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- ¡Qué móvil! No tengo...- El chico lanzó una patada a Shuhua en el estómago. Estaba segura que si hubiese comido algo, lo habría vomitado.

- ¿¡¿NO ME HAS OIDO?!? Qué me des el móvil, he dicho. - ¿Quién se creería que una chica de su edad no tenía móvil? El problema es que era verdad. Shuhua no sabía qué hacer. Estaba llorando incluso más desesperada que antes. Decidió volver a gritar por ayuda, ante lo que el chico se agachó y sacó una navaja.

- Amiga... Deja de gritar o te clavaré a esto... Solo necesito tu móvil, y estarás libre de esta situación. - Shuhua cerró los ojos. Tenía mucho miedo. Casi tanto como el día del accidente. Estaba aterrorizada. No sabía qué hacer. Ese chico no entendería que no tenía móvil. De repente, algo tiró al chico al suelo. Shuhua abrió los ojos, y aunque veía borroso a causa de las lágrimas, pudo distinguir una larga melena castaña. Se imaginaba quién sería su dueña. La chica empezó a gritar al hombre. Dijo que llamaría a la policía, y que más le valía salir corriendo del lugar. Shuhua solo pudo admirar sus labios rojos. Incluso su cara borrosa era bellísima. Hace tan solo unos segundos, Shuhua estaba aterrorizada. Pero ahora estaba muy tranquila. Algo en aquella chica la inspiraba seguridad.

- ¿Estás bien, Shuhua? - Preguntó la desconocida, ofreciéndole su mano para levantarla. Shuhua la tomó encantada. Ese fue un gesto muy dulce por su parte.

- Sí, gracias a ti... - Dijo la taiwanesa con lágrimas todavía en su cara.

- Yo... No debería... Debería irme yendo. -

- No, por favor... No me dejes sola... - Dijo Shuhua. Lágrimas volvieron a brotar de los ojos de la pelinegra. Tenía miedo. Necesitaba compañía en ese momento. Y no tenía a nadie.

- Pero... Vale. Lo siento... Pero lo hago solo por tu seguridad. - Ante esto, Shuhua sonrió ligeramente, aunque seguía llorando.

Fueron a un banco cercano y se sentaron juntas. Aunque la chica se separó de Shuhua todo lo posible.

- Realmente no tengo a dónde ir- Dijo Shuhua. Era medio mentira, medio verdad. No estaba segura de si quería volver al orfanato, pero si no volvía era porque no quería, no porque no pudiese.

- ¿Y tu casa? -

- No tengo casa. - Eso sí era cierto. El orfanato no es una casa. Y mucho menos se sentía como un hogar.

- ¿Y entonces dónde vives? - Parecía realmente preocupada. Eso alegró mucho a Shuhua. Usualmente, nadie se preocupaba por ella.

- Yo vivo en un orfanato, pero... No estoy segura de si debo volver... -

- ¿Tus padres...?

- Murieron en un accidente de avión. - Lo dijo muy secamente, como si no le afectase tanto como realmente lo hace.

- Yo... Lo siento mucho, no sabía... - Parecía que no sabía qué decir. Probablemente había tenido una vida mucho mejor que la de Shuhua. Una vida normal. - ¿Lo de que no tienes móvil es entonces verdad? - Continuó hablando la desconocida, intentando cambiar de tema.

- Sí, es verdad.

- Entonces, ¿por qué me pediste mi número?

- Pues... No lo sé. No lo había pensado. - Ambas se rieron.

- Me llamo Seo Soojin, por cierto. - ¡SÍ! Por fin sabía su nombre. ¡Ya no era una completa desconocida! Su nombre era el más hermoso que había oído. Todo en ella le parecía inexplicablemente perfecto. - Tengo 18 años. No estudio como tal, pero estoy haciendo un curso de cocina mientras trabajo en un restaurante de por aquí... - Parecía que quería que Shuhua se presentase también.

- ¡Ah! Eh... yo... No trabajo... Me gustaría ser actriz, pero tampoco he tenido la opión de estudiar nada sobre eso... - Soojin sonrió.

- ¿Opión? - Se rió. Shuhua se enrojeció - Se me ha olvidado preguntarte, ¿eres extranjera?

- Sí... Bueno, más o menos. Mi padre era taiwanés, pero mi madre sí era coreana. Tengo ambas nacionalidades, pero yo me crié en Taiwan, hablando exclusivamente chino.

- ¿Y qué haces en Corea? - Soojin parecía verdaderamente interesada en hablar con la chica. Por primera vez alguien parecía tratarla como una igual.

- Vine con mi familia a corea para intentar entrar en alguna compañía y convertirme en actriz, pero todos ellos murieron en el accidente... Y yo me quedé atrapada en corea... No tenía a nadie que me pudiera cuidar allí. Mucho menos pagar el vuelo de vuelta. Ni si quiera hice las audiciones... - Nunca había contado a nadie su historia. Pero pensaba que si algún día lo hacía se pondría a llorar. No fue el caso. Lo estaba diciendo como si nada, y eso la molestaba.

- Lo siento mucho... Estoy segura de que te iría muy bien haciendo las audiciones. - Soojin sonrió. Era la sonrisa más bonita que había visto en su vida. Shuhua también sonrió. Siguieron hablando hasta el amanecer. Soojin estaba mirando al Sol subir mientras Shuhua admiraba el perfil de la chica. Quedaron para ir a una cafetería al día siguiente. Shuhua estaba realmente feliz. Nunca había estado tan feliz desde que vino a Corea. Esa chica era increíble. Quería pasar mucho más tiempo con ella. Todo el tiempo, si era posible. Shuhua volvió al orfanato. Normalmente pensaba en su familia, pero esta vez, solo Soojin ocupaba sus pensamientos. Tampoco recordaba que estaba sucia, y que ya había amanecido, por lo que la castigarían por haberse escapado sin avisar en plena noche. Pero habría merecido la pena. Había conocido a la mujer más maravillosa del país. ¿Cómo que país? Del mundo, como poco.

Thank God [SooShu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora