9. El juicio

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Cuando Sirius fue informado del despertar de los Potter y de la convocación de su juicio, pensó que aquello no era más que una cruel broma. Temía que fuera un nuevo tipo de tortura que aplicaban a los presos de Azkaban. Tenía miedo de que aquello no fuera más que un juego de su mente. Aquellos eran dos de sus sueños más anhelados.  Aunque el que más ansiaba era volver a ver a Harry, oír su risa, jugar con él, mimarle y demostrarle lo mucho que le quería y lo mucho que le importaba ser un buen padrino para él. Para su niño solo quería lo mejor. Y él iba a hacer todo lo pudiera para ser mejor persona, para que su cachorro estuviera orgulloso de él.

Finalmente, se celebraría el juicio que demostraría su inocencia. Hace unas semanas, Severus Snape y Albus Dumbledore vinieron a informarle de todo lo ocurrido. Desde entonces, los dos siempre venían a visitarle para tranquilizarle y explicarle cómo se estaba llevando el procedimiento de solicitud de juicio. Durante aquel tiempo, Sirius y Severus arreglaron sus diferencias. Los dos ya eran adultos y no podían seguir con aquellas chiquilladas.

Ahora estaba en una celda en el ministerio, esperando a que los aurores que le trajeron le llevaran a la sala de juicios. De repente, la celda se abrió y dos aurores entraron en ella.

- Sirius Black, levántate. – Dijo uno de ellos. – Ha llegado la hora de tu juicio.

Sirius se levantó y se acercó a la salida. Ahí, los aurores lo cogieron de los brazos y lo llevaron hasta la sala de juicios.

Cuando entró Sirius sintió cientos de miradas sobre él. Pena, odio, asco, vergüenza... Había muchas miradas y muchos ojos que le observaban. Sin embargo, él estaba interesado solo en dos personas presentes ahí. Levantó la cabeza y se puso a buscarlos entre la multitud. Tenía un gran deseo de verlos ahí. Finalmente, los encontró. Aquellos ojos de color avellana y verde esmeralda eran inconfundibles para él. De repente, sintió unas ganas terribles de abrazar a sus dos mejores amigos a quienes había dado por muertos durante tanto tiempo.

Antes de que pudiera darse cuenta, tenía a dos personas abrazadas a él mientras lloraban. Sentía su ropa humedecerse a causa de las lágrimas que derramaban sus amigos.

- Lo siento, lo siento mucho, Canuto – Se disculpó una y otra vez Lily mientras que James seguía abrazado a su mejor amigo y hermano. El azabache sentía que no tenía palabras para dedicarle a aquel amigo que tantas penurias sufrió por él.

- Tranquilos – Dijo Sirius con voz ronca – Ahora toda la verdad se sabrá. Os he echado tanto de menos. Siento no haberos protegido mejor. Os fallé.

- Nunca digas eso. Lo que ocurrió no fue tu culpa. – Replicó Lily.

Los presentes miraban aquella escena con sorpresa. Algunos ya confiaban en la inocencia de Sirius mientras que otros seguían teniendo dudas.

- Esto es una vergüenza – Exclamó Fudge – Ustedes, se están saltando todos los protocolos.

- Señores, va a comenzar el juicio en breve. Les ruego que tomen asiento en su lugar correspondiente – Dijo Amelia – En cuanto a protocolos, me da a mí que se saltaron bastantes en el caso del señor Black.

Lily y James miraron con odio a Fudge. James juró que haría pagar a aquel estúpido. Él mismo se encargaría de acabar con el mandato de aquel inútil. Por ahora, lo mejor era sentarse en su lugar.

- Buenos días señoras y señores. Va a dar comienzo el juicio al acusado Sirius Black. Se le imputan los delitos siguientes: traición del secreto, pertenencia a los mortífagos y asesinato de catorce personas mediante una explosión. – Anunció Cornelius Fudge.

- Señor Black, usted ha oído los delitos por lo que se les responsabiliza. ¿Cómo se declara? – Preguntó Barty Crouch.

- Inocente, señor.

El retorno de los Potter PAUSADA TEMPORALMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora