Posos de te y garras de hipogrifo

32 1 0
                                    


Cuando Harry, Ron, Hermione y yo entramos en el Gran Comedor para desayunar al día
siguiente, lo primero que vi fue a Draco Malfoy, que entretenía a un grupo de gente de Slytherin con una historia muy divertida.

Al nosotros pasar por su lado, Malfoy hizo una
parodia de desmayo, coreado por una carcajada general.

-No le hagáis caso -nos dijo Hermione, que iba detrás de Harry-. Vosotros, ni el menor
caso. No merece la pena...

-¡Eh, Potter! ¡Dekker!-gritó Pansy Parkinson, una chica de Slytherin que tenía la cara
como un dogo-. ¡Chicos! ¡Que vienen los dementores, Dekker! ¡Uuuuuuuuuh!

Me desplome al lado de Fred y Harry se dejó caer sobre un asiento de la mesa de Gryffindor; junto a George.

-Los nuevos horarios de tercero -anunció George, pasándolos-. ¿Qué os ocurre?

-Malfoy -contestó Ron, sentándose al otro lado de George y echando una mirada desafiante a la mesa de Slytherin.

Alce la vista y vi que en aquel momento Malfoy volvía a repetir su pantomima.

-Ese imbécil -dijo George sin alterarse- no estaba tan gallito ayer por la noche, cuando
los dementores se acercaron a la parte del tren en que estábamos. Vino corriendo a
nuestro compartimento, ¿verdad, Fred?

-Casi se moja encima -dijo Fred, mirando con desprecio a Malfoy.

-Yo tampoco estaba muy contento -reconoció George-. Son horribles esos
dementores...

-Se le hiela a uno la sangre, ¿verdad? -dijo Fred.

-Pero no os desmayasteis, ¿a que no? -dije en voz baja.

-No le des más vueltas, Jean -dijo George-. Mi padre tuvo que ir una vez a
Azkaban, ¿verdad, Ron?, y dijo que era el lugar más horrible en que había estado.
Regresó débil y tembloroso... Los dementores absorben la alegría del lugar en que están.
La mayoría de los presos se vuelven locos allí.

-De cualquier modo, veremos lo contento que se pone Malfoy después del primer
partido de quidditch -dijo Fred-. Gryffindor contra Slytherin, primer partido de la
temporada, ¿os acordáis?

La única ocasión en que Malfoy se había enfrentado a Gryffindor en un partido de
quidditch, Malfoy había llevado las de perder.

Hermione se aprendía su nuevo horario:
-Bien, hoy comenzamos asignaturas nuevas -dijo alegremente.

-Hermione -dijo Ron frunciendo el entrecejo y mirando detrás de ella-, se han
confundido con tu horario. Mira, te han apuntado para unas diez asignaturas al día. No
hay tiempo suficiente.

-Ya me apañaré. Lo he concertado con la profesora McGonagall.

-Pero mira -dijo Ron riendo-, ¿ves la mañana de hoy? A las nueve Adivinación y Estudios Muggles y... -Ron se acercó más al horario, sin podérselo creer-, mira, Aritmancia, todo a las nueve. Sé que eres muy buena estudiante, Hermione, pero no hay nadie capaz de tanto. ¿Cómo vas a estar en tres clases a la vez?

-No seas tonto -dijo Hermione bruscamente-, por supuesto que no voy a estar en tres clases a la vez.

-Bueno, entonces...

-Pásame la mermelada -le pidió Hermione.

-Pero...

-¿Y a ti qué te importa si mi horario está un poco apretado, Ron? -dijo Hermione-. Ya te he dicho que lo he arreglado todo con la profesora McGonagall.

En ese momento entró Hagrid en el Gran Comedor.
Llevaba puesto su abrigo largo
de ratina y de una de sus enormes manos colgaba un turón muerto, que se balanceaba.

JEAN DEKKER //3//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora