- ¡Yeh! Una mujer está preguntando por ti. – Oh no. Ohhh no. No sería Soojin. Si antes se creía que estaba mal vestida, ahora estaba completamente impresentable. Tenía todos los pelos revueltos, los ojos rojos del ataque de antes, y marcas en su blanca piel por culpa de las dichosas sábanas. Pero qué remedio... Shuhua se levantó de su cama para ir a atender a la mujer que estaba preguntando por ella.
Fue caminando hacia la puerta, como si la estuvieran llevando hacia la guillotina, todos estaban acribillando a la chica con sus miradas, mientras esta miraba hacia el suelo, con resignación. Solo le faltaban unas esposas, o algo parecido. Subió su vista para mirar hacia adelante, y afrontar su destino. Allí vio Soojin, que la miraba. En sus ojos pudo apreciar su decepción. No debería de haber confiado en Miyeon. Su vista volvió a fijarse en el suelo. No quería seguir por ese camino. Quería darse la vuelta. Volver a su cuarto y llorar, pues creía haber perdido todo lo que tenía. Pero seguía avanzando, todavía con su mirada fijada en el frío suelo del orfanato. Por fin llegó al lado de Soojin, cuya cara todavía estaba marcada por esa dolorosa decepción. Aquella cara que Shuhua tanto había estado admirando desde el día que la vio por primera vez. Siempre le había gustado verla, fijarse en cada pequeño detalle, e intentar memorizarlo, como si fuese a pintar un cuadro suyo algún día. Aquella cara era la misma que Shuhua no quería ver ahora. No se atrevía. Y ella llamaba a Miyeon cobarde...
- ¿Por qué no me lo querías contar, Shuhua? – Shuhua todavía no sabía si Soojin realmente se había enterado de la verdad, o no. Pero dedujo que sí que la sabía, por su cara y porque la había llamado Shuhua en vez de Shushu. La taiwanesa nunca pensó que le dolería oír cómo la persona a la que amaba la llamaba por su nombre. – Sobre lo tuyo con Miyeon. – Definitivamente, Soojin lo sabía. Y por todas estas señales, estaba claro que no le habían agradado las noticias. – Pensaba que querías que confiáramos la una en la otra... – Y así era. Eso era lo que Shuhua había querido, pero le había fallado. Soojin abrió la boca para decir algo más. Pero no dijo nada. No sabría expresar lo dolida que estaba.
- Lo siento. – No sabía ni qué decir. Ahora lo tenía claro. Ella era culpable. Pero no quería recibir el castigo. Tenía miedo, pues se imaginaba cuales iban a ser sus consecuencias. No volvería a ver a la coreana. Shuhua no estaba mirando a Soojin a la cara, por lo que no pudo ver como los ojos de esta se empezaban a cristalizar.
- No te creo. – Y hacía bien en no creer a Shuhua. Porque realmente ella pedía perdón principalmente porque no quería enfrentarse a las consecuencias que producirían sus actos. Solo estaba arrepentida porque sabía el castigo que la deparaba, no tanto por haber herido a Miyeon y a Soojin. Ahora, la chica de labios rojos entendía lo egoísta que esa persona a la que tantas veces había descrito como "ángel" podía llegar a ser.
- Soojin... - No sabía qué decir. Aprendería a arrepentirse, si era necesario. Haría lo que fuese con tal de no sufrir las consecuencias. – Por favor... No se repetirá. A partir de ahora, pensaré cuáles podrían ser las consecuencias de mis actos. – Shuhua por fin miró a su mayor a la cara, y pudo apreciar el dolor que esta reflejaba. Parecía que Soojin estaba a punto de llorar, pero que retenía sus lágrimas con rabia. – Debería haberlo hecho desde el principio.
- Es eso, ¿no? – Es comprensible el por qué Soojin podía estar tan cabreada. Se había abierto a una persona por primera vez en toda su existencia. Había bajado sus murallas. Se había enamorado. Y todo para que esa persona traicione su confianza. Lo peor era ese sentimiento que la invadía. – Solo te importan las consecuencias que te afectarán directamente a ti. No te importan los corazones rotos que dejes en el proceso. – Es curioso cómo realmente Soojin no estaba enfadada hacia Shuhua. Sino hacia sí misma. A pesar de estar diciendo todas esas cosas, no estaba enfadada con la pelinegra. No porque no quisiera, sino porque no era capaz de estar enfadada con ella. Soojin quería perdonarla, desde lo más profundo de su corazón. Incluso sabiendo el egoísmo de la taiwanesa.
- Soojin... Yo... - a Shuhua le gustaría poder decir que de verdad estaba arrepentida de haberlas hecho daño. – Siento mucho haber traicionado tu confianza de esa manera... No estaba pensando en lo que hacía. Solo me dejaba llevar. Pero estuvo mal. Lo entiendo. No se repetirá. Por favor... Perdóname. – Dijo la pelinegra, casi con desesperación. Shuhua estaba también al borde de las lágrimas. Todavía quería vivir muchos más momentos con su mayor.
- Shushu... - Igual que antes Shuhua creía que era imposible que le doliera tanto oír a la persona a la que ama decir su nombre, no se había imaginado que le alegraría tanto oírla pronunciar su apodo. – Te quiero, ¿sabes? – Lo cierto era que Shuhua no estaba tan segura. Las lágrimas de ambas chicas se liberaron de sus ojos, y empezaron a correr libres atravesando sus caras.
- Yo también te quiero, Jin-ah. – Se abrazaron en un tiernamente. Realmente Soojin se estaba maldiciendo por perdonarla tan fácilmente. Esperaba que estuviera realmente arrepentida.
Por su lado, Shuhua estaba tan agradecida que sentía que iba a explotar de la felicidad.
No se estaban dando cuenta de que todo el mundo las estaban mirando...
A saber todo lo que le dirían a Shuhua por eso.
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La verdad es que hoy tampoco he tenido mucho tiempo. Pero aún así he conseguido escribir más o menos dos capítulos. Es porque siento que hay mucha gente aquí ahora... Mucho apoyo, que verdaderamente me da fuerzas ;'( Muchas gracias, de verdad. Ab imo pectore.
Bueno, tengo una pregunta XD a ver si alguien responde lol
¿Quién crees que es el chico misterioso? Advierto que probablemente empiece a tener más importancia dentro de poco. Ya tengo pensado quién va a ser, pero por curiosidad ¿Quién te gustaría que fuese?
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Thank God [SooShu]
FanfictionShuhua x Soojin (con mucho drama) Shuhua es una huérfana que además sufre bullying en el orfanato. El padre de Soojin maltrataba a su mujer y a su hija. Obligaba a Soojin a dedicar su vida a la cocina, a pesar de que ella quería bailar. Una noche...