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Era un día muy soleado. Demasiado soleado, en la opinión de Miyeon. Es una sensación horrible ver que hace un buen día cuando no estás de humor para uno. Ver a toda la gente disfrutando, y saber que tú serías incapaz de hacerlo como ellos. Ojalá lloviera, encajaría mucho más.

No había clientes, y normalmente eso es relativamente algo bueno, pues te puedes dar un respiro. Pero en ese momento, la coreana desearía que los hubiese. Si estuviese ocupada no podría pensar. No quería pensar en ese momento. Porque todo lo que veía eran recuerdos de Shuhua. De cómo se ilusionó en vano. No quería pensar en ella. Quería pasar página de una vez.

Y justo cuando pensaba que aquella situación no podía ser peor, llega la persona que solía iluminar sus días. Shuhua. Es como si sus pensamientos se hubiesen materializado contra su propia voluntad.

Estaba impecable, como siempre. Parecía la mismísima afrodita, ahí delante suya. Y esta vez iba algo más arreglada. Iba toda de negro, con una camiseta ajustada que dejaba a la vista su fina cintura, y unos pantalones cortos. Su silueta era perfecta a los ojos de Miyeon. Tantas curvas, y ella sin frenos... Además, se había maquillado ligeramente: llevaba pintalabios y sombra de ojos. No necesitaba nada más. Su piel ya era impecable de por sí. Miyeon se maldijo a sí misma por alabar su belleza de tal manera.

- Sí estás buscando a Soojin, está haciendo unos recados. Puedes esperar fuera. – Dijo Miyeon. Cuando le contó a Soojin todo lo que había pasado con Shuhua, se sintieron ambas exageradamente traicionadas. Por un lado, estaba Soojin, que se había sorprendido de que su amigas, que tan cercanas creía, no le hubiesen contado eso. Además de que la chica de labios rojos pensaba que había algo más que una amistad entre Shuhua y ella después del beso del otro día. Y por el otro lado, estaba Miyeon, que había pensado que por fin su tan esperado romance se haría realidad, solo para luego ser sustituida por su compañera de trabajo. Al ver que Shuhua estaba arreglada, Miyeon pensó que habría venido a ver a su "amada Soojin".

- No la busco a ella, en verdad... - La taiwanesa empezó a andar hacia Miyeon, y esta no pudo evitar temblar. Ese era el efecto que tenía Shuhua en ella. La hacía experimentar tantas sensaciones... Y siempre parecían novedosas. Todo se sentía nuevo con ella. Pero no se lo podía permitir... - Te estaba buscando a ti, Miyeon. – Oír a la pelinegra llamarla por su nombre siempre le producía un cosquilleo agradable en el estómago. Pero esa vez, el cosquilleo fue muy amargo. No quería sentirse así. – Creo que no me expresé correctamente el otro día. Quería disculparme, muy sinceramente. – Shuhua fijó su vista en el suelo, probablemente avergonzada porque no quería hacer lo que estaba haciendo. Pero Miyeon no la estaba observando, pues  si lo hacía, no podría evitar seguir adorando su aspecto angelical. No quería estar ahí, no quería verla. Quería irse y llorar. Sola. En silencio. – No debería haberte correspondido, te hice ilusiones solo para luego destruirlas. Estoy verdaderamente arrepentida, Miyeon. No espero que aceptes mis disculpas de inmediato. Ni que las aceptes en general. Entendería que no lo quisieses hacer. Pero aún así, he de disculparme contig- – Hablaba como si estuviera leyendo un guion...

- No te preocupes. – Dijo la mayor, cortando lo que la otra estaba diciendo. – No es tu culpa no tener sentimientos hacia mí. – Y no es culpa de Miyeon tener ganas de llorar ahora mismo. – No tienes por qué seguir pidiendo perdón. No pasa nada. – Sí que pasaba. Pero quería que Shuhua se callase y se fuese. Para ir al baño y llorar durante horas. Shuhua se quedó uno rato mirándola, para ver si añadía algo más. Miyeon, sin embargo, seguía sin dirigirla siquiera una mirada. Tenía miedo de llorar ahí mismo si la volvía a ver. No quería tener que ver lo que había perdido.

- Pues... Muchas gracias, Miyeon. – La palabra "Miyeon" salió muy forzada. Se notaba que Shuhua no quería llamarla por su nombre. – Y realmente lo siento. – Nadie excepto la propia Shuhua sabía cuánto de verdad había en esas palabras. Shuhua se dirigió de nuevo a la puerta. Se fue andando tranquilamente por donde había venido. Mientras que Miyeon estaba quieta en la misma posición, incapaz de asimilar lo que acababa de decir. Lo que acababa de pasar. Pasados un par de minutos, salió corriendo hacia el servicio del local. Y allí lloró durante al menos media hora.

Thank God [SooShu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora