y felicidad. Digo, ya no somos unos niños para sentir las tan famosas mariposas en el estómago... es como si nadie más en el mundo existiera, como si todas las personas alrededor dejaran de estar y sólo estuviéramos presentes ella y yo.

– ¿Alguna vez se han besado? – Tsuna se sonrojó violentamente y trató de evitar la mirada de Yamamoto.

–Pues... no – Yamamoto soltó una risita al escuchar la respuesta de Tsuna y decidió preguntarle otra cosa antes de que pudiera recriminarle su risa.

– ¿Alguna vez has besado a alguien?

– ¡Claro que sí! En aquella fiesta que jugamos con la botella que a Haru le tocó besarme.

– ¡Ese beso no cuenta! Hiciste tantas caras que la pobre Haru se quedó bastante desanimada después de eso. Yo me refiero a un beso real, uno que hayas iniciado tú, de propia voluntad, de esos que te dejan con la evidencia marcada en los pantalones. – Hasta entonces se dio cuenta que su primer beso a consciencia había sido con Gokudera.

– Pues sí he besado a alguien. – Por el tono que escuchó, Yamamoto supo que no le diría, pero tampoco hacía falta preguntarle el nombre, estaba seguro que esa persona olía a loción italiana y tabaco.

– ¿Y qué sentiste?

– Pues... no lo sé, se sintió bien, pero al ser el primero fue... no puedo describirlo. –No había pensado en ese beso, ni en cómo se había sentido. Ahora sentía el recuerdo de ese beso amargo y distante, pero a la vez, algo se revoloteaba en su estómago y le hacía cuestionarse si podía obtener otro igual. Yamamoto se dio cuenta de la incomodidad de Tsuna ante el tema, así que optó por darle un rumbo diferente a la conversación.

–Bueno, cambiaré mi pregunta, ¿no sería posible que sintieras algo parecido por Gokudera?

–No...– Suspiró y agachó la mirada. – Gokudera es mi mejor amigo y su amistad es lo que más valoro en todo el mundo. No quiero que nadie me lo quite y estoy haciendo lo que puedo para recuperarla ¿Por qué la preguntas?

–Ya veo. – Yamamoto estaba desilusionado. – Te va a doler darte cuenta, entonces. – Quería decirle tantas cosas a Tsuna: hacerle entender de una buena vez que este jueguito iba a llevarlo a la ruina y que corría el riesgo de no volver a ver a Gokudera jamás. Tsuna lo miró y pudo adivinar su preocupación.

–Todo va a estar bien. Las cosas se están arreglando para que volvamos a ser los amigos de siempre. Te lo aseguro y sé que eso será suficiente... y él no tendrá por qué irse. – Yamamoto sólo suspiró apesumbrado porque notaba cómo Tsuna se esforzaba por mentirse a sí mismo, notaba que quería convencerse de aquellas palabras que había dicho.

–Bueno, ya llegamos. Cuídate y no hagas ninguna locura, ¿sí? Yo vendré por la noche a ver qué tal va todo.

–Está bien. – Se despidieron y cada uno partió a su destino. Yamamoto al restaurant y Tsuna entró a su casa.

El secreto de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora