86

8.3K 331 534
                                    

Personaje: Bill Denbrough
Advertencia: Ninguna

Escrito por RooMJae.


George Denbrough balanceaba sus piececitos hacia delante y hacia atrás como dos columpios, mientras movía sus deditos sobre su rodilla al ritmo de una canción que solo él podía escuchar en su mente; su madre se encontraba sentada a su lado, observando la pared con la mirada perdida; su hermano, William, estaba a su derecha, sosteniendo un envoltorio de galletas de chispas de chocolate vacío; y Zack Denbrough, su padre, estaba recargado en la puerta del consultorio de la señora Pupkin, moviendo su pie impacientemente.

-Ya les dije muchas veces lo que paso –dijo George rompiendo el silencio-. No necesito venir a un psiquiátrico... ¿Cuántas veces se los debo repetir?

La señora Denbrough giro la cabeza para ver a su hijo, sin decir nada, y le sonrió. Georgie, a pesar de sus cortos seis años, sabía perfectamente que era una sonrisa condescendiente, de lastima; que si bien buscaba tranquilizarlo lo hacía sentir mal. 

-Billy, ¡Billy! Dile a mamá y a papá que el payaso de la alcantarilla es real.

-George, basta –hablo Zack Denbrough con la voz baja, mirando a su hijo, perdiendo la paciencia.

-Pero fue real, se llevó el barco de papel que Billy me hizo, tenía la cara pintada y en sus manos llevaba globos de colores. ¡Flotaban! ¡Incluso bajo la tormenta todos flotaban! Él fue el que me arranco el...

-¡Ya basta George! ¡YA! No es posible que una persona estuviese ahí debajo y menos un payaso; no había carnavales, ni ferias. Fue tu imaginación, fue tu miedo lo que viste.

No... No era el miedo... No importaba cuantas veces se lo repitiera su padre, no era así.

-N-N-No creo que g-g-g-gritarle vaya a a-ayudarlo –respondió Bill con el ceño fruncido mirando a su hermano y luego a su padre.

-Guarda silencio William. No eres su padre –soltó el señor Denbrough notablemente irritado.

Bill sabía que no era padre de Georgie, al menos no políticamente. Pero para el menor de los Denbrough su hermano llegaba a ser incluso un padre imaginario mucho mejor y más fantástico que el original.

-¿Señor y señora Denbrough? –Los llamo una enfermera desde el pasillo-. Necesitamos hablar sobre el pago de las consultas. ¿Nos acompañan a la administración?

-Si claro, por supuesto –contesto la señora Denbrough revolviéndose el cabello-. Vamos Georgie.

-Puedes d-d-d-dejarlo aquí –ofreció Bill mirando a su madre-. Puedo cuidarlo, además no tardarán.

-¿Lo cuidaras como esa tarde cuando estaba practicando en el piano? ¿Así de bien? –pregunto con sarcasmo y un poco de ironía en su voz.

El chico no respondió, solo apretó los puños contra la silla intentando calmarse mientras agachaba la cabeza.

-¡Me quiero quedar con Billy!

La mujer soltó un suspiro mirando a sus hijos:

-Bien, pero quédense aquí y no se muevan. Su padre y yo no tardaremos...

Ambos niños vieron como sus padres desaparecían por el silencioso pasillo blanco lleno de luces que se reflejaban en los mosaicos del piso y las paredes, lo que le daba un aspecto todavía más blanco. Se suponía que a todos los niños les gustaba la luz, podía protegerlos de todos los males y peligros que albergaba la oscuridad; pero por alguna extraña razón –que era incomprensible en ese momento- a Bill las luces no le hacían sentir protegido ni cobijado, si no terriblemente incómodo.

𝐨𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐬; jaeden martell Donde viven las historias. Descúbrelo ahora