Gai camina por la aldea con los hombros inusualmente hundidos debajo de su cabeza.
Había regresado de su última misión la noche anterior. Una misión de rango "B" demasiado sencilla, recolectar un pergamino a una aldea, regresarla a otro grupo, volver.
Era fácil, Gai lo había hecho cientos de veces y cuando salieron hacía tres días se había ido con los ánimos sobre el cielo, impaciente por regresar, siempre por más. Sin embargo, la misión no había resultado ser lo que dijeron.
Su equipo había sido emboscado a la mitad, un grupo de renegados que buscaban el pergamino y pretendían arrancarlo de sus manos. ¡Cómo si pudieran! Gai había estado emocionado, demasiado emocionado. Esa era la oportunidad perfecta que había estado esperando para probar la apertura de la séptima puerta y cuando aquellos enemigos simplemente saltaron hacia él Gai encendió su técnica.
Todo había sido rápido, fluido, bueno. Las chispas, el aura de su técnica, el pequeño olor a quemado que desprendía su propia piel brillante y ardiente. Muy similar a un hielo derritiéndose, sangre, papel quemado, aire excesivamente caliente.
Genma y Ebisu apenas habían hecho nada. Desde atrás se habían agrupado para enfrentar a los pobres refuerzos de aquel escuadrón cuando Gai llevó toda la batalla más allá, a través de los bosques que destruía, sobre la tierra partiéndose con cada golpe y patada que trituraba a su paso los huesos y las partes sensibles y no tan sensibles de los enemigos.
Y entonces había estado esa mujer. Su rostro sangrante, el cabello revuelto sobre su cabeza lleno de basura de árboles y la ropa colgando en jirones.
Gai había avanzado a ella, sus músculos apretándose en anticipación y adrenalina, el golpe de las puertas hiriéndolo constantemente en las consecuencias de su técnica. Aun así, Gai todavía tenía tiempo y energía incluso después de haber acabado con todo un escuadrón.
La mujer angostó los ojos, y cuando Gai pensó que iba a atacar y su cuerpo vibró en algo demasiado cercano al placer, la mujer solo sujetó la empuñadora de su arma con algo extraño y deprimente, un intento muy malo de defensa o ataque, un movimiento que estaba más bien enfocado a una triste y deslucida desesperación.
— ¿Qué eres? — preguntó aturdida, sus ojos desenfocados, la línea de sangre en su boca temblorosa — No eres un humano, ¿qué eres? — su voz no ocultaba el terror, un terror que iba más allá del miedo a un enemigo. Eso era pavor mortal — Eres un monstro, ¿no? — Sus manos se levantaron, la vibración de sus brazos descubiertos llamaba la expectación — ¡Eres un monstruo!
Las lágrimas salieron de sus ojos, sus dedos apretados casi parecían crujir sobre el kunai cuando sus ojos abiertos al límite miraron alrededor, a los cadáveres repartidos, al bosque destruido, la tierra desencajada como si se hubiera salido de las placas tectónicas debajo de los dos.
— Yo... — pero antes de que la voz dura de Gai dijera algo, la mujer se cortó la garganta.
Gai todavía puede ver el momento del corte, el horror, el shock, la incredulidad que estaba aunada a un daño metal y espiritual. Pero sobre eso, Gai mira todavía el miedo. Ese terror, esa forma en la que lo miraron como si fuera algo inconcebible... como si fuera un monstruo de verdad.
Sus manos tiemblan con ese pensamiento. El olor a sangre todavía impregnado sobre sus fosas nasales. La sangre de todos esos que mató. Con sus manos. Un enorme cráter destruido por su fuerza, los rostros horrorizados de Genma y Ebisu cuando lo alcanzaron, cuando miraron la escena y de forma difícil intentaron disimular su sorpresa y su temor, el miedo que le tenían, la aversión.
Gai alcanza finalmente el límite del campo de entrenamiento. Es silencioso, amplio, y sentado debajo de un árbol encuentra la figura de Kakashi, quien ya lo estaba esperando.
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Momentos KakaGai / GaiKaka
RomanceDrabbles, ideas y pequeñas historias de esta pareja. Maito Gai x kakashi Hatake. (Yaoi).