La primera vez que Gus deseó estar muerto fue durante la clase de la profesora Holland, aquel fatídico lunes a las diez y veinte minutos de la mañana. No le dio mucha importancia en ese momento porque no se tomó muy en serio a sí mismo...después de todo, estaba seguro de que muchos en el salón estaban pensando lo mismo.
La profesora Holland enseñaba Historia de los Estados Unidos, lo que para el resto de los americanos era mejor conocido como solo Historia. Eso era malo de por sí, pero también había que agregar otros aspectos que lo llevaban a querer sacarse los ojos a mitad de la clase: uno era el desinterés que mostraba la profesora al otorgarla, desinterés que luego se contagiaba al resto de los alumnos. Lo otro era su muy irritante voz nasal, aunque Gus debía admitir que si ella fuera un poco más agradable tal vez (tal vez), podría pasar ese punto por alto.
A veces su cerebro entraba en modo automático cuando comenzaba a hablar, ya ni siquiera recordaba cual era el tema de esa clase. ¿Yorktown? ¿Washington? Algo por allí.
Sus ojos acababan deambulando por todo el salón, analizando su fauna. Solía sentarse por las mesas que daban con la ventana, ni muy detrás para no ser el blanco de los Ocelotes ni muy al frente para que los profesores no lo vieran, así podía ver con libertad por la ventana y/o hablar con Chema sin que lo atraparan.
El cual, por cierto, tenía la cabeza enterrada en sus brazos sobre el escritorio. Podría jurar que hasta tenía el descaro de usar la mochila como una almohada; lo único visible era su mata de cabello negro y liso. La sinvergüencería de Chema de dormir en medio de la clase era tal vez proporcional al desgano de la profesora Holland de reprenderlo.
Gus pensó en darle un manazo en la cabeza y despertarlo, pero decidió ahorrarse el escándalo. Y es que el gorgojeo de la risa de los Ocelotes a sus espaldas le ponía los pelos de punta, así que mientras menos estuviera en el enfoque del equipo de futbol americano, mejor le iría.
La zona donde Gus se sentaba era, por decirlo así, una zona neutral: era donde se sentaban todos aquellos estudiantes que pasaban sin pena ni gloria por la escuela. Miembros del Club de Fotografía, los nerds de Calabozos y Dragones, los dramáticos de Teatro y del Coro...y aquellos que no tenían un lugar, como él y Chema. Al frente se sentaban los estudiosos junto a las porristas, y al fondo estaban los Ocelotes.
Si Glee tenía razón en algo, era que con la atención suficiente podías inflarle el ego a la estratosfera a los jugadores del equipo principal de la escuela...y en Woodlock High, los Ocelotes tenían demasiada atención, incluso cuando no estaban en temporada. Tenían la suficiente confianza para meterse con todo aquello que consideraran inferior, como todos los que estaban en la zona neutral.
Aunque con Gus tenían un trato especial.
Una bolita de papel llegó volando desde atrás a su mesón. Sus hombros se tensaron en seguida; no era difícil pensar cuál era la procedencia, pero el masoquismo pudo más que su sentido común y terminó por abrirla.
"¿Qué estás mirando, marica?"
Gus exhaló por la nariz, volviendo a arrugar el papel mientras las risas a sus espaldas retumbaban en su cabeza, sabiendo bien que eran a consta suya.
Al resto del cuerpo estudiantil los fastidiaban de una formal "normal": les volcaban el contenido de las mochilas al suelo, les escondían los libros, les abrían los casilleros, los mofaban...y usualmente su atención en ti no duraba mucho, pronto se aburrirían y pasaban a la siguiente víctima.
Pero él no tenía esa suerte. Los nombres despectivos, las risas, los murmullos, los refrescos a la cara o sus cosas acabando en el basurero...había algo en él que despertaba sus instintos primitivos. Y Gus sabía bien por qué tenían esa sed de venganza con él en particular, mas no podía evitar pensar que había algo más en el fondo que solo un berrinche por parte de los jugadores.
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Losers
Teen FictionMuchos llamaban a la secundaria los años dorados: donde conocieron a sus amigos, donde tuvieron su primer beso, donde tal vez se encontraron con el amor de sus vidas, donde fueron lo más felices. Gus sabe que todo es una mentira. La secundaria es un...