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Llegó al restaurante donde había quedado con Miyeon. Aparentemente ella y Soojin trabajaban ahí. Miyeon probablemente no sabía cocinar, lo que significa que trabajaría como camarera. Soojin, por su parte, sí sabía cocinar, pero Shuhua no sabía si trabajaba en la cocina o no. Lo que no tenía mucho sentido era que ese dinero fuera suficiente para que Miyeon pudiera vivir de él, y Soojin no.

Shuhua examinó el restaurante. Tenía una ventana gigante, y desde esta se podía ver a numerosos clientes. A Shuhua no le gustaría estar comiendo allí. Se sentiría observada con esa ventana tan grande. Desde allí vio a la persona con la que había quedado, que efectivamente, era camarera. Se suponía que su turno acababa en unos minutos. Miró por todos lados para ver si estaba Soojin, la persona en la que Shuhua estaba realmente más interesada. Pero no la vio por ningún lado.

Por fin, Miyeon salió por la puerta y saludó a Shuhua. Iba vestida con unos pantalones vaqueros negros, muy ajustados, y una camisa blanca. Como una camarera cualquiera, vamos. Miyeon examinó a Shuhua, que no parecía haber puesto mucho esfuerzo en su outfit. Shuhua vestía una camiseta de un color verde y unos leggins negros. La taiwanesa siempre llevaba esa camiseta por el orfanato. Miyeon se sintió un poco decepcionada. Cuando Shuhua había quedado con Soojin se había arreglado un poco más.

- Hola. – Saludó Miyeon primero, mientras sonreía. Al menos Shuhua estaba allí, e iban a poder hablar a solas por primera vez en años.

- Hola. – Respondió la menor, con una sonrisa. – ¿Soojin no está?

- No, está mala. – Miyeon estaba sonriendo de manera forzada. Realmente no le gustaba que Shuhua pensase en Soojin. Al menos no en cuando estaba con ella.

- Menos mal... - Lo decía porque Shuhua no quería que Soojin la viese tan desarreglada, pero Miyeon se pensó que estarían enfadadas, y se alegró.

Estuvieron andando todo el rato, mientras hablaban sobre muchas cosas. A pesar de haberse conocido hace ya seis años, había muchas cosas que no sabían la una de la otra. Por ejemplo, Shuhua no sabía que realmente los padres de Miyeon la abandonaron, y que podrían estar todavía vivos. En ese momento Shuhua se preguntó qué era mejor: que tus padres te abandonen o que tus padres mueran por quererte. Ninguna de las dos opciones parecía agradable. Miyeon la habló de todos los problemas a los que se habían enfrentado como familia cuando ella era pequeña. Y cómo habían decidido abandonarla, pues la veían como un estorbo. Y al principio, Miyeon se quedó a esperarles durante días en la calle. Hasta que su cuerpo no pudo más y se desmalló. Tuvieron que hospitalizarla. Luego se la llevaron al orfanato. Aunque ella seguía creyendo que volverían. Nunca fue capaz de asimilar que la hubiesen abandonado. A día de hoy seguía pensando que no era posible.

A pesar de tener tres años más que Shuhua, Miyeon era muy inocente. Ya estaba anocheciendo, y ambas se fueron a un lugar que Miyeon conocía para ver la puesta de Sol. Estaba en la cima de un edificio. Miyeon le contó que allí fue donde sus padres se conocieron. Subieron las escaleras cogidas de la mano. Habían llegado arriba y Shuhua se acercó a la barandilla para ver la puesta de Sol. Miyeon se acercó a Shuhua y se posicionó a su lado. Aunque sus intenciones eran algo diferentes. Miyeon solo quería poder ver la cara de Shuhua.

- Wow... Realmente este sitio sí es perfecto para ver la puesta. – Mencionó Shuhua, todavía mirando al horizonte.

- Sí... Este sitio es mágico. - Shuhua se giró para mirar a Miyeon, y sus miradas se cruzaron. Era un momento realmente mágico. Miyeon se acercó lentamente a Shuhua, con claras intenciones. Shuhua no se apartó. - ¿Puedo? – Preguntó Miyeon, siempre tan inocente. Shuhua asintió y sus labios se juntaron. Este era el primer beso de ambas chicas. Miyeon sintió todas las mariposas en el estómago que decían las películas. Eran reales. Había estado deseando que llegase ese momento durante años. Mientras tanto, Shuhua solo estaba pensando en Soojin. Aún así, no se apartó. Le daba igual lo que estuviera bien y lo que estuviera mal. Se sentía a gusto. La taiwanesa colocó una mano en la cabeza de Miyeon y la otra en su cintura. Miyeon abrazó el cuello de su menor. Siguieron besándose así mucho tiempo, sin pensar demasiado en posibles consecuencias. Miyeon solo pensaba en Shuhua, y Shuhua solo pensaba en Soojin. Dieron las once de la noche. Habían pasado horas juntas.

- Me debería de ir yendo. – Dijo Shuhua sin mirar a Miyeon a la cara. Se había pasado todo el rato con los ojos cerrados porque le resultaba desagradable darse cuenta de que no era Soojin. Pero cuando no veía nada, se sentía muy bien con ella. – Deberíamos de repetir.

- Estoy de acuerdo. – Dijo Miyeon sonrojándose. – Tengo el teléfono del orfanato, te llamaré más tarde. – Y así quedaron muchos más días. Repitieron lo que habían hecho todos ellos. Y Shuhua no se sentía mal. De hecho, se sentía muy bien. Aunque no fuese capaz de mirar a Miyeon a la cara. Y a Miyeon también le encantaba. Si ambas estaban disfrutándolo, ¿tenía aquello algo de malo?

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No he revisado este capítulo todavía... Tengo algo de prisa hoy, lo siento mucho. Espero que no haya muchos problemas. Pero era esto, o no subir nada de nada... Mejor esto, ¿no? 

Thank God [SooShu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora