El sol había salido, un rayo de luz atravesaba la ventana de la caravana, esa luz invernal. Que era brillante pero opaca a la vez. Macarena se levantó y vio que no había nadie a su lado, Zulema ya estaba en pie, no sabía que hora era, agarró su teléfono y se sorprendió al ver que recién eran las 9 de la mañana... La caravana era muy pequeña, un monoambiente, por lo tanto no era difícil saber si alguien estaba adentro o no, y Zulema, no estaba adentro. Escuchó pasos en el techo y supuso que como algunas mañanas, la morocha había subido al techo, para sentarse en las tumbonas y mirar el mar. Maca se cambió la ropa y se abrigó porque hacía mucho frío.
- ¿Otra vez ahí arriba?
- Sí, ¿Y qué?
- Nada... No tengo ganas de cocinar
-Si no cocinas ¿Qué comeremos?
- Podrías hacer algo tú a veces para variar
- Tú sabes que la cocina no se me da
Macarena entró en la caravana y se sentó a leer un libro. Mientras Zulema seguía tumbada en el techo, mirando el mar...
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- Compremos unas tumbonas para poner en el techo
- ¿Para qué?
- Tendremos una vista al mar, estaría bien tener un lugar desde donde verla bien
- ¿Para qué quieres ver el mar desde el techo?
- Me trae paz, ver como se acercan las olas, y se llevan todo lo que hay en la orilla, como a mi me llevaron todo lo que había en mi vida...- Dijo Zulema viendo unas tumbonas de madera que se encontraban entre otros muebles
- ¿Las pondremos en el techo?
- Sí
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- Zulema, ya, baja, que la comida está lista
Zulema bajo por las escaleras y entró en la caravana que estaba con la temperatura perfecta por el calor del horno. Se sentaron a comer y cuando terminaron, sin decir nada, ni hacer nada, Zule se levantó de la mesa y se sentó en uno de los sillones a leer un libro.
- ¿No dirás nada?
- ¿Qué esperas que diga?
- ¿Tal vez darme las gracias porque a pesar de que no tenía ganas de cocinar lo hice de todas formas?
Zulema se río y regresó su mirada a su libro
- Zulema, no estoy de bromas, de verdad, nunca me agradeces nada
- Te daré las gracias cuando sienta que deba hacerlo y cuando valga la pena hacerlo
- ¿Es broma?
- No estoy de bromas, rubia
- Ya, pues sigue leyendo y deja que yo haga todo como siempre
Zulema volvió su mirada al libro y se acomodó en el sillón para seguir leyendo.
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- Te advierto que cuando vayamos a esa caravana, no tendremos ni conexión a internet, ni amigos, ni salidas, nada de nada. ¿Con qué piensas pasar las tardes Rubia?
- Libros... Y haciendo ejercicio, de la misma manera que me distraía en la cárcel
- Está bien, a mi también me gusta leer, era la segunda mejor cosa que hacía en la cárcel
- ¿Cuál era la primera?
- Intentar matarte
- Ya. ¿Entonces compramos los libros?
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Zurena: La Caravana
Teen FictionDos compañeras de atraco comparten una caravana, una pequeña caravana, demasiado pequeña como para que al final solo acaben siendo compañeras de atraco.