Target 16: Mi Manchi tanto

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Tsuna despertó por tercera vez en con un dolor de cabeza monumental. No se había levantado de la cama en 4 días (salvo para ir al baño, beber agua y rara vez, para tratar de hurtar algo de la cocina.) porque se sentía estúpido de haber permitido que las cosas llegaran hasta ese punto. Y aunque le dolía, no podía culpar a nadie más que a él mismo por dejar que toda esa historia cerrara de esa manera. 

El chico se giró de nuevo en la cama y su cara se iluminó ligeramente por los rayos de sol que se colaban por una de las rendijas de la cortina. Asumía que era medio día... tal vez las dos o tres de la tarde. Suspiró pesadamente y se cubrió la cabeza con el edredón de su cama.

–Gokudera... – dijo su nombre muy bajito, con la intención de sólo ser él quién lo escuchara en su corazón. Le dolía nombrarlo así como le dolía recordar todo lo que había pasado desde que se atrevió a leer su diario. Su ausencia le quemaba el alma y se arrepentía de cada oportunidad perdida a su lado. Si tan sólo no hubiera tardado tanto en reconocer y aceptar sus sentimientos, la historia sería distinta.

Entonces comenzó a recordar lo que pasó después de la fiesta. Recordó los celos inundando su ser cuando vio a su guardián bailando con Haru, Ryohei y Yamamoto. Recordó su soberbia cuando se dijo a sí mismo que debería ser él quién bailara con el italiano y recordó su cobardía al no querer caminar hasta donde estaban ellos y por el contrario, caminó directamente a la salida del lugar con Kyoko siguiéndolo confundida.

–¡Tsuna! ¡Tsuna! ¿Estás bien? – La chica jaló la manga del saco del chico cuando ambos estaban por cruzar la puerta.

–Kyoko, lo siento. Es que me maree un poco y quise salir a tomar aire. – De pronto todo se volvió trivial: su plática, su presencia, su atuendo... La música comenzó a incomodarle, la ropa le picaba y crecía en su ser un deseo de regresar a casa.

– ¿Ya te vas?

–No, ya estoy bien.

– ¡Ven, bailemos un poco! – La chica tomó a Tsuna de la mano y lo regresó a la pista de baile donde el chico bailó sin muchas ganas. Comenzó a buscar Gokudera con la mirada, pero no lo encontró y tampoco vio a sus amigos en la pista. Se quedó bailando con Kyoko un par de piezas más y después la llevó a su casa. Pensó entonces en ir a buscar a Gokudera y decirle todo lo que su corazón estaba sintiendo, que por fin había tomado una decisión y lo elegía a él... pero optó por dejarlo descansar y se fue a casa con una sonrisa en los labios, mientras recordaba lo feliz que se veía al estar bailando con sus amigos.

La noche se le hizo eterna. No pudo dormir pensando en que tenía que ser valiente y confesarle lo que sentía a su guardián. Sintió que el enamoramiento lo golpeaba con fuerza y esta vez no huiría de él, dejándose envolver. Tomó su celular y abrió Facebook para entrar al perfil de Gokudera. Comenzó a ver sus fotos una a una y confirmó que su mejor amigo le gustaba muchísimo. Incluso guardó las fotos que más donde más guapo se veía y todas en las que aparecían juntos. Y así, pensando en su pianista, terminó por quedarse dormido hasta bien entrada la noche.

Despertó cerca de las 8:00 am. Se levantó con ánimo optimista, volvió a pensar en Gokudera y en las palabras que le diría. Corrió al baño y se duchó lo más rápido que pudo. Cuando salió, abrió su clóset, sacó su playera favorita y sus mejores jeans para vestirse y sentirse seguro. Se perfumó y antes de que cualquier cosa pasara, salió rumbo a casa de su guardián. Corrió tan rápido que ni siquiera desayunó y tampoco se despidió de Nana o de Reborn.

A mitad de camino se detuvo y pensó en comprarle un café a su guardián y un pequeño pedazo de pastel, pero cambió de parecer. Se dijo que sería una mañana especial y lo invitaría a desayunar después de confesarle lo que sentía, así se gastara todos sus ahorros porque el guardián de su corazón se lo merecía. 

El secreto de la tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora