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Soojin se había curado por fin. A Shuhua se le había hecho eterna la espera. Para intentar compensar, había intentado hablar con Soojin por teléfono todos los días. Le había contado que había quedado con Miyeon todos los días, pero había omitido todos los besos. Quería darle envidia a Soojin, pero no quería que supiese lo suyo con Miyeon. Lo cierto es que a Shuhua no le gustaba Miyeon, y se avergonzaba un poco de estar teniendo algo con ella.

Había quedado con su amada en el restaurante donde trabajaba. Para ella se había arreglado un poco más. Cuando por fin salió Soojin del trabajo, se decepcionó un poco de que ella estuviese llevando la camisa y los vaqueros ajustados de camarera. Le habría gustado verla llevar ropa suya, pero entendía que no fuese posible. Al fin y al cabo, acababa de salir del trabajo. Vio a Miyeon también pasar. De repente, algo pasó por la mente de Shuhua. ¿Y si Soojin había invitado a la Cho? Hoy quería llevar a Soojin a donde Miyeon la había llevado por primera vez. A aquel edificio donde se veían las puestas de sol tan bonitas. Quería revivir todo lo que había vivido con Miyeon antes, pero con Soojin. Todos los momentos que se había imaginado con Soojin, los quería vivir de verdad.

Se saludaron con un abrazo y empezaron a caminar hacia el edificio. Shuhua intentó andar muy lento para que llegaran a tiempo para la puesta de sol. También consiguió ir de la mano con su querida coreana durante gran parte del camino. Su mano era genial. Se sentía tan cálida...

Por fin llegaron al edificio. Al subir las escaleras, Shuhua cogió la mano de Soojin, igual que Miyeon cogió la suya la primera vez que estuvieron allí. Al llegar a la cima, Shuhua dejó pasar primero a Soojin. Quería que todo pasase lo más parecido a como lo había vivido ella con Miyeon. Porque si Shuhua había sido capaz de ceder con Miyeon, quizás Soojin también lo haría.

Todo salió como planeado. Soojin salió primero y se arrimó a la barandilla para admirar la puesta.

- Wow... Es precioso... - Esto era fácil. Ahora solo se tenía que acercar. Hacer contacto visual, y dar el paso. Y así lo hizo. Consiguió un beso de la coreana. Y se sintió genial. Mucho mejor que con Miyeon. Estaba segura. Soojin tenía que ser suya, costase lo que costase.

- Soojin yo... Me gustas. Mucho. Desde hace ya tiempo. Desde el primer momento en que te vi. Solo quiero pasar tiempo contigo. – Había tantas cosas que quería contarle. Sus labios rojos no la dejaban expresarse con claridad. En este punto, no solo le gustaba Soojin. La necesitaba. No vio a la chica enrojecerse por estar demasiado descentrada admirando los rojos labios de su querida Soojin.

- Yo también... - Soojin dijo esto, pero Shuhua ni lo escuchó. Al ver que Soojin sonreía tímidamente, entendió que ella sentiría algo parecido. Shuhua sonrió, victoriosa. Se volvió a acercar para darle un segundo beso. Esa sensación era la mejor que había sentido en su vida. Quería más. Necesitaba más. Estuvieron tan solo unos minutos besándose, cuando el móvil de la coreana sonó. Era una alarma de que se tenía que ir yendo.

Volvieron por el camino juntas. La taiwanesa estuvo mirando a Soojin casi todo el rato. Estaba tan feliz de poder mirarla. Estaba de alguna manera orgullosa de sí misma por haber conseguido a Soojin. La miraba más como un premio que como otra cosa. Soojin parecía más tímida ahora. Incluso más tímida de lo normal. Intentaba evitar la mirada curiosa de Shuhua, pero esta solo encontró ese gesto incluso más adorable. Llegaron a la casa de la coreana. Se despidieron con un simple abrazo, porque Shuhua pensaba que, si volvía a besar a la coreana, no dormiría en al menos una semana por la emoción. Y necesitaba dormir. Últimamente no lo hacía mucho. Tenía muchas pesadillas. No del accidente. En estas pesadillas había gente insultándola. Y siempre pasaba lo mismo. Ella los intentaba ignorar, pero acababan diciendo algo que dolía.

Volviendo a casa, lo único que estaba en su cabeza eran los rojos labios de Soojin. Ahora que sabía que Soojin la correspondía, podría romper lo que fuese que tuviese con Miyeon. Y se alegraba mucho. Solo le gustaba estar con ella cuando cerraba los ojos. Esa noche, Shuhua no tuvo pesadillas. Soñó con Soojin bailando para ella. Ojalá consiguiera hacer esos sueños realidad pronto.

Se levantó a las nueve, porque había quedado con la Cho más tarde. Necesitaba hablar con ella. Se vistió de forma cómoda. Según su plan, Soojin no la vería. Llevaría puesto su típica camiseta verde con unos pantalones cortos deportivos. Llegó al restaurante donde trabajaban. Le habían contado que Miyeon tenía un descanso a las diez y media que no compartía con nadie más. Por lo que Soojin no la vería así vestida. Esperó a Miyeon en un callejón al lado del restaurante, donde había quedado con ella porque "necesitaban hablar". Por fin llegó la coreana.

- Hola, Shuhua. – Dijo con una sonrisa. Era mona, tenía que admitirlo. 

- Hola, Miyeon... - Ahora era cuando Shuhua se estaba empezando a arrepentir. Solo un poco. No debería de haber hecho nada con Miyeon si no le gustaba. Shuhua se quedó mirándola embobada, pensando cómo debía de expresarse. Tampoco era como si hubiese querido herir a Miyeon.

- ¿Qué era lo que me querías decir? – Preguntó la coreana, sacando a Shuhua de sus pensamientos.

- No puedo seguir con esto. – Respondió Shuhua impulsivamente.

- ¿Esto? – Miyeon se imaginaba lo que la pelinegra quería decir, pero probablemente querría asegurarse.

- Lo nuestro, Cho. – No quería llamarla por su nombre más. Realmente, se seguía sintiendo incómoda haciéndolo. – No me gustas, lo siento mucho. – Se miraron un rato, en silencio, como si Shuhua fuese a decir en cualquier momento que todo aquello era una broma. Pero no lo era. Miyeon miró al suelo, y lágrimas se empezaron a formar en su rostro. Shuhua se sintió un poco mal. Solo un poquito.

- Debería haberte preguntado... Nunca lo hice. – Eso era cierto. Había habido poca comunicación entre ellas. – Y debería habérmelo imaginado. ¿Cómo te iba a gustar yo?

- Miyeon, eres una chica genial, muy adorable... Pero es que cuando te miro recuerdo muchas cosas de nuestro pasado que no me gusta recordar... Lo siento mucho. – Shuhua se acercó a Miyeon y la abrazó. Eso era una mentira bastante grande. Una excusa. Simplemente no la miraba porque ella se imaginaba que Miyeon era Soojin y verla la mandaba de vuelta a la realidad.

- ¿Podría pedirte un último beso? – Espera, ¿qué? – De despedida. – ¿No acababa Shuhua de decir que no quería repetirlo? Se estaba aprovechando de que la taiwanesa se estuviera sintiendo mal por ella. Shuhua accedió, pues un solo beso no era nada comparado con todos los que habían compartido durante las últimas semanas. Pararon al poco rato, y sorprendentemente, fue Miyeon la que se separó. Salió corriendo de vuelta al restaurante. Parecía estar llorando todavía.

Y aquí fue cuando Shuhua se dio cuenta de que su plan estaba mal hecho. 

Thank God [SooShu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora