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Habían quedado frente a una cafetería que quedaba por el centro de Seúl. Soojin estaba esperando en la puerta, aparentemente sola. Estaba mirando su móvil mientras se movía las piernas, impaciente. Se había pasado el día entero esperando a que llegase ese momento. No estaba segura de si había sido buena idea decírselo a Miyeon. Le habría gustado estar a solas con Shuhua. Pero aún así, Soojin creía que Shushu se alegraría. Shushu... Soojin ya le había puesto un apodo a Shuhua. Repasó el plan en su cabeza: Primero saludaba a Shuhua, luego le decía que había una invitada sorpresa dentro del café, Shushu se alegraría de ver a Miyeon, pasarían la tarde las tres juntas, y al final del día Soojin le pediría a Shuhua quedar otra vez, esta vez las dos solas de verdad. Por fin la espera se acabó; Shuhua había llegado. Y había valido la pena. Shuhua parecía haberse arreglado un poco. Llevaba un poco de maquillaje. Soojin recordaba que Shuhua le había mencionado que no tenía maquillaje, y que tampoco estaba muy interesada en tenerlo, así que Soojin supuso que se lo habría cogido a alguna compañera. Llevaba una camisa azul que tenía unos detalles en las mangas. Le quedaba un poco grande, lo cual la hacía parecer incluso más pequeña y adorable. Sus pantalones eran cortos y negros. Eran bastante más informales que la camisa, para que no pareciese que simplemente iba al trabajo. No era el mejor outfit de por sí, pero a la pelinegra le quedaba perfecto. De hecho, Soojin estaba convencida de que no habría nada que le quedara mal a Shuhua.

- ¡Buenos días, Jin-ah! – Dijo Shuhua. Tenía una sonrisa muy grande. Soojin se alegró de verla tan feliz, sobre todo después de verla llorar el otro día.

- ¿Jin-ah? – Nunca habían llamado a Soojin así. Pero ella también había encontrado un mote para Shuhua. Algo estaba claro. Esas dos chicas estaban conectadas. Ambas habían buscado motes la una para la otra.

- Es tu nuevo mote, Jin Jin. – Dijo Shuhua con la sonrisa más amplia que había mostrado en su vida. Además, era una sonrisa genuina. Pura. Todo en la taiwanesa parecía así de puro.

- Lo que tú digas, Shushu. – Ante esto, Shuhua se enrojeció notablemente. Su piel era tan pálida que hasta un leve sonrojo sería visible. Realmente era un ángel. – No te quedes ahí parada, Shuhua. Tengo una sorpresa para ti ahí dentro. – Shuhua se enrojeció incluso más. Pensaba que no era posible que alguien se enrojeciera tanto. Parecía un verdadero tomate. Un tomate muy adorable. Entraron a dentro. Shuhua miró alrededor sonriendo mientras Soojin miraba a Shuhua. De repente los ojos de Shuhua se pararon en un sitio, y su tan bella sonrisa desapareció de su cara. Soojin miró hacia donde Shuhua miraba. Ahí estaba Miyeon, con una sonrisa que parecía forzada, saludándolas. Shuhua se giró hacia Soojin.

- ¿Qué significa esto, Soojin? – Lo dijo en un tono un poco borde. No había oído a Shuhua hablar así nunca. Le dolió un poco. Pero no sabía cuál era el problema.

- Miyeon es mi compañera de trabajo. Ella también es huérfana, así que le hablé de ti. Y me dijo que ya os conocíais, así que la invité. Pensé que te gustaría ver una cara conocida. - La explicación de Soojin fue muy fría. Como si fuera un robot.

- Si no la he visto desde que se fue, es porque no he querido. – Parecía que esas palabras no pertenecían a la Shuhua que había conocido. Parecían muy frías. Al ver que no se movían, Miyeon se levantó de la mesa en la que estaba sentada y se acercó a ellas para ver qué era lo que estaba pasando.

- Hola, Yeh, cuanto tiempo... – Dijo Miyeon. Su tono era muy raro. Como si estuviera intentando ser maja, pero algo en ella se lo impidiera. ¿Por qué no llamaba a Shuhua por su nombre?

- Buenas tardes, Cho. Actualmente me encuentro en proceso de mantener una conversación cililizada con mi gran amiga Soojin, así que le agradecería que se fuera a su casa. – ¿Gran amiga Soojin? Solo se conocían de un día. Amiga... En este punto fue cuando Soojin se dio cuenta de lo que estaba pasando. Estas dos no se llevaban bien.

- Shuhua... Yo solo quería...

- No me llames por mi nombre. – Soojin seguía sin creerse que alguien con el aspecto tan angelical como el de Shuhua fuera capaz de hablar de aquella manera tan borde.

- Solo quería disculparme. No pretendo que seamos amigas, pero me gustaría explicarte-

- ¿Me estuviste torturando cinco años y es ahora cuando quieres disculparte?

- Escucha... Si me ponía de tu parte, también me lo habrían hecho a mí. No tenía otra opción, Shuhua.

- No tienes derecho a llamarme por mi nombre. – Lágrimas se empezaron a formar en la cara de Miyeon.

- Pero yo... Solo... Lo siento, de verdad que lo siento... - Esperó a ver la reacción de Shuhua. Como vio que esta no decía nada, siguió hablando ella. – Nunca me gustó hacerte lo que hacíamos. Y siempre intenté hablar con las demás para que te dejaran en paz... Yo te a-amab-

- Pues está claro que no hablabas con ellas suficiente. – Shuhua miró al suelo.

- Yo... Tengo que ir al baño. – Pero en vez de ir al servicio de la cafetería, salió casi corriendo por la puerta principal. Cualquier persona tendría claro que estaba muy arrepentida. Pero por alguna razón, parecía que Shuhua no la perdonaría nunca. Soojin no sabía qué había hecho su compañera de trabajo, pero creía que Shuhua debería de al menos haberla escuchado. Pensaba que Shuhua sería del tipo de personas que escuchan e intentan entender a los demás. Pero parece ser que no es el caso. ¿Y si Soojin cometía un fallo en el futuro? ¿Tampoco la perdonaría?

- Podrías haber avisado de que ibas a invitar a alguien a nuestra cita. –¿CITA? No. NO. Esto NO era una cita. Solo amigas, ¿no? La misma Shuhua lo había dicho.

- No podía contactarte. Pensaba que habríais sido amigas.

- Pues está claro que no lo somos. En el orfanato hay un teléfono. Había pensado pedirte tu número hoy, y te podría llamar desde ahí. Así que para la próxima ni se te ocurra invitar a nadie sin mi permiso, si es que hay próxima. – Soojin se estaba sintiendo atacada. Tampoco había hecho nada tan malo, ¿no? ¿Qué le daba derecho para hablarla así?

- Shuhua, no tenía forma de saber nada de eso.

- Pues podrías haber preguntado hoy. Pero ya lo has estropeado. – Se dio la vuelta para salir de la cafetería. Soojin no la detuvo. La verdad es que estaba dolida. No pensaba que Shuhua fuese de esa forma. Más bien se pensaba que sería todo lo contrario. Pero las apariencias engañan. Shuhua había sido muy borde, tanto con Miyeon como con ella. Se le pusieron los ojos llorosos. Pero no iba a llorar por una niñata que acababa de conocer. Al menos, no iba a llorar ahí, delante de tanta gente. Esperó unos minutos, quieta, para ver si Shuhua volvería. No volvió. Salió de la cafetería y se enfrentó a un dilema. No quería volver a casa. ¿Pero a qué otro sitio podía ir? Si iba al parque, se acordaría de cuando conoció a Shuhua. Si iba a otra cafetería, se acordaría de Shuhua. El gimnasio estaba cerrado por la tarde. Decidió ir al parque aún así. Probablemente si bailaba, no pensaría en Shuhua. Pero no fue así. No pudo no pensar en Shuhua, porque Shuhua estaba allí, llorando, otra vez.

Thank God [SooShu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora