El diablo, antes de ser diablo fue ángel

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'Y me pedías que dejará de ser el monstruo que tú creaste.

-Iris Cardier.

—No puedo creer que Rose haya sido capaz de dejarnos atrás —Janeb miro a su hermana—

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—No puedo creer que Rose haya sido capaz de dejarnos atrás —Janeb miro a su hermana—. ¿Qué es lo que piensas?

Anne solo estaba con la mirada fija al frente deseando que el taxi fuera deprisa. Dentro de ella tenía una carrera interna tratando de ganarle al tiempo, deseaba llegar a tiempo.

—Podría apresurarse, por favor —pidió al chofer.

—Ya voy al límite de la velocidad permitida, señora.

Frustrada llevo sus manos al rostro.

—Intenta de nuevo llamarles —pidió.

—No responden, no he dejado de marcar. Ninguna responde el teléfono.

—Espero que lleguemos a tiempo —llevo su mano al pecho estrujando su piel—. Tengo un mal presentimiento.

El sentimiento de madre, ese que no falla, era el que estaba atacando. A ninguna les dio tiempo de seguirle el paso a Rose e Iris, cuando la primera empujo a la otra dentro del auto. No se equivocó, Rose llevo con mucha ventaja a casa. El tiempo suficiente para cometer una locura.

—Bájate —ordeno apenas el Audi se estaciono delante de la puerta—. Ahora —sostuvo de nuevo su brazo sacudiéndola.

Abrió la puerta del auto esperando por la lentitud de Iris.

—No lo hare.

Rose suspiro tan profundo como pudo, miro a su alrededor viéndose sola entro a la parte de atrás dispuesta a arrastrar a Iris dentro de la casa. Si tenía que ser por el cabello, lo haría.

—No te estoy preguntando si lo harás o no.

—Doña...

—Te puede ir Jeremy —lo interrumpió antes de que se metiera—. Ya no necesitamos de ti por esta noche.

—No entrare allí —advirtió.

—Pero si es nuestro nido de amor, mi cielo —respondió burlona—. Pasa, tenemos mucho que platicar esta noche.

Abrió la puerta blanca empujando a la chiquilla dentro. El reflejo del espejo de la entrada, horrorizo a Iris al ver lo poseída que se encontraba Rose. Su miedo parecía alimentarla dándole más fuerza al demonio que despertó. Un juego de casería inicio en el salón, utilizando los muebles como muralla entre Rose y su furia.

—Hogar, dulce hogar —utilizo ese tono amenazante que causo escalofríos es Iris.

—El hogar que irrespetaste —espeto—. El templo que profanaste desde un principio.

—Deja de creerte profeta de una verdad inexistente en tu cabeza. ¿Qué fue lo que hiciste?

—La verdadera pregunta aquí, ¿qué fue lo que me hiciste hacer?

Entre Tus Espinas [L]GTBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora