El secreto de Hermione

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—Asombroso. Verdaderamente asombroso. Fue un milagro que quedaran todos con
vida. No he oído nunca nada parecido. Menos mal que se encontraba usted allí, Snape...

—Gracias, señor ministro.

—Orden de Merlín, de segunda clase, diría yo. ¡Primera, si estuviese en mi mano!

—Muchísimas gracias, señor ministro.

—Tiene ahí una herida bastante fea. Supongo que fueron Black y Hil.

—En realidad fueron Potter; Dekker, Weasley y Granger, señor ministro.

—¡No!

—Los asesinos los habían encantado. Me di cuenta enseguida. A juzgar por su
comportamiento, debió de ser un hechizo para confundir. Me parece que creían que
existía una posibilidad de que fuera inocente. No eran responsables de lo que hacían.
Por otro lado, su intromisión pudo haber permitido que escaparan... Obviamente,
creyeron que podían atrapar a Black y Hil ellos solos. Han salido impunes en tantas ocasiones
anteriores que me temo que se les ha subido a la cabeza... Y naturalmente, el director ha
consentido siempre que Potter goce de una libertad excesiva.

—Bien, Snape. ¿Sabe? Todos hacemos un poco la vista gorda en lo que se refiere a Potter. Y en lo que consiste Dekker, es increíble que una chica de su edad pudiera realizar, un patronum corpóreo.

—Le doy la razón . Pero ¿es bueno para él que se le conceda un trato tan especial?
Personalmente, intento tratarlo como a cualquier otro. Y cualquier otro sería expulsado, al menos temporalmente, por exponer a sus amigos a un peligro semejante. Fíjese, señor ministro: contra todas las normas del colegio... después de todas las precauciones que se han tomado para protegerlo a el y a la señorita Dekker... Fuera de los límites permitidos, en plena noche, en
compañía de un licántropo y dos asesinos... y tengo indicios de que también ha visitado
Hogsmeade, pese a la prohibición obligando a Dekker a ir con el.

—Bien, bien..., ya veremos, Snape. El muchacho ha sido travieso, sin duda.

Escuchaba acostada, con los ojos cerrados.

Estaba completamente aturdida.

Las palabras que oía parecían viajar muy despacio hasta mi cerebro, de forma que me
costaba un gran esfuerzo entenderlas.

Sentía los miembros como si fueran de plomo.

Mis párpados eran demasiado pesados para levantarlos.

Quería quedarme allí acostada, en aquella cómoda cama, para siempre...

—Lo que más me sorprende es el comportamiento de los dementores... ¿Realmente fue tan poderoso el patronum de Dekker como para hacerlos retroceder ; Snape?

—Si, señor ministro. Cuando llegué, volvían a sus posiciones, en las entradas.

—Extraordinario. Y sin embargo, Black, Hil, Harry y las chicas...

—Todos estaban inconscientes, excepto Dekker, cuando llegué allí. Después de realizar el patronum se desmayó por falta de fuerzas.
Até y amordacé a los prófugos, hice aparecer por arte de magia unas camillas y los traje a todos al castillo.

Hubo una pausa. Mi cerebro parecía funcionar un poco más aprisa, y al hacerlo, una sensación punzante se acentuaba en mi estómago.

Abri los ojos.

Todo estaba borroso.

Me hallaba en la oscura enfermería.

Al final de la sala podía vislumbrar a la señora Pomfrey inclinada sobre una cama y dándome la espalda.

JEAN DEKKER //3//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora