El mapa del merodeador

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La señora Pomfrey insistió en que Harry y yo nos quedaramos en la enfermería el fin de semana.

El no se quejó, pero ninguno le permitimos que tirara los restos de la Nimbus 2.000.

Nos visitó gente sin parar; todos con la intención de infundirnos ánimos.

Hagrid nos envió unas flores llenas de tijeretas que parecían coles amarillas, y Ginny Weasley,
sonrojada, apareció con una tarjeta de saludo que ella misma había hecho para Harry y que cantaba con voz estridente salvo cuando se cerraba y se metía debajo del frutero.

A mi me dio un abrazo.

Un trozo de pergamino, con varios pájaros alados que encuadraban la nota que estaba reposando en mi mesita de noche.

"Siete a cinco. Cada vez estoy más cerca de ti"

Era lo que Malfoy había escrito en el pergamino, aunque no sabía cuando lo había echo.

El equipo de Gryffindor volvió a visitarnos el domingo por la mañana, esta vez con
Wood, que aseguró a Harry con voz de ultratumba que no lo culpaba en absoluto.

Ron y Hermione no se iban hasta que llegaba la noche.

Pero nada de cuanto dijera o hiciese nadie podía aliviar a Harry, porque los demás sólo conocían la mitad de lo que le
preocupaba.

El me había dicho acerca del Grim, ni siquiera a Ron y a Hermione se lo había contado, porque sabía que Ron se asustaría y Hermione se burlaría.

El hecho era, sin embargo, que el Grim se le había aparecido dos veces y en las dos ocasiones había habido accidentes casi fatales.

Yo le comprendí y le dije que lo mantendría en secreto.

Me sentía muy humillada cada vez que
pensaba en ellos.

Todo el mundo decía que los dementores eran espantosos, pero nadie se desmayaba al verlos... Nadie más oía en su cabeza el eco de los gritos de su misma antes de que le torturaran.
Dormía irregularmente, sumergiéndome en
sueños plagados de manos corruptas y viscosas y de gritos de terror, y me despertaba
sobresaltado para volver a oír mis gritos.

• • •

Fue un alivio regresar el lunes al bullicio del colegio, donde estaba obligada a pensar en
otras cosas, aunque tuviera que soportar las burlas de Draco Malfoy.

Malfoy no cabía en sí de gozo por la derrota de Gryffindor.

Por fin se había quitado las vendas y lo había
celebrado parodiando nuestra caída.

La mayor parte de la siguiente clase de
Pociones la pasó Malfoy imitando por toda la mazmorra a los dementores.

Llegó un momento en que Ron no pudo soportarlo más y le arrojó un corazón de cocodrilo grande y viscoso.

Le dio en la cara y consiguió que Snape le quitara cincuenta puntos a Gryffindor.

• • •

-Si Snape vuelve a dar la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras, me pondré
enfermo -explicó Ron, mientras nos dirigíamos al aula de Lupin, tras el almuerzo-. Mira a ver quién está, Hermione.

Hermione se asomó al aula.

-¡Estupendo!

El profesor Lupin había vuelto al aula.

Ciertamente, tenía aspecto de convaleciente.

Las togas de siempre le quedaban grandes y tenía ojeras.

JEAN DEKKER //3//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora