13. El perdón

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Delante de una casa se encuentra un joven parado. Se siente nervioso. No tiene ni idea cómo ha llegado ahí. ¿De verdad es buena idea volver a aquel lugar? ¿Será bien recibido? ¿Encontrará a alguien? O quizás ya es demasiado tarde.

Sirius se hace decenas de preguntas como esta. Desde que salió de Azkaban hace una semana, no puede dejar de pensar en lo que ocurrió en el juicio. Su madre, la persona que más le odió y más daño le hizo, testificó a su favor y demostró su inocencia. Desde entonces, Sirius no deja de preguntarse por qué lo hizo. Finalmente, decidió ser valiente y enfrentarse a la mujer a la que una vez llamó mamá. En este mismo momento, se encuentra en Grimmauld Place parado delante de una casa que solo él puede ver.

Pasados unos minutos, decide entrar. Toma un profundo respiro y se encamina dirección de la puerta principal. A pesar de haber sido repudiado, la casa todavía lo reconoce como legítimo dueño. Toca suavemente varias veces la puerta. Tras varios segundos, alguien le abre. Una pequeña criatura de aspecto desagradable y mirada seria le observa fijamente. Es Kreacher, el leal elfo de los Black.

- Amo Sirius, bienvenido - Dice el pequeño elfo sorprendiendo a Sirius quien no se espera ninguna amabilidad por parte de la pequeña criatura.

- Hola Kreacher, ¿está mi... ma...dre? - Pregunta Sirius. Hace años que que no llama a Walburga así, solo llama así a Dorea, la madre de James que le cuidó y le protegió cuando huyó de su casa y de los maltratos a los que le sometían sus padres.

- Ama Walburga lleva tiempo esperándolo. - Dice Kreacher mientras guía a Sirius por la casa.

El joven no puede creer lo que ve. No hay rastro de oscuridad, ni de aquellas horribles cabezas de elfos colgadas ni tampoco aquellos otros decorados repugnantes que sus padres tanto amaban. Todo aquello parece haber sido desechado dejando lugar a un espacio iluminado, más sobrio e incluso elegante.

Al entrar al salón, Sirius se encuentra a su madre en un sillón delante de la chimenea tomando una taza de té. Durante segundos no pronuncia ninguna a palabra sino que simplemente se queda observando a su madre que tanto le recuerda a la mujer que le arropaba por las noches, que le abrazaba y le besaba cuando era pequeño y tenía la edad de su adorado ahijado. Desafortunadamente, todo aquello aquello cambió cuando fue seleccionado en Gryffindor, desde entonces dejó de recibir cariño y amor por parte de sus padres, sino solo golpes, dolor, tortura y sufrimiento.

La mujer, consciente de que está siendo observada, se da la vuelta. Se encuentra a su único hijo mirándola. Las lágrimas no tardan en deslizarse por sus mejillas. Lleva años lamentándose y arrepintiéndose de todo el mal que le hizo a su hijo. Ella fue la culpable de la ruptura de su familia, la huida de un hijo y la muerte de otro.

- ¿Sirius? Cariño, estás aquí - Susurra Walburga mientras va acercándose lentamente a su primogénito. Levanta su mano y la acerca para acariciar la mejilla de su pequeño quien se estremece al recibir el toque de su madre. Walburga baja la cabeza entristecida y avergonzada. Ella provocó que su hijo le tuviera miedo, ahora, se merece que él no quiera sentir su toque.

- ¿Por qué? - Se limita a preguntar Sirius. - ¿Por qué me defendiste? Me odias.

- Sé que por más que intente de convencerte de lo contrario, jamás lo entenderás. Yo nunca te he odiado. Sé que fui dura y te di una vida miserable. No sabes cuánto me he arrepentido de cada una de mis acciones. Me dejé llevar por los prejuicios y por mis sentimientos de superioridad. Sé que no fui buena madre ni para ti, ni para Regulus. Con mis ideas y mis locuras os llevé a vuestra destrucción.

- No me respondiste a mi pregunta.

Aclarándose la garganta, Walburga responde.

- Fui a defenderte porque me gustaría ganarme tu perdón y soy consciente de que con las palabras no lo conseguiré. Te quiero y busco demostrarte mi amor y miedo por ti con hechos no con palabras que el viento se encargará de llevarse. Te hice mucho daño, quizás un daño irreparable, pero, eso no impedirá que intente hacer lo que sea para ganarme tu confianza y tu perdón. Solo así podría descansar en paz. – Dice la mujer mientras abraza a su hijo quien al principio se queda estático sin saber cómo reaccionar.

Hace tiempo que no recibe un abrazo de su madre. Muchas veces había deseado volver a sentir el amor de su madre y cuando por fin lo consigue, no sabe cómo reaccionar. Intenta mostrarse fuerte y resistirse, pero, finalmente no puede evitar dejarse llevar y recibir el cariño que tantos años atrás había ansiado. La mujer que está entre sus brazos ya no es aquella que fue cruel y malvada, sino, otra que busca el cariño y el perdón de su hijo. Ya nada queda de aquella mujer impasible y poderosa. En sus brazos se encuentra una temblorosa anciana cuyos errores le pesan como losas de cientos de kilos. Lo intentará. Por ella, por él, por su padre y por su hermano. Por aquella familia destruida y de las que solo quedan cenizas. Intentará perdonarla. 

El retorno de los Potter PAUSADA TEMPORALMENTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora